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Aires de 'karaoke'

Dentro del escatológico panorama de los programas del corazón, sorprendía el verano pasado en Telemadrid por su frescura Mamma mia, un magazine diario que, durante julio y agosto, sustituyó a Con T de tarde, de Terelu Campos. La fórmula, con dos presentadores dedicados a comentar humorísticamente la actualidad rosa, era parecida a la del antiguo Qué me dices que durante dos temporadas asoló las tardes de Tele 5, pero incorporaba un elemento original: las noticias y los comentarios sobre los reportajes de bodas, divorcios y fiestas de papel cuché eran alternados con breves piezas de karaoke retro en las que, sobre canciones de Raphael, o de Sara Montiel, o de Camilo Sesto, los presentadores improvisaban cánticos y bailes. La naturalidad e ingenio de éstos, su telegenia y humor gamberro e irreverente y, sobre todo, el gran poder de seducción de la parte femenina de la pareja, Francine Gálvez, una joven pero veterana periodista hasta entonces desaprovechada, obraron el milagro de hacer olvidar el rancio horterismo marujil del programa de Terelu y dejaron, con su desaparición de las pantallas en otoño, un buen sabor de boca que los responsables de la televisión madrileña se apresuraron a explotar. El resultado es Macumba TeVe, un programa semanal, que incide en la misma fórmula musical, sólo que con horario de noche y una mayor duración.Es precisamente de la larga duración de Macumba TeVe y de la incapacidad de sus responsables para inventar nuevos contenidos con los que llenar dos horas de programa de donde proceden buena parte de sus problemas. De otro modo no se comprende que lo que antes funcionaba resulte ahora una estirada agonía que ni a sus presentadores parece convencer y que en muy pocas ocasiones coge el vuelo que convencía en su versión veraniega.

Macumba TeVe aparece lastrada por un confuso batiburrillo de secciones en el que se abusa hasta el hastío de desechos televisivos de toda especie: parodias de viejos vídeos musicales, falsas tomas falsas, gazapos cometidos por colegas del medio, imágenes equívocas y ridiculizables de otros programas, rankings de esperpentos televisivos o del famoseo, y hasta una sección, introducida por Lucía Hoyos caracterizada de histriónica presentadora démodée, en la que se desempolvan antiguos anuncios y en la que las evidentes dotes para la caricatura que demuestra la ex modelo se malversan por la pobreza repetitiva y oligofrénica del personaje que representa.

Nada de lo visto hasta ahora merecería ser comentado si no fuera porque apena ver el pobre uso que se hace del talentoso equipo de presentadores: Víctor Sandoval y Francine Gálvez, dos raras avis entre la casquería televisiva que merecerían mejores destinos

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