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Elecciones 2000

Serra anuncia que dejará el liderazgo del PSC en el congreso del próximo junio

Narcís Serra aflojó ayer la presión concentrada sobre él desde la noche electoral y anunció que dejará la primera secretaría del PSC en el congreso del partido, convocado para el mes de junio. El que fue ministro de Defensa y vicepresidente en los gobiernos de Felipe González anunció públicamente su decisión después de comunicarla al secretariado del partido. Lo presentó como un gesto para facilitar una "profunda renovación" de la dirección. La renovación "tiene que incluir a la primera secretaría; es decir, a mí mismo", puntualizó. La decisión fue acogida favorablemente.

Con la decisión de Serra se abre la vía para la sustitución de la generación de los fundadores del PSC en 1978, que lo han dirigido ininterrumpidamente desde entonces. La principal excepción será probablemente la de Pasqual Maragall, en quien los socialistas tienen puestas todas sus esperanzas para que les lleve al Gobierno de la Generalitat en las próximas elecciones autonómicas. Quizá por eso, Maragall fue uno de los pocos miembros del secretariado de la comisión ejecutiva del PSC que expresó ayer algunos recelos sobre la oportunidad de la retirada de Serra.El propio primer secretario explicó que su previsión era anunciar la retirada "dentro de 15 días", después de llevar a cabo esta misma semana una ronda de consultas con los principales dirigentes del partido. Pero los acontecimientos se han precipitado. La dimisión de Joaquín Almunia en la noche del día 12 provocó que en el PSC se alzaran el lunes las voces de algunos dirigentes territoriales reclamando también cambios en Cataluña. En vista de ello, Serra decidió adelantar su calendario, y ayer por la mañana comunicó la decisión al secretariado en su primera reunión tras las elecciones legislativas.

Serra presentó su anuncio como una contribución a que el congreso del PSC pueda dar luz a "un doble pacto: un gran acuerdo interno entre quienes lo forman, y una oferta del partido a los ciudadanos". "El acuerdo que buscamos", dijo, "aconseja que mi posición quede clara desde el primer día" y se sepa que el primer secretario "no está trabajando para mantenerse en el cargo". Desde esta posición, agregó, "podré actuar como árbitro entre las diversas posiciones".

Sólo el presidente del PSC, Raimon Obiols; su antecesor en el cargo, Joan Reventós; Maragall y el secretario de organización, José Montilla, expresaron sus reservas al anuncio de Serra en la reunión del secretariado, según dijeron varios de sus miembros. Fueron reservas sobre el momento escogido, a su juicio demasiado cercano al estallido de la crisis de dirección del PSOE.

El PSC ha tenido unos resultados muy distintos a los del PSOE, pues Cataluña y Andalucía son las dos únicas comunidades en las que los socialistas quedaron como primera fuerza electoral, aunque perdieron 400.000 votos respecto a las elecciones de 1996.PASA A LA PÁGINA 4

Manolo S. Urbano
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Manolo S. Urbano

Algunos dirigentes apuntan que el sucesor de Serra podría ser el alcalde de Barcelona, Joan Clos

VIENE DE LA PÁGINA 1 La pretensión de Serra al anunciar a tres meses del congreso que no se presentará como candidato a la reelección como primer secretario es, precisamente, la de evitar una crisis en el PSC. En el seno del partido es ampliamente compartida la opinión de que ha llegado la hora de un relevo generacional en la cúpula dirigente y por eso las primeras reacciones de los cuadros más jóvenes fueron positivas. Si Serra hubiera demorado el anuncio o hubiera intentado continuar, el debate del próximo congreso se habría reducido a la pugna por hacerse con la dirección.

El diputado Joan Ferran, secretario de organización de la federación de Barcelona, una de las más importantes del partido, dijo que el sucesor será alguien probablemente con experiencia adquirida en el gobierno local, "que no haya estado implicado en responsabilidades destacadas durante la etapa de Felipe González" y que deberá ser suficientemente joven como para no pertenecer al grupo de los fundadores.

Pero nadie se atrevía ayer entre los socialistas a adelantar nombres para la sucesión. Serra dijo que "aunque lo tuviera pensado, no lo diría". Algunos dirigentes apuntaban los nombres del secretario de organización, José Montilla; de los alcaldes de Barcelona y Girona, Joan Clos y Joaquim Nadal, y de la alcaldesa de Mollet del Vallès, Montserrat Tura.

Serra comenzará de inmediato una ronda de consultas con los principales dirigentes para buscar un acuerdo "entre las familias y las sensibilidades" del partido. Eso significa que intentará un consenso entre los obiolistas, el grupo de los alcaldes conocido como los institucionales, los maragallistas y los dirigentes de las principales federaciones territoriales. José Borrell será uno de los primeros, tan pronto como regrese de Chile, adonde acudió para asistir a la toma de posesión del presidente Ricardo Lagos. Borrell es uno de los dirigentes del PSC más apreciados por los militantes, pero difícilmente cuajaría un consenso en torno a él como primer secretario.

Reacción de la derecha

Desde que accedió al Gobierno en enero de 1983, Narcís Serra ha contado con la inquina de CiU y de los conservadores catalanes. Esto se reflejó ayer en la forma en que los portavoces de los nacionalistas acogieron el anuncio de su retirada. Jordi Casas, portavoz de Unió Democràtica, mantuvo que Serra ya no debía haber sido primer secretario después de haber salido del Gobierno socialista "por la puerta falsa", informa Efe.

El secretario de organización de Convergència Democràtica, Lluís Corominas, afirmó que "estaba cantado" que no se había llevado a cabo la renovación de los socialistas catalanes y sostuvo que "ahora se ven obligados por los resultados negativos".

Ésta fue también la opinión de Alberto Fernández Díaz, presidente del Partido Popular de Cataluña. Dijo que la retirada es una consecuencia de la "derrota" que los socialistas sufrieron el pasado domingo. "En cualquier caso", agregó en tono irónico, "lamento que el catalán más importante del siglo, como dijo Pasqual Maragall, deje el cargo". Tampoco Joan Puigercós, diputado de ERC, fue muy amable con el dirigente socialista. Le calificó de "funambulista", aunque reconoció que con su decisión ha demostrado que no quiere perpetuarse en el cargo.

El presidente de Iniciativa per Catalunya-Verds (IC-V), Rafael Ribó, dijo que respeta "muchísimo" la decisión de Serra. La interpretó como un elemento más de "la cadena de cambios" en las cúpulas de los partidos provocada por las elecciones del 12 de marzo y la pérdida de votos que ha sufrido la izquierda en su conjunto.

El catalán que ha tenido más poder en Madrid

Narcís Serra cerró la pasada campaña electoral interpretando al piano -una de sus grandes pasiones- La Internacional. No estaba en el guión preparado por sus asesores y seguramente hacía muchos años que no la tocaba en público. Pero el compás casaba a las mil maravillas con la nueva sintonía inaugurada en el Partido Socialista tras el pacto con IU y Serra, como tantas otras veces, se adaptó con rapidez a los nuevos tiempos. Fue un ejemplo más del pragmatismo que le había permitido sobrevivir a todas las batallas en el Partido Socialista y, con discreción, convertirse en el catalán que más poder ha tenido en Madrid en este siglo.Su nombramiento como vicepresidente del Gobierno por parte de Felipe González en 1991 sorprendió en las filas de su propio partido. Pero Serra había superado retos tan significativos como ser consejero de Obras Públicas en el primer Gobierno de la Generalitat de Josep Tarradellas (1977-1979), ejercer de primer alcalde de Barcelona tras la recuperación de la democracia (1979-1982), abrir el proceso que culminó en la organización de los Juegos Olímpicos de 1992 y ser el ministro de Defensa que reformó y modernizó el Ejército español cuando todavía se percibía el eco del ruido de sables de febrero de 1981. Además, a la hoja de servicios incluía otro activo, poco frecuente en el mundo de la política: todo este trabajo lo había desempeñado con gran discreción. Una virtud rara entre los políticos, imprescindible para llevar a buen puerto determinadas tareas, pero un inconveniente para la política basada en la imagen y la comunicación y que en ocasiones ha sido interpretada como falta de transparencia y confianza.

Su caída del Gobierno, no obstante, fue ruidosa. En junio de 1995 se vio obligado a renunciar a la vicepresidencia con motivo del escándalo del Cesid y de las escuchas telefónicas a numerosas personas, entre ellas el Rey, presuntamente ordenadas por el Ejecutivo socialista. Era el momento culminante de la estrategia de acoso y derribo contra el Gobierno de Felipe González y la renuncia de Serra, miembro de todos los Gobiernos socialistas desde 1982, fue la antesala de la derrota del PSOE.

El poder de Serra en Madrid no se limitó al Gobierno. Fue uno de los impulsores de la renovación en el PSOE que desplazó a Alfonso Guerra, renovación que él ha procurado que no le alcanzara a sí mismo. Tras salir del Gobierno volvió a centrarse en Cataluña, con dedicación plena al partido, y en 1996 fue elegido primer secretario en sustitución de Raimon Obiols. Su misión era desempeñar un factor de equilibrio entre las diversas familias y poner al PSC enteramente a disposición de Pasqual Maragall para auparlo a la presidencia de la Generalitat. Casi lo consigue, pero cinco meses después de las autonómicas, y a punto de cumplir 57 años, anuncia que dejará la primera línea del PSC aunque seguirá como diputado.

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