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Rusia captura al más alto dirigente rebelde desde el inicio de la guerra chechena

LUIS MATÍAS LÓPEZ, MoscúLas fuerzas rusas se cobraron el domingo su principal pieza de caza mayor desde que, el pasado septiembre, lanzaron la "operación antiterrorista" en Chechenia. El comandante guerrillero Salmán Radúyev, responsable de algunas de las más sonadas acciones durante la guerra anterior (1994-1996), fue capturado en Novogroznenski y conducido a Moscú. Vladímir Putin anunció que Radúyev, "uno de los más odiosos jefes de bandidos, está ya donde le corresponde: en la cárcel".

La noticia vale su peso en oro para Putin en la recta final de la campaña presidencial (en la que es claro favorito) y supone una vital inyección de moral para las tropas rusas. Llega en el momento justo, cuando la llamada "fase final" de la guerra, en las montañas del sur de Chechenia, está muy lejos de ser el paseo militar que se pronosticaba en Moscú y registra un elevado número de bajas entre las tropas federales, que incluso perdieron allí 86 paracaidistas de una sola tacada. Hasta en Grozni, supuestamente bajo control total ruso desde hace semanas, hubo 20 bajas en una emboscada.La captura de Radúyev -supuestamente en una operación limpia del Servicio Federal de Seguridad en la que no se disparó un solo tiro- se ha producido tras confusas informaciones sobre la suerte de otro jefe guerrillero, Ruslán Gueláyev. Un alto jefe militar dijo por la mañana que había roto el cerco de Komsomólskoe, donde se desarrollan encarnizados combates desde hace una semana, pero el ministro del Interior, Vladímir Rushailo, lo negó pocas horas después.

Se ignora, por otra parte, el paradero exacto de los comandantes rebeldes Jatab y Shámil Basáyev. De este último, que perdió un pie al pisar una mina mientras huía de la asediada capital chechena, Grozni, se decía que estaba refugiado en una cueva de la estratégica garganta de Argún, pendiente de una operación quirúrgica para cortar el paso a la gangrena. Sin embargo, el jefe del frente Este, general Guennadi Tróshev, admitió ayer por televisión que las fuerzas de los dos jefes guerrilleros habían logrado burlar el bloqueo ruso cerca de las localidades de Ulús Kert y Selmentausen. "¿Adónde han ido?", se preguntó. "Estamos intentando averiguarlo". Y concluyó reconociendo lo obvio: "La guerra no ha terminado".

Radúyev, de 33 años, emparentado por matrimonio con el ex presidente checheno Dzhójar Dudáyev (muerto por los rusos tras ser localizado por una llamada efectuada con teléfono satélite), aseguraba tener a sus órdenes a miles de combatientes integrados en la milicia Ejército del General Dudáyev, que no reconocía la autoridad de Masjádov como, por otra parte, la mayoría de los grupos armados chechenos.

En enero de 1996, durante el primer conflicto con Rusia, Radúyev dirigió una incursión -terrorismo puro y duro, según los rusos- en la vecina república de Daguestán. Una toma de rehenes en un hospital de Kiziliar y una espectacular rotura de cerco en Pervomaiskoe, cerca de la frontera con Chechenia, marcaron esa aventura sangrienta. El señor de la guerra se ha atribuido desde un ataque a la estación de ferrocarril de Piatigorsk (ciudad del Cáucaso en la que el escritor Lermontov murió en un duelo) hasta un intento de asesinar al presidente georgiano, Edvard Shevardnadze. Él mismo ha sido objeto de varios atentados, uno de los cuales le causó heridas graves en la cabeza que exigieron varias operaciones.

Denuncia de atrocidades

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Entretanto, el británico lord Judd, jefe de la delegación del Consejo de Europa que acaba de visitar la zona de conflicto, pidió ayer que el Gobierno de Vladímir Putin investigue urgentemente las denuncias de atrocidades de las tropas federales y tome medidas concretas para garantizar el respeto de los derechos humanos en Chechenia.

Queda poco tiempo. En abril, la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa debe debatir si excluye o no a Rusia. Para entonces, sin embargo, Rusia contará ya con un presidente electo, presumiblemente Vladímir Putin, con suficiente respaldo popular para jugar de nuevo, llegado el caso, la carta del nacionalismo frente a la "injerencia occidental".

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