_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Victoria inequívoca

Las urnas otorgaron ayer a José María Aznar una inequívoca victoria que le permitirá gobernar cuatro años más sin necesidad de pactos con otras fuerzas políticas. La clara mayoría que pedía el líder del PP para su segundo mandato como presidente -y último, según su reiterado compromiso- se convirtió contra pronóstico en mayoría absoluta, un objetivo que casi parecía inalcanzable. Al éxito arrollador del PP le corresponde un fracaso equivalente del pacto de izquierdas, que lejos de movilizar a sus votantes tradicionales parece haber espoleado al centro-derecha. La dimisión de Joaquín Almunia le honra al leer el resultado de las urnas como un mandato claro de renovación de proyecto y de dirigentes en el PSOE. La abstención (30%) es sobre todo una mala noticia para la izquierda, que por primera vez suma menos votos que la derecha. El triunfo de Aznar, que tuvo ayer su día de gloria, corrige todos los augurios que hace cuatro años le pronosticaban un corto recorrido a la luz de su exigua victoria y que siempre le habían señalado un techo alejado de la mayoría holgada. Desde hoy no tendrá que pagar los peajes que durante estos años han condicionado su política autonómica, pero tampoco contará con la influencia moderadora de Pujol en otros terrenos. El PP tiene ahora la oportunidad de demostrar que, además de gestionar la economía sin desmontar el Estado de bienestar, está dispuesto a buscar el consenso con la oposición en las grandes cuestiones aún pendientes. Aznar se comprometió a ello en la recta final de la campaña y ayer proclamó su voluntad de gobernar para todos los españoles. Los ciudadanos le han dado su confianza para hacerlo.

El 12-M ha corregido algunos estereotipos sólidamente instalados: el primero de ellos, la mayoría de izquierda. El PP supera la suma del PSOE e IU en 1,2 millones de votos y casi 50 escaños. El pacto de izquierdas se ha saldado con la pérdida de dos millones de votos y 31 actas de diputado. La lectura más inmediata que cabe hacer bajo la urgencia de la noche electoral es que las elecciones se ganan y pierden en el centro, y Aznar ha sido más convincente para esos electores.

La dimisión de Almunia es lógica en el contexto en que se ha producido y dice tanto de su honestidad como de su falta de acierto: seguramente hizo una de las pocas cosas que podía hacer en la situación que tenía, pero fracasó en toda regla. Que el acuerdo con IU haya sido irrelevante incluso en el Senado, donde podía ser más operativo, indica que los problemas de la izquierda son más profundos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La participación (del 70%) es similar a la de otras convocatorias que se presentaban sin grandes expectativas de cambio de mayoría: las de 1986 y 1989. Los expertos habían adelantado que una baja participación perjudicaría más a la izquierda, dada la amplia movilización del electorado de centro-derecha. Con la economía creciendo a buen ritmo y el país bastante tranquilo en lo político, no había motivos para que quienes habían votado al PP le retirasen su apoyo. La campaña que Rajoy le preparó a Aznar partía de esa hipótesis. Su consigna Vamos a más traducía esa confianza: se dirigía más a retener a los convencidos que a atraer a los indecisos. La estrategia ha resultado tan acertada que le ha hecho ganar medio millón de votos.

Eran los socialistas quienes tenían que arriesgar, y de ahí su iniciativa de pacto con IU, único electorado -junto con la juventud incorporada al censo en los últimos años- del que podían esperar recuperar votos. La evidencia se ha saldado en fracaso. Los 163 escaños que sumaban ambos partidos se quedan ahora en 133, menos de los que consiguió el PSOE en 1996. No ha habido una movilización de última hora comparable a la de hace cuatro años e incluso parece verosímil que la perspectiva de un Gobierno con presencia de ministros de IU haya movilizado a la derecha.

Aznar se anota un triunfo muy importante, lo que obliga a rectificar algunos juicios apresurados sobre su credibilidad como líder del centro-derecha. Ha sabido administrar la ligera minoría de 1996 de manera que ahora puede prescindir de los condicionantes impuestos por los nacionalistas. Las fuerzas que se identifican con esa ideología han demostrado una gran estabilidad: el PNV recupera los dos escaños abandonados por HB con su abstención y los galleguistas del Bloque ganan uno. En general, los nacionalistas aumentan su presencia en el Congreso, aunque CiU pierde un escaño. La estrategia de los convergentes catalanes se verá necesariamente afectada por la nueva situación. Aznar ha dicho en alguna ocasión que incluso con mayoría absoluta intentaría asociar a los nacionalistas a su Gobierno. Sin embargo, sin la capacidad intimidatoria de poder dejar en minoría al Ejecutivo, su influencia será mucho menor.

Los resultados del PP son muy similares a los de González en su segunda legislatura (44% y 184 escaños). Aznar tiene toda la legitimidad para gobernar en solitario, pero no podrá ignorar que más de la mitad de los electores han votado a otras opciones. En su primera declaración pública, el presidente proclamó su voluntad de gobernar para todos los españoles, como habían declarado antes otros dirigentes de su partido. Así debería ser. La mayoría absoluta le permite afrontar su segundo mandato con mayor amplitud de miras que el primero. El Parlamento debe ser el marco donde se plasmen los acuerdos nacionales que Aznar se comprometió a impulsar al final de la campaña.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_