Los médicos dicen que al jugador se le puede negar por alcohólico el trasplante que precisa

George Best, una de las más grandes estrellas en la historia del Manchester United, necesita un trasplante de hígado para recuperarse de su deteriorado estado de salud, pero los médicos que le atienden han advertido de que será muy difícil que lo consiga, según publicaron ayer varios periódicos ingleses.El Sistema Nacional de Salud (NHS) rechaza este tipo de operaciones en casi todos los pacientes que han provocado su propia enfermedad, como es el caso de Best, bebedor en exceso durante los últimos 30 años. La escasez de donantes de hígado hace que los médicos de la Sanidad pública sean muy selectivos a la hora de practicar un trasplante de estas características.

Aunque Best es atendido estos días en un hospital privado, todos los órganos pasan a través del NHS. Best ya ha solicitado el trasplante, pero es consciente de que será casi imposible recibirlo. "Cuando alguien ha destruido su propio hígado, los médicos no son favorables a darle uno nuevo", declaró Alex, la mujer del ex futbolista. "Le han dicho que se recuperará, pero su hígado nunca volverá a ser el mismo", añadió la esposa de the Best, que le acompaña estos días en la habitación del hospital y le anima haciendo crucigramas juntos.

Los médicos han explicado a Best que el trasplante es la mejor solución para que recupere su salud, pero que en cualquier caso debe cambiar también sus hábitos y no volver a probar el alcohol. El ex internacional norirlandés, elegido mejor jugador europeo en 1968, fue ingresado en el Hospital londinense de Cromwell el pasado jueves, con fuertes dolores del estómago y problemas hepáticos debidos al consumo excesivo de alcohol, según subrayaron los médicos. Aunque el futbolista se ha recuperado deberá permanecer ingresado al menos una semana más y su recuperación total será lenta.

Desde que dejó el deporte, Best ha llevado siempre una vida llena de excesos, y la bebida le ha creado numerosos problemas familiares. Ahora ha prometido no volver a beber, tal como le han ordenado los médicos.