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Elecciones 2000

Los militantes de Batzarre respaldan la ruptura con Herri Batasuna La coalición se deshace por la pasividad ante los crímenes de ETA

No ha funcionado. Los militantes y cargos electos de Batzarre, la organización política navarra que concurrió a los comicios del 13 de junio en coalición con Herri Batasuna (HB), deciden estos días refrendar la propuesta de la dirección de abandonar Euskal Herritarrok. La negativa de sus socios a plantarle cara a ETA tras los asesinatos de Madrid y Vitoria ha dado al traste con una alianza que surgió a raíz del anuncio de la tregua y que hizo creer a Batzarre que podrían aplicar juntos una política común de defensa del euskera, el derecho de autodeterminación y planteamientos sociales de la izquierda radical.

La sociedad comenzó con buen pie. El voto de 47.000 navarros significó el mejor resultado electoral de los abertzales en la comunidad foral. Batzarre obtuvo una diputada en el Parlamento foral, una concejalía en el Ayuntamiento de Pamplona y una veintena de escaños municipales en la comarca de La Ribera y el cinturón industrial de la capital navarra. Una representación institucional algo superior a la obtenida cuando concurrían en solitario.Sin embargo, incluso en junio, durante los mejores momentos de la coalición, las divergencias entre ambos partidos eran más que patentes. No sólo por el convencimiento de Batzarre de que si Navarra desea algún día integrarse en Euskal Herria sólo será válida la vía del referéndum. Sobre todo, por la complacencia de HB ante la violencia etarra. Milagros Rubio, la portavoz de Batzarre, tuvo que hacer de tripas corazón cuando vio su nombre precediendo al de José Luis Barrio, autor de las muertes del concejal sevillano Alberto Jiménez-Becerril y su esposa, en la candidatura del 13-J. "No se puede conciliar una contradicción tan brutal. Resulta muy difícil", dice esta diputada, que ha roto la disciplina de voto en EH.

¿Cómo se las arregló con tan peculiar compañero de lista? "Mirando hacia otro lado, tratando de no pensar en ello. Tratando de convercerme de que su condena de 60 años me evitaría verlo por el Parlamento". Así fue. Sólo cruzaron un escueto kaixo (hola) en la constitución del grupo de Euskal Herritarrok (ocho escaños) en el Parlamento foral. "Él estaba con sus padres. Yo apenas le miré. Resulta muy duro". Duro para esta mujer que aspira a vivir en una comunidad donde convivan en paz los que se sienten navarros, los que se consideran a la vez navarros y españoles; quienes sólo se reconocen como vascos, también los vasco-navarros. "Da igual. La tierra es de todos", dice.

Duro es también para la mayoría de los militantes de Batzarre: insumisos, feministas radicales, sindicalistas, cristianos, líderes vecinales, independentistas convencidos. Algunos, con víctimas mortales entre sus familiares: Gladys del Estal, la ecologista muerta por un guardia civil en una manifestación; o los parientes del joven que falleció al recibir una bala policial en la cabeza durante los sanfermines de 1978. El guardia civil fue condenado a la pena mínima: 18 meses de prisión; en el otro caso, ni siquiera hubo juicio. Los años han pasado, pero la memoria sigue intacta. Tal vez por eso hay personas en Batzarre que no tienen las cosas tan claras como Rubio -a la que los ultraderechistas incendiaron el coche- y se niegan a considerar "terrorismo" como sinónimo de la "lucha armada" de ETA.

Tregua

"Claro, piensas en eso y en la ceguera del PP durante la negociación de la tregua, o en la política inhumana con los presos y hasta puedes llegar a entenderlo", dice Jesús Urra, uno de los primeros convocados por Pernando Barrena, el dirigente de HB en Navarra, nada más hacerse pública la voluntad de escisión. "Aunque creemos que políticamente los asesinatos carecen de sentido", añade. ¿Políticamente? "Sí, hay reflexiones muy interesantes sobre la necesidad de la violencia en determinados casos. Contra el nazismo, por ejemplo". Admite que no es comparable la situación del País Vasco con el holocausto, y que se quedaron "helados, tristes, destrozados" ante los cadáveres de Fernando Buesa y Jorge Díez, "pero...".

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Ese pero que queda en el aire es el que llevó a una parte de Batzarre a preferir "esperar, en la confianza de que no vuelva a ocurrir" cuando ETA mató en Madrid al teniente coronel Blanco, en enero pasado. Incluso ahora hay partidarios de continuar esperando, como Patxi Urrutia, que ha aceptado entrar en las candidaturas retiradas el viernes por EH.

Pero la inmensa mayoría de los militantes de Batzarre piensan que ha llegado el momento de cortar. "ETA, tu tiempo ha pasado. En la situación actual de Euskal Herria no se puede matar al otro para obtener unos réditos políticos irrealizables. Son una ensoñación que está fuera de la realidad, porque el hecho clave es que las fuerzas nacionalistas superan escasamente el 50% en Euskadi; el 20% en Navarra y el 10% en el País Vasco francés", dice el conmunicado refrendado estos días por las bases.

El documento menciona a "otra mucha gente, en HB, que piensa como nosotros, pero opta por vías internas y de discreción". Personas de Batzarre aseguran haber presenciado conversaciones en las que líderes navarros de HB han mostrado dudas "éticas y morales" tras los últimos atentados.

No hay forma de comprobarlo. "Mientras EL PAÍS no cambie sus planteamientos ideológicos globales, está prohibida cualquier conversación con HB", dijo el portavoz de prensa del grupo de EH en el Parlamento navarro. "Tal vez no debería ser así. Pero hemos recibido órdenes muy claras y tenemos que obedecer. Lo siento de verdad", añadió.

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