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El voto evoluciona hacia la izquierda

Luis Barbero

Que Andalucía es sociológicamente de izquierdas es algo más que una frase acuñada que se utiliza para explicar por qué el PSOE mantiene su fortaleza en la comunidad, casi sin erosión, y por qué los proyectos de la derecha se han visto condenados al fracaso. Un análisis de los resultados de las cinco elecciones autonómicas anteriores pone de relieve que el electorado andaluz se identifica, de forma mayoritaria, con las opciones de izquierda y que este fenómeno se ha ido acentuando con el tiempo, pese a que el PP ha conseguido un suelo de votos sólido a partir de la mitad de los noventa.En mayo de 1982, el PSOE ganó de forma abrumadora las primeras elecciones autonómicas (obtuvo 1,49 millones de votos, el 52,7%, un millón más que Alianza Popular), hito que precedió a la arrolladora victoria de los socialistas en los comicios generales del 28 de octubre de ese año. Pero, ¿por qué se produce esta victoria? La clave, además de en razones históricas, está en el aún reciente y difícil proceso que sufrió Andalucía para ser comunidad de vía rápida, las que se rigen por el artículo 151 de la Constitución, igual que Cataluña, el País Vasco y Galicia.

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Entre 1977 y 1982, ningún partido como el PSOE supo catalizar la "conciencia regional" andaluza, hecho al que contribuyó la extinta Unión del Centro Democrático (UCD), que entonces gobernaba en Madrid y que abogaba por que Andalucía no tuviese el mismo rango que las llamadas comunidades históricas. Finalmente se consensuó la celebración de un referéndum el 28 de febrero de 1980, que estuvo marcado por las numerosas trabas que impuso el Gobierno de Adolfo Suárez, pero que sirvió para que Andalucía estuviese entre las autonomías de primera.

Para defender sus tesis, UCD dijo cosas como que ser comunidad de vía rápida sometía "a los andaluces a la presión de continuas elecciones para desembocar en un Estatuto que no sería más que un papel". Un error de bulto que ha tenido su proyección en las urnas elección tras elección y que provocó la dimisión del entonces ministro de Cultura de UCD, Manuel Clavero Arévalo.

En su tesis Comunidad Autónoma de Andalucía, el profesor de Derecho Constitucional Agustín Ruiz Robledo destaca que a partir de 1980 la izquierda se centró "en resaltar la conciencia colectiva andaluza y la discriminación a la que era sometida Andalucía frente al trato concedido a Cataluña y al País Vasco". Además, destaca que el PSOE supo dar "una imagen mucho más andalucista" que el resto de los partidos, hecho fundamental para entender la historia contemporánea de Andalucía.

Tras las elecciones de 1982, fue elegido presidente de la Junta Rafael Escuredo, cuyo empeño personal en el proceso autonómico le llevó a una huelga de hambre. Escuredo dimitió dos años después, siendo designado nuevo jefe del Ejecutivo autonómico José Rodríguez de la Borbolla. Éste revalidó la victoria en 1986, incrementando los sufragios obtenidos (1,58 millones). En estos comicios, UCD ya había desaparecido del mapa electoral andaluz y todo el voto de la derecha se aglutinó en torno a AP, posteriormente refundada en el Partido Popular, pero que aún así sólo consiguió la mitad de los votos que el PSOE (745.485). Muy cerca de AP estaba entonces Izquierda Unida, con 598.889 sufragios. Eran los momentos en los que el PSOE era un partido inexpugnable tanto a escala nacional como autonómica y sus mayorías parlamentarias eran implacables.

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Es en las elecciones de 1990 cuando el PSOE sufre su única, aunque ligera, caída de voto en la historia autonómica. Dos factores influyen en este hecho. En diciembre de 1989 se destapa el caso Juan Guerra, en el que estaba implicado el hermano del entonces todopoderoso vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y la oposición comienza a explotar el discurso de la corrupción contra los socialistas. El segundo componente tiene su origen en una crisis interna del PSOE: Alfonso Guerra decide relegar a Rodríguez de la Borbolla e impone al entonces ministro de Trabajo, Manuel Chaves, como candidato a la Junta. No obstante, la mayoría del PSOE es sobrada y, además, tanto PP como IU experimentaron bajones notables. Lo más sobresaliente fue el crecimiento del Partido Andalucista, que se aproximó a los 300.000 votos (el 10,75%), y que consiguió los mejores resultados de su historia.

Los cuatro años siguientes estuvieron marcados por acontecimientos como la celebración de la Exposición Universal de Sevilla en 1992; la construcción de la principal infraestructura jamás realizada en Andalucía, el AVE; la acentuación de las acusaciones de corrupción contra el PSOE y la llegada al PP de Andalucía de Javier Arenas con la misión de moderar a un partido que representaba a la derecha más rancia. De los resultados de las elecciones de 1994 salió un Parlamento fragmentado en el que el PSOE, por primera vez, no tenía mayoría absoluta, pese a aumentar el número de votos (1,39 millones). Arenas consiguió el milagro y obtuvo 1,23 millones de votos, casi el doble que en 1990, e IU veía posible el sorpasso al PSOE (689.815 votos). Comenzó la denominada legislatura de la pinza, en la que IU y PP practicaron un bloqueo de la acción del gobierno que, sólo dos años después, se demostró pernicioso para los dos.

En 1996, con dos presupuestos prorrogados, Chaves decide adelantar las elecciones, haciéndolas coincidir con las generales, una apuesta arriesgada ya que la llegada al poder del PP parecía inminente en Madrid y en Sevilla. La primera condición se cumplió, pero no así la segunda: el envite le salió bien a Chaves. El electorado no entendió bien el pacto explícito entre IU y PP en el bienio 1994-1996 y dio a los socialistas el mayor número de votos jamás logrado: 1,9 millones. El PP también creció (1,46 millones de sufragios), pero la hipótesis de vencer al PSOE en Andalucía se le escapaba, como el agua, de las manos.

Chaves se quedó a tres escaños de la mayoría absoluta (55), pero pactó con los andalucistas para garantizarse cuatro años de estabilidad. Lo logró y ahora afronta los comicios con la expectativa de poder volver a gobernar en solitario. En estos cuatro años, el PSOE ha explotado el discurso de la marginación de Andalucía, como hace 20 años, aunque en circunstancias muy diferentes. Los sondeos indican que los argumentos del PSOE han calado y que con poco que crezca llegará, por primera vez, a los dos millones de votos.

Hoy se comprobará si Andalucía sigue siendo de izquierdas.

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Sobre la firma

Luis Barbero
Es subdirector de Actualidad de EL PAÍS, donde ha desarrollado toda su carrera profesional. Ha sido delegado en Andalucía, corresponsal en Miami, redactor jefe de Edición y ha tenido puestos de responsabilidad en distintas secciones del periódico.

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