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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Del Rastro

El Rastro ha sido y es un referente tradicional, turístico y popular de gran alcance en Madrid. Este mercado al aire libre, donde ahora ya se pueden encontrar objetos y productos de todo tipo, siempre ha atraído a gran número de visitantes, tanto madrileños como foráneos, y los establecimientos de bebidas de los alrededores se saturan para satisfacer las necesidades propias de los que lo visitan. Lo he podido comprobar durante los veintitantos años que llevo viviendo próxima a esta zona.Sin embargo, desde hace poco, aproximadamente un año, se ha producido un nuevo fenómeno en los alrededores del popular mercado. Al amparo del Rastro acuden a la zona de la plaza de San Andrés y a la plaza de los Carros (a 500 metros aproximadamente de la cabecera del Rastro) varias decenas de jóvenes (y no tan jóvenes) que al abrigo de dos o tres bares, se sitúan en la calle, en plena calle, consumiendo litronas, cervezas en grandes vasos de plástico, bocadillos, tapas servidas en platos de plástico para la ocasión, etcétera, y al socaire grupos instrumentales "alegran" la sobremesa de los vecinos de la zona.

La concentración parece no tener otro sentido que beber y comer al aire libre, oyendo los ruidos musicales de las charangas y pasar el rato por allí, sentados en el suelo, algunos mejor tirados en las losas, o en los bancos o muretes de la plaza de San Andrés. No parece ser el lugar más apropiado para estos menesteres (¿romerías se llamaban antes?), que serían mas propios en zonas despobladas (en el campo por ejemplo). Ni que decir tiene que si lamentable es el espectáculo que forman, más lamentable aún es el estado en que queda la plaza y sus alrededores: envases por aquí, plásticos por allá, papeles por otro lado, restos de orines, pues orinan en plena calle, en fin... Ya desde su comienzo hubo denuncias de vecinos al ayuntamiento que como siempre pasa de estos temas. Ni que decir tiene las amables y maravillosas siestas que pasan los vecinos de las plazas y calles cercanas.

Todo esto no parece importar ni al Ayuntamiento, ni a los medios de comunicación. El derecho de los vecinos del centro de Madrid (todavía quedamos más de los que parece) al descanso, al silencio natural, a la intimidad y privacidad en sus casas se ve gravemente alterado por unos ciudadanos que como único signo de progresía y diversión se ponen en medio de calles y plazas a beber, comer y gritar, amén de la amenización musical correspondiente.

¡El puro y simple negocio siempre por delante de los vecinos! Barrios enteros, como el de Las Letras, Malasaña, Alonso Martínez, Bailén v las Vistillas por citar algunos, sufren además de a los "insonorizados" bares de copas, los alborotos de estos bebedores y comedores al aire libre, ahora también en pleno día entre las 14.00 y las 19.00 o 20.00 de los domingos y festivos, en las plazas y la zona citada. ¿Hasta cuando?, ¿tendrá solución? - . .

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