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Reportaje:

¿Hay vida después de Dover?

El triunfo hace un par de temporadas del grupo madrileño Dover ha planteado una serie de incógnitas para las que y según quién, se dan diferentes respuestas. No hay acuerdo en admitir que el éxito del grupo capitaneado por las hermanas Llanos ha cambiado algo las cosas o si el pop y el rock madrileño siguen sin levantar cabeza desde la gloriosa época de la movida, a comienzos de los años ochenta.Una cosa sí parece cierta. Contrariamente a los primeros ochenta en la que la mayoría de los grupos provenían de Madrid con artistas como Los Secretos, Mamá, Nacha Pop, Radio Futura, Glutamato Ye-yé, Gabinete Caligari, Derribos Arias o Alaska y Los Pegamoides, en los últimos años -Dover aparte-, el éxito ha venido de fuera. La descentralización del pop y el rock pasa ahora por grupos como Celtas Cortos, de Valladolid; La Oreja de Van Gogh, de San Sebastián, o Jarabe de Palo, de Barcelona, que gozan de un éxito indiscutible.

Pero igual que entonces, el eclecticismo vuelve a ser la bandera del pop y el rock madrileño. El triunfo de Dover no ha supuesto que hayan venido detrás más grupos de inspiración grunge, con chicas aguerridas al frente y cantando solo en inglés. El castellano vuelve a ser moneda corriente y el abanico de estilos es tan grande, como grande es la capacidad de Madrid para absorberlos.

"Madrid es muy punk-rock", asegura Gema del Valle, de Subterfuge, la compañía independiente que catapultó al éxito a Dover. Su afirmación contrasta con la de los que piensan en la ciudad como la capital del pop. Jesús Ordovás, director del Diario Pop, de Radio Nacional de España (RNE), uno de los programas que más años lleva apostando por los nuevos valores del pop y el rock nacional, cree que "en Madrid se están dando las condiciones para que aparezca una gran banda del pop que vuelva a tener un gran éxito". Su apuesta personal se llama Meteosat, un grupo que rastrea en el sonido más pegamoide -en directo llegan a hacer una versión del célebre Bote de Colón- de los años ochenta, con canciones cortas de estribillos pegadizos y que está a punto de editar su primer disco con la multinacional Universal. "Meteosat ha pasado por todo", comenta Ordovás, "han hecho fanzines, han llevado ellos mismos sus maquetas a las radios, han llamado a las emisoras, se han recorrido mil garitos y han participado en numerosos festivales y homenajes. Su propuesta es la más convincente del pop español, son la sensación del 2000". Su canción, Vilma, es la prueba, un éxito en las emisoras de medio país.

A la encargada de la promoción de Meteosat, Marisa Pérez, le encantaría que se cumplieran las previsiones de Ordovás, pero ella, que en tiempos fue programadora del desaparecido Revolver Club y descubrió al más célebre grupo vasco de hardcore Soziedad Alkoholika (S.A.), se exalta cuando elige a Red Shift y a The Brickers -creado con ex miembros de Sex Museum y Pleasure Fuckers- como los dos grupos que a ella, hardcorera de pro, le gustaría que se hicieran también muy famosos.

Del Valle cree que el éxito de Dover sólo ha servido "para que los medios de comunicación se pongan las pilas". "Ha abierto esas puertas", afirma, "porque el éxito de Dover les pilló de sorpresa y ahora los comentaristas musicales quieren hacer como que están al loro".

Ordovás, por su parte, afirma tajantemente que "sí hay vida después de Dover", y se basa en el hecho de que el propio grupo haya fundado un sello -Loli Jackson, en homenaje a una de sus más célebres canciones- para editar a los artistas que les gustan. "La estela de Dover", continúa Ordovás, "se nota en el recopilatorio The Power of Dolores, un disco con un montón de bandas nuevas en su onda. Y se nota sobre todo en un grupo como Turbolovers, que cantan también en inglés y hace poco llenaron El Sol sin siquiera tener un disco en la calle". Las apuestas de futuro de Loli Jackson, el sello que dirige Dover, se llaman Sperm, que actualmente graban su primer disco en Seattle, o Superskunk, con disco ya funcionando.

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Un asunto que sigue siendo polémico es el de la utilización del inglés como idioma principal. Jesús Ordovás apuesta por el español, mucho más utilizado ahora tras unos años de predominio lingüístico sajón, y cree que es "porque con el inglés no se llega a la gente, a excepción de Dover". Efectivamente, las más recientes hornadas del pop madrileño mantienen el español como idioma primordial, aunque no desdeñan meter de vez en cuando alguna canción o estribillo en inglés. Son los casos -aparte de los ya citados Meteosat- de Mastretta, un instrumentista que se ha rodeado de mujeres para grabar su segundo disco, Luna de miel; los elegantes Penélope y Carlo o Fangoria; las garajeras Undershakers -madrileñas de adopción tras dejar su Asturias natal-, los punkies The Webelos o el grupo de tecno-pop Sukiyaki.

El rock más fuerte que surgió hace un par de temporadas en la periferia madrileña está viviendo una pequeña crisis. Sobrinus, de Móstoles, ha pasado de ser la gran esperanza blanca del rock de barrio a un grupo en busca de compañía discográfica, y eso que grabaron dos excelentes discos en el sello Siroco, que amparaba el club madrileño de igual nombre. La situación de Buenas Noches Rose viene a ser bastante parecida.

Marta, de la oficina de Siroco, piensa que lo de Dover -cuyas primeras actuaciones se celebraron en ese club- no ha significado una mejoría para la situación en general del circuito del rock madrileño. Y asegura:"A la sala sigue viniendo la misma cantidad y el mismo tipo de gente que antes, no creo siquiera que el gran público se haya enterado de lo que ha pasado con Dover. Su éxito no ha supuesto un cambio sustancial, salvo, supongo, para ellos mismos". El escepticismo de Marta cambia cuando tiene que nombrar a las bandas que a ella ahora más le gustan: "Sin duda, La Vacazul y Sugarless. Son muy buenos".

Ponerse de acuerdo en cuál es el estilo predominante en el pop y rock madrileño es otro asunto complicado. Se suele convenir que ya no hay uno determinante, y eso que el sonido madrileño se ha identificado siempre por dos escuelas: la que instauró hace varias décadas el carabanchelero Rosendo, tras la que siguieron Los Enemigos o Porretas; y la del pop más preciosista en la onda Antonio Vega.

A estas líneas tradicionales, hay que añadir ahora, según Gema del Valle, "el gran momento de la música electrónica y los DJs. Madrid, además de ser punk, es muy rapera y hip-hopera. Todo un fenómeno al que los medios aún no han hecho caso". Subterfuge, su compañía, no ha abundado en sacar otros grupos igual que Dover, porque, según ella su conducta "no es la de las multinacionales, que si triunfa un cantautor aparecen cien iguales, o si es un flamenquito, van otros tantos detrás". "Lo nuestro", afirma Gema refiriéndose al comportamiento de una discográfica independiente, "no es intentar repetir el éxito con la misma fórmula. No buscamos el triunfo económico, sino artístico".

La lista de artistas electrónicos sería larga de dar, pero merece la pena destacar a Klub -con mucho de rock por ser dos de sus miembros, Luis Auserón y Enrique Sierra, antiguos componentes de Radio Futura-, Carlos Jean, Big Toxic, Supercinexine o Said Effects. Por su parte, Frank T., CPV, Los Verdaderos Creyentes de la Religión del Hip Hop o Jota Mayúscula ya son raperos reconocidos.

La Cabra Mecánica, Hechos Contra el Decoro o El Combo Linga desde el mestizaje con lo latino junto a Orujo de Brujas, Scandal Sue, A Palo Seko, Canallas, Mamá Ladilla y, sobre todo, Ska-P podrían conformar una cuarta vía hacía el pop-rock de compromiso social. En esta misma vía se encuentran Hache, el grupo que lidera Joseba Elola tras irse al traste Tribu X; o Beholder, la banda de Alcalá de Henares (como A Palo Seko) llamada a desenquistar el heavy metal español, un género que ha evolucionado poco en los últimos años.

El caso de Canallas es más que significativo. Aunque en su discografía tienen ya un par de contundentes discos, es ahora cuando están empezando a ser famosos. Y todo por haber publicado recientemente un disco con canciones del bando republicano de la guerra civil española en clave de rock.

En las canciones de estos grupos combativos se atisba un mensaje de insatisfacción y rabia y llevan una gran carga de crítica social. A ellos habría que añadir la sensación de última hora, Guerrilla Gorila, un "grupo de reggae blanco" -según reconocen en sus actuaciones- que tras la estela de The Clash y Mano Negra no se cortan de incorporar en su repertorio un viejo porro de la colombiana Totó La Momposina, El pescador.

Como en todo, el futuro es siempre lo más incierto. "Hay que ser optimista", dice Ordovás, "hay que esperar siempre que va a pasar algo bueno y no quedarnos en que lo anterior fue mejor. Ahora hay la misma intensidad de creación que en la célebre movida. El pop es lo que es, grandes sensaciones que duran lo que duran. Que los grupos aparezcan y desaparezcan, o haya mejores o peores rachas, es lo que ha pasado siempre".

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