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Tribuna:Elecciones 2000
Tribuna
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Barreras

Perdonen que hoy hable bajito, en minúsculas, con más vocales que consonantes, pero es que no quisiera molestar a nadie en un día dedicado a la reflexión. Si ven que levanto demasiado la voz, aparten el periódico un poco para escucharme más de lejos y moderar así la incómoda presencia de un extraño en su intimidad electoral.También yo quisiera deliberar sobre la mejor opción, pero nada, no lo consigo, se me va la cabeza por otros derroteros más cercanos al detalle que a lo fundamental. Por ejemplo, me parece demasiado tiempo tener 24 horas por delante para reflexionar. ¿No sería mejor cinco minutos cada día que un día entero cada cuatro años? En esto pasa como con el alcohol del fin de semana, si supiéramos beber civilizadamente todos los días, dejaríamos de utilizarlo como anestesia general para el sábado noche. Cada día me gusta menos eso de vivir a tope pero sin drogas, prefiero ponerme un límite y negociar el resto. Pero ya estoy levantando la voz, tienen que disculparme.

Lo que me gusta es que los partidos tengan cada vez más facilidades para comunicarse con nosotros. Al principio todo era mitin y altavoces, demasiado ruido para aclarar las ideas. Después vinieron los carteles, la prensa y la radio. Mejor, mucho mejor. Pero ahora está la televisión y se extiende Internet. Todo más limpio, más racional, más pensado. Se acercan a nosotros para hacer en-cuestas, nos llaman por teléfono para conocer la opinión pública y hasta nos agradecen haberlos atendido. La fluidez electoral mejora por momentos.

Sin embargo, nuestra comunicación con ellos ha cambiado menos, la liturgia del voto es casi igual que hace décadas. Construir un censo, sortear mesas, constituirlas, salir de casa, hacer colas, identificarse. En el momento de introducir la papeleta, aparece el candidato al que no votamos, le hacen fotos y le sonreímos violentos para disimular. ¡Tan cerca pero tan lejos!, pensamos. Es cierto que siempre podemos recurrir a la cabina, pero resulta incómodo. Cuando entro y veo que detrás de mí hay varias personas esperando a que termine, siento una especie de cistitis intelectual, me pongo nervioso y ya no consigo encontrar el voto ni sé donde ponerlo. La timidez también es una barrera electoral, y a veces más que la lluvia, la playa o la comida familiar.

Tenemos que eliminar barreras para la próxima ocasión, facilitar las cosas y seguro que aumenta la participación de forma considerable. Por los cables informáticos y telefónicos circulan en la actualidad millones y millones de monedas, se fusionan bancos, compramos de todo, nos comunicamos enteros y por completo, y la probabilidad de fraude es mínima. Si el dinero de la red está eufórico, si circula seguro y con garantías, por qué no van a circular nuestros votos de la misma forma. Incluso Hacienda nos lo pone más fácil, ya que podemos pagar por múltiples y cómodos procedimientos. ¿No les tentaría poder votar en dos cómodos plazos y con unos cuantos meses de diferencia?

Pero bueno, siempre hay barreras y siempre las superamos. Mañana habrá que cumplir con todo el ritual, sonreír con moderación y votar con desenvoltura, aparentando seguridad. Reflexionar, lo que se dice reflexionar, eso a las 12 de la noche del domingo. Entonces sí, y sin que nadie pueda reírse mucho.

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