De sondeos y conjeturas
Estoy de acuerdo con Robert Worcester cuando afirma, en Sondeos políticos y electorales (y cía. 1999), que realizar un sondeo político electoral es una empresa bastante sencilla. Tan sencilla como seleccionar la muestra representativa a la que se le deben plantear las preguntas bien detalladas, para dejar después que los analistas se encarguen de sumar las cifras correctamente. Estaríamos ante lo que podríamos denominar como punto de confluencia del arte de plantear problemas políticos mediante la formulación de preguntas y la técnica del muestreo.¿Su utilidad? Tan sencilla también como informar, instruir y entretener. Informar para dar a conocer a los interesados lo que opinan las personas encuestadas; instruir para que la opinión pública disponga de nuevos elementos para emitir juicios, y entretener para que la prensa escrita cumpla con el rito electoral de poner a disposición de sus lectores interesados en política, especialmente los fines de semana, del morbo y la curiosidad de seguir las tendencias electorales.
En las pasadas elecciones autonómicas y municipales del 13 de junio, me arriesgaba en estas mismas páginas a emitir un pronóstico sobre cuál iba a ser el escenario más probable tras el cierre de las urnas. Vaticiné una victoria por mayoría absoluta del PPCV, situándola en el umbral de los 50 escaños; el margen del PSPV, estaría en torno a los 34, y EUPV en la barrera de los cinco. Para UV y BNV pronostiqué que no obtendrían representación en las Cortes Valencianas. ¿Magia? ¿Profetismo? ¿Suerte? Evidentemente que no, a pesar de lo que en esta línea afirmo algún amigo en la prensa local.
El secreto hay que buscarlo en la ciencia demoscópica que, como tantas otras en la actualidad, está lo suficientemente avanzada como para que si se dan los condicionantes adecuados: muestreo representativo y preguntas apropiadas para obtener el resultado deseado, así como los correctores requeridos por el técnico analista, puedan diseñarse las estrategias a desarrollar en una campaña electoral por cada partido político en competencia por el poder.
Estamos de nuevo en campaña. El próximo 12 de marzo votaremos a los diputados y senadores que conformarán la VII Legislatura de las Cortes Españolas. En el horizonte político autonómico aparecen tres preguntas que en las circunstancias actuales se debe plantear cualquier analista demoscópico.
Por una parte, será necesario preguntar si tanto el PSPV-PSOE como EUPV han superado ya su profunda crisis de liderazgo, si UV podrá sobrevivir políticamente frente al reagrupamiento del tradicional voto valencianista de centro derecha en torno al PPCV, y por último, si existe espacio electoral para una opción nacionalista democrática valenciana al margen de las tentaciones del "voto útil" que pide la izquierda de ámbito estatal. Asimismo habrá que calibrar el grado de incidencia en el electorado valenciano del pacto entre el PSPV y EUPV. Un electorado cada vez más centrado y razonablemente satisfecho con las políticas de empleo, bienestar social, cultura y de infraestructuras desarrolladas por el actual Consell presidido por Eduardo Zaplana. Un electorado que se siente a gusto con su personalidad dual española y valenciana, que valora positivamente su identidad y su lengua propia, pero que considera a la Comunidad Valenciana como parte integrante del Estado español. Un electorado mayoritariamente así, ¿responderá positivamente al llamamiento confuso, embarullado y hasta regresivo formulado por las actuales direcciones burocratizadas de la izquierda?
En el PSPV-PSOE existen demasiados intereses para que Ciscar fracase el 12-M. Se desgajaría una nueva cortada del melón de la sucesión, donde alguna alternativa nueva podría servir para garantizar un consenso que frenara otra intentona de Lerma. Pero ¿qué hacer con Ciscar en el 2003? En cuanto a EUPV, igualmente, existen demasiados intereses en la dirección del PCPV, todavía anclado en el pensamiento Anguita para que el 12-M Ribó y Frutos no se salgan con la suya. Pero, ¿qué hacer entonces con Ribó si Presen Urán se sienta en la Carrera de San Jerónimo? Y en UV, con una razón de ser y de existir cada día más difuminada desde el momento en que el PPCV ha asumido sus propuestas de valencianizar la política; y en el Bloc-Els Verds, ¿cómo puede una dirección no aprender de sus propios errores?, ¿Cómo se puede aspirar a ser árbitro y querer captar el voto útil de la izquierda cuando se practica una política seguidista del PSPV y de EUPV?
Con estos mimbres, fácil es el arte del cestero. De entrada sabemos que los actuales sondeos nacionales presentan una gran cantidad de indecisos, que son votantes potenciales del PSOE y de IU. Que el actual pacto de izquierdas ha movilizado al electorado a la derecha del PP. Y que cuanto más aparecen juntos Frutos y Almunia, más se decantan los indecisos: o a votar al PP los primeros, o a abstenerse los segundos. Y si esto ocurre en España, en la Comunidad Valenciana se abre mucho más la brecha, como ocurre con los ciclos económicos o climáticos, como muy bien sabía Blasco Ibáñez y nos ilustraba de ello en su periódico El Pueblo.
Ese es el escenario para el análisis de la aritmética demoscópica. Y de él podemos intuir la siguiente conjetura: En España, el PP superará con holgura la barrera de los 165 escaños; el PSOE quedará por debajo de los 145; IU no llegará a los 15; CiU superará esa cifra, y el PNV repetirá los de la presente legislatura, aunque pueda recoger alguno más debido a la abstención de EH; Coalición Canaria podría formar grupo parlamentario con cinco escaños, y el BNG puede que se lo pida prestado a ERC. Ante este panorama, José María Aznar formaría gobierno de nuevo con la posibilidad de elegir aliados. ¿Y en la Comunidad Valenciana? Con la confiaza con que actualmente cuenta el PPCV, las posibilidades de llegar a los 17-18 años son más que reales; el PSPV estaría alrededor de los 13 y EUPV, con pocas probabilidades, no más allá de uno o dos. Ni UV ni el Bloc-EV-VpC obtendrán escaño alguno.
Como siempre, una conjetura. No sólo como el divertimento de un analista político, sino también para que durante los próximos días de campaña podamos seguir las estrategias necesariamente cambiantes de los actores políticos, cuyo destino se sellará puntualmente a las 20.00 horas del próximo 12 de marzo. Allí quedamos emplazados. Hasta entonces cautela y prudencia, como diría el secretario de Relaciones con las Cortes, José María Michavila.
Rafael Blasco es consejero de Empleo.
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