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Carnaval

E. CERDAN TATO

¿Se ha descubierto un principio que aliente la transmutación de Teófila Martínez en Rosa Luxemburgo?, ¿llegará Eduardo Zaplana a superar la estatura épica de Emiliano Zapata?, ¿se dispone José María Aznar a birlarle el apelativo de "amigo del pueblo", a Jean Paul Marat?. En vista de cómo está el patio, en principio los expertos guardan un cauteloso silencio. Una crisis de identidad familiar recorre nuestro modorro cacicazgo, y España se dispone a expiar las culpas de toda esa estela de pensamientos fulminados. Mientras los sansculottes tomaban la Bastilla y los bolcheviques asaltaban el Palacio de Invierno, la gran burguesía nacional hacía la siesta, y le daba a la tragantona, a la tauromaquia y a la escenografía de apariciones marianas. Hasta que los herederos de tanta rapacería acumulada y sus sumisos administradores, han descubierto Europa. Primero, desde la caverna donde se reproducen, enviaron una expedición de panolis en busca de un centro evanescente.

Y frustrados sus propósitos, se han blindado con sus reservas de cinismo y han entrado en el almanaque de las revoluciones. Qué obscenidad: una derecha así, ha soltado a Teófila Martínez para que les monte un maquis de etiqueta, en la serranía andaluza. Y por sorpresa, el propio Aznar ha anunciado la primera semana triunfal de su segunda revolución fiscal, y ya insinúa su próxima jugada: el Estado pagará impuestos a los jubilados y a las rentas salariares más bajas. En el colmo del delirio, Zaplana vocea otra revolución sobre pensiones, y Trillo, en un ejercicio de incoherencia, mendiga el voto a los detestables socialcomunistas. Pero no se alarme la tradicional parroquia de la reacción: continúa tan silvestre como de costumbre, y todo esto no pasa de una pura carnavalada. La chirigota conservadora apesta aún tras la máscara. Y, por si quedara algún escrúpulo, Pinochet ha sobrevolado La Moncloa para agradecer a su inquilino los amaños prestados, y hasta le ha ofrecido una plaza en su avión. Cuánta imprudencia.

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