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No hay Guerra, no hay 'caña'

Lourdes Lucio

ELECCIONES 2000 ANDALUCÍA

Los militantes socialistas están huérfanos de alguien que dé caña a sus adversarios políticos. En todas las campañas del PSOE, desde que de nuevo se puede votar, el papel de agitador, polemista y animador lo ha asumido Alfonso Guerra. A nadie se le ocurre en un mitin del PSOE pedirle a gritos al candidato de la Junta de Andalucía: "Manolo, machote, arráncale al bigote". Felipe González corta casi en seco estas peticiones.La rotura de un pie (cómo no, cogiendo un libro de una estantería) ha dejado fuera de combate mitinero al ex vicesecretario general del PSOE y candidato al Congreso por Sevilla, y en esta campaña de actos en recintos cerrados, televisiva, fría y de Internet nadie ha logrado hasta hora calentar el ambiente como lo hace él.

Hay quien dice que ha visto mítines de Alfonso Guerra en los que nadie le ha celebrado las gracias, pero son legión los que juran lo contrario. Guerra polariza los mensajes entre izquierda y derecha, a la que ataca sin piedad, y lo hace de forma que todo el mundo lo entiende. Por ejemplo: "La derecha acecha detrás de las matas". Su estilo de me ha dicho uno del PP le da pie a hilar una retahíla de invectivas sobre los dirigentes conservadores del tipo: "Me han dicho que lleva el bolso lleno de cruces gamadas", aseguró en una ocasión en la campaña de 1994 en alusión a un eurocandidata. Y a José María Aznar le ha buscado un buen número de definciones que van desde "todos los que tienen un felpudo maldito dan la misma talla", equiparando los bigotes de Aznar y de Franco, a "el señor del cartel del fondo azul". Aznar, en boca de Guerra, puede sufrir un "ataque de ictericia, ponerse amarillo" por el premio Carlomagno concedido a González en 1993.

Fue ésta la última campaña que el ex vicesecretario general hizo de acuerdo con la agenda que elaboraba la dirección regional del PSOE de Andalucía, a causa de la crisis entre guerristas y renovadores. Desde entonces Guerra participó en los mítines que le organizaban sus fieles, como uno memorable celebrado en Pruna, una localidad de 3.500 habitantes en el que convocó a 2.00 personas, en el que lució su micrófono inalámbrico y sus seguidores vendieron pañuelicos rojos, a 200 pesetas, con su nombre.

Esta vez Guerra estaba dispuesto a participar dentro del circuito de las direcciones federal y regional y aseguran los que lo han visitado que da continuamente ideas para exponer en la campaña.

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