¿DE VERDAD DIJE...? "Estella es la pista de aterrizaje de ETA" Iñaki Anasagasti, en octubre de 1999

Eduardo Pérez Molina ha dejado de practicar su deporte favorito, el fútbol, para dedicar todo su tiempo a los estudios de segundo curso de bachillerato en el instituto La Flota, en Murcia. Cumplió los 18 años en julio del año pasado y, por tanto, podrá ejercer su derecho al voto el 12-M, lo que espera "con ganas".Pregunta. ¿Tiene claro a quién votará el 12 de marzo?

Respuesta. Sí, pero no estoy totalmente de acuerdo con la política del partido al que voy a votar.Corregiría cosas.

P. ¿Qué mensaje político le llama más la atención?

R. El de la izquierda, porque atiende más a los intereses de toda la sociedad y no sólo a los de un determinado grupo.

P. ¿Qué asuntos le preocupan más: el medio ambiente, el empleo, la educación....?

R. Pienso que todas estas cuestiones me afectan directamente y que los partidos y sus políticas deben interesarse por todos aquellos que afectan a la calidad de vida de los ciudadanos.

P. ¿Conoce las candidaturas de los partidos que se presentan por tu comunidad?

R. Sí, sé quiénes son los cabezas de lista.

P. ¿Es optimista con respecto al futuro?

R. Sí, porque pienso que hace poco tiempo que se ha tocado fondo. No hay guerras cercanas y los demás problemas se van solucionando. Creo que hay que ser optimista y por eso espero que no se centre todo en los intereses económicos y se piense más en mejorar la calidad de vida o en respetar el medio ambiente.

Josep Maria Flotats observa desde una cierta distancia las elecciones. "Claro que me interesan, aunque lo mejor sería decir que me gustaría que me interesaran". El actor y director de Arte, aun así, está pendiente de lo que sucede en la campaña: "Cuando vivía en París seguía las elecciones por la prensa, ahora hago lo mismo. Jamás he ido a un mitin".Flotats prefiere no pronunciarse sobre sus intenciones de voto. "No respaldaría jamás ni a la extrema derecha ni a la extrema izquierda. Creo que es una buena respuesta para salir del paso porque para mí el voto es secreto, parte del juego de la democracia. Al cien por cien no estoy de acuerdo con ningún candidato. Eso sí, al ganador le pediría un presupuesto digno para la cultura".

Una radiante Ana Blanco, con su mejor sonrisa modelo Eureka 2000, me informa desde TVE-1 de que, desde hace un año, las mujeres que se enfrentan al parto pueden acceder, en los centros del Insalud, a la anestesia parcial llamada epidural. "Un 83% de las embarazadas han tenido la posibilidad de disfrutarla de forma gratuita". No me extraña. Yo me la pediría, sin estar preñada e incluso pagando. Sólo que con una salvedad: quiero la epidural de cintura para arriba. Es la única forma de que no me inyecten la subliminal, que es ese extraño líquido eufórico que te meten en la médula a cualquier hora y que sube y sube hasta el cerebro hasta convertirlo en receptáculo fascinado de la estupidez reinante.El otro día, sin ir más lejos (qué más quisiera yo: irme bien lejos), un señor que se presenta a las elecciones dijo que "a España no hay quien la pare, y que nadie pretenda parar España" y ya ven, yo iba por el paseo de Gràcia y, de repente, se oyó un bramido de sirenas y no tuve más remedio que apartarme: era España, que venía disparada y, a lo peor, disparando. Luego dijo el mismo líder que tenía "un proyecto sólido para España", y casi me quedé en el sitio cuando se me cayó el proyecto a pocos centímetros. Y es porque estaba, esta pobre mujer, subliminada de narices, por todos los frentes.

La epidural, que la he vivido en mis carnes y en época de placenta cerril, o sea, que fue más bien para quitarme la rótula, te deja de un insensible que da gusto, pero sólo en lo que respecta al hemisferio inferior, mientras el cerebro permanece muy consciente del dolor que deberías estar sufriendo por debajo de no estar hecha una goma, de puro anestesiada. Es por ello que también te dan Nolotil en vena. Porque el sufrimiento no te lo quita ni el Gobierno.

Con lo cual quiero decir: este país no irá verdaderamente como un cheval fou hasta que la Seguridad Social pague la epidural de arriba abajo y durante todo el año, no sólo los nueve meses de embarazo. Sólo en estado de epidural hasta el moño me siento capaz de votar después de: a)haber visto a Xavier Trias desayunando tremendo bocata butifarra en un fiestorro local; b)haber visto a Josep Piqué con gorra campera de latifundista sevillano, disfrutando de los jolgorios del Día de Andalucía en Manresa, y c)haber visto a mi Jose propagando la Segunda Revolución Fiscal con su corbata predilecta para anunciar buenas nuevas, una rosa de seda lisa que para sí la quisiera Al Pacino en El Padrino II.

Lo malo de la epidural, y de la subliminal, es que no es como la anestesia tipo Urgencias que te pone George Clooney mientras te mira a los ojos, y de la que despiertas poco a poco, con un dolor suavecito. No, la gratis total que nos están aplicando es una traicionera que, cuando se le pasa el efecto, aúllas de retortijones y calambres. Como la promesa de menores impuestos: que mientras te los quitan por un lado te amodorras, pero cuando te los quitan por el otro, sin avisar, como que no tienes consuelo ni morfina.