Almunia recuerda a Aznar que incumplió su promesa de bajar la presión fiscal
El candidato socialista a La Moncloa, Joaquín Almunia, entró ayer en el debate sobre la reforma fiscal planteado por José María Aznar, pero no lo hizo para discutir las propuestas, sino para exigirle que "rinda cuentas" de su gestión en estos cuatro años. Según Almunia, la credibilidad del presidente del Gobierno a la hora de prometer una rebaja de impuestos es "próxima a cero", porque en 1996 también se comprometió a ello, y la presión fiscal en España no sólo no se ha reducido, sino que se ha incrementado en dos puntos del producto interior bruto (PIB).
Tanto en Santander, ante un reducido auditorio de unas 300 personas congregadas en un hotel, como en A Coruña, ante casi 5.000 simpatizantes que abarrotaban el Palacio de Congresos, el secretario general del PSOE recurrió a una nutrida panoplia de argumentos para intentar pinchar la principal baza electoral del PP."¿Qué credibilidad tiene un Gobierno cuyo portavoz, el señor [Josep] Piqué, no ha pagado sus impuestos?", se preguntó ante el entusiasmo del público, antes de recordar que el titular de Industria no es el único ministro que ha formado una sociedad patrimonial para tratar de reducir sus pagos a Hacienda.
Almunia reconoció que los populares han "bajado un impuesto, el de la renta", pero lo han hecho, subrayó, "de manera extraordinariamente desigual", beneficiando "muchísimo a unos pocos y poquísimo a la inmensa mayoría". Por el contrario, todos los demás impuestos, y en especial los impuestos indirectos, los que gravan los precios, "han subido y lo han hecho para todos por igual", agregó, refiriéndose al coste de la electricidad, la gasolina o el teléfono, cuyos aumentos no tienen parangón a los de otros países europeos, con circunstancias similares a las de España. "Ha sido una injusticia como la copa de un pino", sentenció. Y puso un ejemplo: "El hijo de Rodrigo Rato desgrava tres veces más dinero que el del chófer que le lleva cada mañana a su ministerio".
Compromiso
Frente a las promesas "increíbles" de Aznar, pues no se puede creer a quien no ha cumplido, Almunia contrapuso su compromiso de no aumentar la carga impositiva, sino mantenerla, pero modificando su composición para corregir los desequilibrios y hacerla más equitativa. En concreto, abogó por aumentar la participación de las rentas del capital y reducir la de las rentas del trabajo en los ingresos del Estado y por reformar el impuesto sobre las plusvalías que aprobó el PP al inicio de la legislatura. Eso sí, como símbolo de que no aumentará la presión fiscal se comprometió a mantener la actual tarifa del IRPF, que implantó el PP con las críticas del PSOE.
Almunia pidió a los españoles que sigan el ejemplo de los Estados Unidos, cuyos electores negaron la victoria al presidente George Bush, padre del actual candidato republicano, cuando concurrió a la reelección tras haber incumplido su promesa electoral de bajar los impuestos. "Sólo le creyeron una vez", afirmó.
A su juicio, hay que ser especialmente serio y riguroso a la hora de asumir compromisos en materia fiscal. "Quienes creen que se puede comprar la voluntad de los ciudadanos de este país bajándoles 2.000 pesetas al año los impuestos es que no los conocen", dijo.
El candidato socialista advirtió además que la extensión y mantenimiento del Estado del bienestar no es compatible con una política basada en "desmantelar el sistema tributario" y prometer "regalos fiscales al tun-tún" como está haciendo Aznar. Sobre todo, porque España se ha comprometido ante la UE, a través del Programa de Estabilidad, a unos objetivos en matera de déficit público a los que se va a "atener al cien por cien". Recordó que el PP ha copiado ahora la oferta del PSOE de incluir la atención bucodental a los niños en el sistema sanitario público, cuando hace sólo dos meses la ridiculizaba calificándola de "gratis total".
Para los socialistas, el propósito del PP es "socavar los cimientos" del Estado del bienestar, desprestigiando y dejando sin recursos a los sistemas públicos de protección social, a pesar de que España está muy lejos de los niveles europeos e incluso ha retrocedido en los últimos cuatro años, para que los ciudadanos desconfíen y busquen su aseguramiento en el sector privado.
En A Coruña, provincia por la que es cabeza de lista el ministro de Sanidad, Jose Manuel Romay, Almunia criticó con dureza la gestión del servicio nacional de salud en el que, dijo, se han introducido "cuñas", cuando no un verdadero "caballo de Troya", por lo que no podrá sobrevivir a otro Gobierno del PP.
Aunque no llegó a leer este punto, el discurso de Almunia incluía el compromiso de suprimir las fundaciones sanitarias y la gestión privada de hospitales públicos en sus tres primeros meses de mandato si gana las elecciones. Sí dijo, en cambio, que en materia sanitaria todas las comunidades autónomas ha sido discriminadas por el PP en comparación con Cataluña, simplemente porque Aznar necesitaba los votos de CiU para gobernar.
Cena con juristas
Almunia concluyó su jornada en Madrid, en una cena multitudinaria de juristas progresistas, con quienes coincidió en que la última legislatura ha empeorado la justicia, "más lenta, distante, cara y poco atenta a las víctimas", informa Bonifacio de la Cuadra. El candidato socialista resaltó la deslegitimación que el PP ha hecho del órgano de gobierno de los jueces y se comprometió a intentar desde el Gobierno un consenso sobre la justicia, para lo que recordó que "hay que ganar a un PP miope, no preocupado por el futuro y que sólo se ha dedicado a acumular poder". Almunia apeló a la cultura de la izquierda unitaria para traducir una mayoría ciudadana en un programa de gobierno "que imponga la justicia no sólo en los tribunales, sino en toda la sociedad".
Entre los juristas que precedieron a Almunia, Diego López Garrido, líder de Nueva Izquierda, dibujó un Ministerio de Justicia de filosofía corporativa, arrollado por Interior, Exteriores o Economía y en donde la ministra Mariscal de Gante y el fiscal general "del Gobierno", Jesús Cardenal, "no sólo representan a la extrema derecha, sino a la incompetencia más absoluta".
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