Shoji Jo se reivindica Dos goles del delantero japonés lanzan al Valladolid a la victoria frente a un Oviedo que se hunde un poco más
Tenía que ocurrir tarde o temprano. Shoji Jo tenía que estrenarse. Y lo hizo ayer, por partida doble y en los momentos clave. El futbolista japonés abrió el marcador con un golazo y cuando parecía que el Oviedo se acercaba con peligro, remató la faena con el segundo gol. Fue lo único del partido que se salió del horror general.Llevaba ya un puñado de carreras hacía el área rival, muchas de ellas en posición de fuera de juego. Pero la historia tuvo un final feliz. Su entrenador lo resumió así: "Dos golazos, dos orejas y vuelta al ruedo". Lo de Shoji Jo en Valladolid no deja de ser un sueño para todos, para él, para sus compatriotas y para el Valladolid. Shoji Jo hizo un golazo. Corrió una vez más hacia el área, iba casi solo, olió la llegada desde atrás de Danjou y frenó en seco; el defensa pasó de largo y Jo se quedó solo de nuevo, se relajó y la pegó con la zurda al palo contrario. El japonés lo celebró con una voltereta, con una carrera por la banda, con mil saltos y mil abrazos. Después volvió a marcar para darle a su equipo la victoria y para que su incorporación al Valladolid tuviese más sentido que el del marketing.
VALLADOLID 2OVIEDO 1
Valladolid: César Sánchez; Torres Gómez, Santamaría, Lozano, Heinze, Marcos; Caminero (Eusebio, m.67), Javi Jiménez, Rodrigo; Víctor y Jo (Peternac, m.82).Oviedo: Esteban; Losada, Onopko, Danjou, Bango, Rabarivony; Rubén (Ania, m.53), Keita, Pompei (Fabio Pinto, m.53); Juan González (Iván Iglesias, m 42) y Dely Valdés. Goles: 1-0. M.34. Shoji Jo se escapa desde su propio campo, quiebra espectacularmente a Danjou dentro del area, y con tranquilidad bate a Esteban de tiro cruzado. 2-0. M.70. Pared entre Eusebio y Torres Gómez, que centra desde la línea de fondo y Shoji Jo cabecea a la red desde el punto de penalti. 2-1. M. 84. Iván Ania saca una falta y Bango cabecea a la red. Árbitro: Iturralde. Amonestó a Keita. Unos 14.000 espectadores en Zorrilla.
El Oviedo, por contra, demostró que sus males se hallan en su tradicional ausencia de referencias. Un puñado de jugadores agrupados en una franja de apenas treinta metros, un equipo que para colmo defiende mal. Luis Aragonés no ha conseguido dar un sentido a lo que hacen sus hombres sobre el campo, porque el Oviedo no juega a nada. Juega sólo a lo que salga y poco más.
Con ese rival, el Valladolid tenía poca cosa que hacer al margen de ganar. Y todavía le costó, porque le ocurre un poco lo mismo que al Oviedo, que no tiene claro a lo que juega; o que para jugar a lo que quiere necesita otro tipo de futbolistas. Sin ir más lejos, un delantero centro.
El Valladolid ayer fue mucho menos malo que su rival, pero lo demostró solo cuando el Oviedo vio que no tenía por dónde entrar en el área del Valladolid. Y eso que ayer Manzano tuvo que reinventarse la defensa por las bajas de Peña y García Calvo. Pero la composición, con Lozano como líbero, no le salió mal del todo. A partir de ahí, del resultado positivo de ese experimento, el Valladolid construyó su hegemonía sobre el choque. Pero sólo supo explotarlo a partir del golazo de Shoji Jo.
Luis Aragonés movió el banquillo apresuradamente para buscar consistencia allí donde no había chicha, en su centro del campo. Manzano halló entonces el momento para meter en el partido a Eusebio, que muy pronto encontró huecos y sentenció el partido con la pared que originó el segundo gol de Shoji Jo. La recuperación del Oviedo con el gol de Bango llegó tan a destiempo que no sirvió para nada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.