El turismo de cruceros en el puerto de Barcelona se incrementa un 10% Más de 550 barcos con 600.000 turistas atracarán en puerto este año
El puerto de Barcelona es cada vez más escogido por los turistas que pasan sus vacaciones haciendo un crucero. A principios de este año, el puerto ya tenía la confirmación de 503 grandes barcos y se prevé que a los ya programados se sumarán una cincuentena más. En porcentaje, para el año 2000 la previsión de crecimiento en cifra relativas es del 10%, lo que traducido a números absolutos significa en torno a los 600.000 visitantes, con el inconveniente de que muchos de ellos se concentran en la temporada estival.
Este tipo de turismo experimenta un crecimiento constante desde 1992 y ha obligado a bastantes ajustes en el puerto para poder dar abasto cuando se produce una concentración de varios cruceros con miles de turistas que embarcan y desembarcan en un corto espacio de tiempo.Otra tendencia que este año se acusará más, según las previsiones, es la elección de Barcelona como puerto de salida y regreso de las travesías, sobre todo en el caso de los turistas de Estados Unidos y Canadá. Eso quiere decir que los viajeros llegan a la ciudad en avión y pasan en ella un par de días antes de embarcar. Al regreso del crucero, vuelven a estar dos días más en la ciudad. "La media de este tipo de cruceros es de cuatro días", explica Josep Anton Rojas, de Turismo de Barcelona. Se trata, además, de un turismo con un alto nivel económico que, por tanto, genera elevados ingresos, sobre todo en el sector hotelero y de restauración. Por supuesto, representa un suculento ingreso para el puerto ya que, además del amarre, suministra todo tipo de productos que necesita el barco.
Turismo rentable
"Este tipo de cruceros, sobre todo los de gran capacidad, con 2.000 o más turistas a bordo, es más rentable que el que sólo pasa unas horas en el puerto de Barcelona", señala un responsable de la organización de los cruceros. Y también representan menos quebraderos de cabeza que los barcos que tienen el final de la travesía en Barcelona, donde los pasajeros desembarcan para regresar a sus países en avión.
Cuenta uno de los jefes de seguridad que hasta que se organizó el traslado de las maletas directamente desde el barco al aeropuerto, el desembarco representaba un auténtico calvario.
"No era sólo que desembarcaran unas 2.000 personas a la vez, es que luego esas 2.000 personas tenían que localizar su equipaje, que no suele ser inferior a un promedio de dos maletas por cada pasajero, en una interminable sucesión de bultos extendidos en el muelle", explica este responsable. Con este traslado directo también se evitaba un doble control de paquetería: uno en el barco y otro en el aeropuerto.
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