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Otro Buñuel

JOSÉ MANUEL ALONSO

Unamuno llamaba celebrios (embriagados de cielo) a las personas con cabezas grandes, sólidas, redondeadas, cerebrales, que saben defender lo suyo y negarse a la claudicación. Entre esas personas se citan a tres aragoneses: Goya, Luis Buñuel y quien acompañó a éste en muchos guiones y casi todas sus películas: el poeta, autor de teatro y guionista de cine Julio Alejandro. El Festival de Cine de Huesca de 1989 presentó un libro que recogía parte de la obra de Alejandro y descubría algunas de las muchas vivencias que tuvo con el genial Buñuel, del que se celebra estos días el centenario de su nacimiento y al que queremos recordar de otra manera.

Alejandro dice que Buñuel y él se quisieron entrañablemente, pero fue peleándose mucho y coincidiendo en demasiadas cosas. Alejandro muestra a un Buñuel al que no le gustaba escribir, "aunque sus poemas surrealistas son muy buenos". Vivía repleto de sueños, de imaginación, lo que le permitía estar fuera de donde estaba e ir donde quería. Pese al éxito y al reconocimiento como maestro del cine, ponía a prueba constantemente su capacidad expresiva, la que sabe cómo mostrar lo que sucede en cada escena, por ejemplo, ante la situación de un hombre que desea y la virginidad e inocencia de una mujer indefensa. Y ponía a prueba permanentemente su humildad: "Oye, Julio, ¿no te das cuenta de lo sano que es para el espíritu hacer el ridículo de vez en cuando?"

Alejandro enseña en su obra esa vida de soledad "siempre acompañada o compartida", tan plena y única como la de un marinero en el puente de un barco, sintiendo todo el mar o toda la vida exterior dentro de uno, "como aquel pasaje de La Celestina en el que Calixto y Melibea están en el jardín. Al principio están allí y cuando el amor profundo se establece entre los dos, es el jardín el que está en ellos. Eso pasa con el mar. Estás sólo con el mar y entonces es el mar el que está dentro de ti". Como estaba el cine en Buñuel. El cine y los sueños, con este verso de Julio Alejandro en su recuerdo permanente: "Ayer soñé que soñaba / soñaba que me moría / y la sangre desdecía / el sueño que me mataba". Cumpleaños feliz, don Luis.

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