La reforma de la zona del Hospital Militar se ajusta a las demandas formuladas por los vecinos
La presión de los vecinos de la zona norte de Gràcia colindante de Vallcarca ha surtido efecto y el Ayuntamiento de Barcelona presentó ayer un documento de criterios básicos para la reforma del sector del Hospital Militar que recoge gran parte de las propuestas de los vecinos. Éstos habían presentado un proyecto alternativo al inicialmente previsto por el Ayuntamiento. El documento, que dará paso a la redacción del plan definitvo, fue respaldado por todos los grupos municipales. En el pleno se produjo un curioso intercambio de preguntas sobre la desaparición del meublé la Casita Blanca.
El Ayuntamiento de Barcelona aprobó provisionalmente en 1995 el plan de reforma del sector de la avenida del Hospital Militar, proyecto que, entre otros aspectos, preveía la construcción de 300 pisos nuevos y la limitación de la zona verde un espacio alineado de parterres y arbolado. La propuesta fue contestada por los vecinos, que reclamaban una urbanización muy distinta para esa zona, castigada por la compleja trama viaria comprendida entre las avenidas del Hospital Militar y de la República Argentina y la calle de Bolívar hasta el puente de Vallcarca.El documento presentado ayer recoge gran parte de las demandas de la Asociación de Vecinos Gràcia-nord Vallcarca, que se creó precisamente para dar respuesta al proyecto municipal. Por ejemplo, la creación de un gran paseo ajardinado que arrancará en el solar que antes ocupaban las cocheras del metro -donde ahora hay un aparcamiento al aire libre- y morirá bajo el viaducto de Vallcarca. La apertura de ese nuevo espacio público afectará a unas 65 familias que residen en viviendas situadas entre la avenida del Hospiral Militar y la calle de Bolívar. Los afectados serán realojados en viviendas que, de acuerdo con el documento presentado ayer, podrían construirse en el entorno del viaducto de Vallcarca.
El documento de criterios básicos no hace referencia alguna a la edificabilidad de viviendas nuevas, y ese es uno de los aspectos que sigue preocupando a los vecinos. "Estamos de acuerdo con los criterios que ahora maneja el Ayuntamiento porque se corresponden bastante con nuestras propuestas, pero nos preocupa que por el camino, mientras se realice la modificación del Plan General Metropolitano y se haga la redacción concreta del proyecto, se incluya la construcción de viviendas que desdibujen la esencia de lo que ahora se propone. Confiamos bastante en el concejal de Gràcia, Ferran Mascarell, pero en este asunto intervienen muchas más instancias municipales", comentó ayer el presidente de la asociación de vecinos, Ramón de Veciana. Añadió que, por ello, no piensa bajar la guardia y seguirá la evolución de la reforma proyectada.
Adiós a la Casita Blanca
El documento aprobado ayer prevé la construcción de la biblioteca central de Gràcia en el solar de las viejas cocheras y otro equipamiento junto a la casa catalogada Comas d'Argemí. En cuanto al ordenamiento de los viales, el proyecto persigue reducir el tráfico que soporta la calle de Bolívar, para lo que se proponen varias alternativas como la apertura de dos viales nuevos, uno entre la avenida del Hospital Militar y la plaza de Mons y otro que conectaría las avenidas de la República Argentina y del Hospital Militar.
Los grupos de la oposiciòn en el Ayuntamiento de Barcelona se mostraron a favor de la postura actual del equipo de gobierno para la reforma de esa zona y tanto el PP como CiU recriminaron al equipo de Joan Clos que tuviera que replantearse el proyecto por las protestas de los vecinos: "Si se hubiera hecho antes, se habría evitado una pérdida de tiempo", recriminó la concejal de CiU Mayte Fandos.
En su turno de palabra, el edil del PP, Emilio Álvarez, se preocupó por la desaparición del meublé la Casita Blanca, que en el documento municipal es definido como hotel. "¿Qué ocurrirá con este equipamiento lúdico y de ocio que pertenece a la memoria histórica y colectiva?", preguntó Álvarez ante las sonrisas de buena parte del salón de plenos. Y las sonrisas se convirtieron en risas cuando el alcalde le preguntó la opinión sobre el meublé a la concejal Fandos. La edil convergente, un tanto turbada por la pregunta del alcalde, contestó que mejor preguntara a sus "compañeros de grupo". Más risas.
Otro objeto de discusión en el plenario de ayer fue la decisión del equipo de gobierno de resolver la concesión para que el viejo edificio Miramar, en Montjuïc, se convierta en un restaurante. Tanto CiU como el PP recriminaron la "inexplicable" lentitud en la resolución de este caso, ya que el edificio está abandonado desde 1992.
También se aprobó inicialmente la ampliación en 205.000 metros cuadrados de la feria Montjuic 2. En ese capítulo, CiU se abstuvo y su jefe de filas, Joaquim Molins, reiteró la insuficiencia del espacio ferial útil del polígono Pedrosa -75.000 metros cuadrados-, y los problemas que le generará su cercanía a la trama urbana. El primer teniente de alcalde, Xavier Casas, aprovechó ese debate para reclamar que se determine la línea de metro que debe conectar con el futuro recinto ferial y que el metro tenga allí dos paradas, una en el paseo de la Zona Franca y otra en la calle del Foc.
También generó un cierto rifirrafe entre la oposición y el equipo de gobierno la aprobación de la construcción de 300 viviendas de precio tasado en Diagonal-Poblenou, que tuvo el voto contrario de CiU y la abstención del PP. Los populares se opusieron a la privatización de la gestión expropiadora y CiU, por boca del concejal Joan Puigdollers, recriminó al equipo municipal que tenga dos varas de medir distintas en política de vivienda: "Lo que no puede ser es que nos planteen la utilización de solares calificados de equipamientos para construir pisos de alquileres bajos para jóvenes y que no hagan lo mismo cuando el suelo ya es urbanizable", les achacó Puigdollers.
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