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"Parto de nuevo con la 'maglia rosa" Pantani corre a partir de hoy la Vuelta a Valencia, su primera carrera desde hace ocho meses

Carlos Arribas

"Decíamos ayer..." No se sabe si Marco Pantani ha leído a fray Luis, pero compartir su estilo sí lo comparte. "Quiero recomenzar donde lo había dejado", empezó ayer a hablar Pantani, el ciclista italiano que vuelve hoy a colocarse un dorsal, ocho meses y 17 días después de haber corrido (y ganado) su última etapa. Lo dijo como si fuera la respuesta más obvia a la pregunta. Como si en este casi año no hubiera pasado nada, unas vacaciones o una enfermedad a todo lo más. "Retomo un discurso interrumpido". Como si aquel 5 de junio de 1999, allí, en las alturas de Madonna di Campiglio, no hubiera sido para muchos, para casi todos los amantes del ciclismo, el día en que el ciclismo moría. "Parto de nuevo con la maglia rosa". Lo dice con su habitual voz baja. En el medio de un sofá. En la cafetería de un hotel del extrarradio de Valencia. Rodeado de todo su equipo. Giuseppe Martinelli, el director, a su izquierda: una esfinge mirando al frente. A su derecha más corredores. En un rincón, apoyado en el brazo del sofá, una figura venerable: Felice Gimondi, el penúltimo italiano que ganó el Tour (1965), ahora presidente del Mercatone Uno, el equipo del Pirata. Todos juntos. Todos serios. "Nada ha pasado", es el discurso oficial. Como si Marco Pantani no hubiera sido el último traidor."Il ciclismo é morto". Es el 5 de junio de 1999. Es Madonna di Campiglio. Salida de la penúltima etapa del Giro. Un papel corre de mano en mano. "Controles de sangre. El siguiente corredor ha sido declarado no apto: Pantani Marco". El héroe que salvó el Tour del 98 ha caído. "Il ciclismo é morto", repiten los periodistas italianos más sentidos. ¿En quién podemos creer ahora? La peste llamada EPO se ha cobrado otra víctima. Baja la venta de bicicletas. Pantani, rostro el último año de la campaña de Citroën Italia, deja el sitio a otro famoso calvo con perilla, Gianluca Vialli, entrenador del Chelsea.

Marco Pantani es un apestado, un traidor que se refugia en su casa de Cesenatico, junto al Adriático. Nunca asume y nunca asumirá su culpa. Como si fuera uno de sus últimos forofos, uno de sus irreductibles tiffosi, Pantani niega la evidencia. Complots, trampas, traiciones, sangre envenenada. Cualquier disculpa le vale mientras retrasa día tras día su regreso al ciclismo. Podría haber vuelto a las dos semanas del control de sangre. Habló de volver para el Tour, como Gimondi le recomendó. Habló de la Vuelta. Habló del Mundial. Pasó el invierno. Vuelve en Valencia. "He tardado tanto porque soy un corredor muy lento". Es el único rasgo de sentido del humor que se permite en una conferencia de prensa fría. "Pantani está distante", dice el colectivo de periodistas italianos que ha desembarcado en Valencia. Cobertura nivel Giro. Hasta la RAI, que apenas retransmite carreras italianas, dará en directo la prueba española. Algo ha pasado. Pantani no es el mismo. "Que no, que siempre ha sido así", dicen al unísono mecánicos y masajistas, la gente que le conoce del equipo.

Pantani es un hombre solo. "Pero no nos engañemos, siempre ha sido así", dice un periodista italiano. "Un hombre frío, sin corazón, calculador". Pantani nunca ha necesitado consejeros. Pantani siempre ha sido un líder individual. Pero no es lo mismo. "No, es un hombre de equipo", dice un compañero ciclista. "En la mesa se comporta como un líder. Participa con todos en todas las bromas y se preocupa por todos". Parece una respuesta aprendida. Pantani siempre va solo. "En la mesa del equipo se sienta en una esquina, no habla con nadie, come deprisa y se va enseguida", dice un camarero del hotel. "Como mucho, se sienta con el director".

Con el director, Giuseppe Martinelli, el hombre que siempre ha montado sus equipos alrededor de Pantani, la relación no es la misma. "Parece que esta vez sí, que sí que vuelve", se pasó diciendo la semana pasada Martinelli.

"Pantani no vuelve porque no soportaría la mirada de sus compañeros de profesión, los ciclistas a los que humilló con su superioridad en el último Giro", dice otro periodista italiano. Algunos ciclistas callan y asienten. Pantani no teme. "Espero encontrarme con un grupo solidario".

Pantani vuelve. "Vuelvo más fuerte porque, siendo un corredor que he corrido poco, lo normal es que esté más fuerte a los 30 años que lo que estaba a los 29". "Vuelvo porque ser ciclista es lo único que sé hacer bien en esta vida". Han pasado ocho meses y medio desde el día más triste de su vida, desde el día más triste de casi todos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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