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RAÍCES

Canciones en un andaluz cada vez más profundo

Una deliciosa errata de la biografía que nos sirve Internet asegura que este trovador urbano inició en Granada, en 1968, estudios de "Filología Romántica" (sic). Lástima que esa especialidad verdaderamente no existe. Aunque debería existir, sólo para que Joaquín Sabina desempeñara la cátedra de andaluz malherido en amores y quebrantos.Fugado de su propio padre, policía, que ese mismo año recibió la orden de detenerlo; después de no se sabe ya cuántos desengaños, cuántos tumbos de pirata deprimido por los mares de güisky, derribista de la mediocridad humana, pasando por pacifista un tanto macarra, okupa en Londres, cantautor de la izquierda sin límites, ha venido a darse de bruces, en su último disco, con lo único que acaso verdaderamente importe: la poesía total.

Y lo ha hecho cantando en un andaluz cada vez más auténtico, más retornado a los orígenes de su pueblo de Úbeda, con la jota agria y profunda, que parece un rajo de cantaor desacostumbrado a la ternura, y con un madrileñismo de calle cada vez más residual.

En la canción que da título al álbum, 19 días y 500 noches, las eses finales ya son mero testimonio; y alguna que se le olvida la recupera medio segundo tarde, cuando ya la melodía está en otro verso, qué ange.

Las aspiradas, en cambio, como suspiros de amante incorregible: Lo nuehtro duró / lo que duran doh peceh de hielo / en un güihky on de rok-ss / en veh de fingir, / o ehtreyarme una copa de celo-ss / le dio por reír. / De pronto me vi / como un perro de nadie, ladrando, a lah puertah del cielo. / Me dejó un neceser con agravios, la miel en loh labio / y ehcarcha en el pelo.

Para mí que este Bob Dylan de Jaén, o George Harrison de Carabanchel ha ido matizando imperceptiblemente su apacible mezcla de jiennense y centroibérico, como modula el paso de la guitarra acústica a la eléctrica, ida y vuelta sin sentirlo ni mancharlo.

Tal vez cuando grabó el nuevo disco le cogió entrenado de su versión de La bien pagá, que por esos días salió en el colectivo Tatuaje. A lo mejor fue al revés, da lo mismo. O lo mihmo, como diría él, y es lo que dijo por la tele el 8 de enero refiriéndose a su amigo Antonio Banderas: Él sigue siendo el mihmo chavalín de Málaga, con la mihma energía y simpatía dehmesurada que ha tenido siempre.

Alto valor de amistad, el que siempre ha cultivado nuestro poeta de la frase coloquial repentinamente nueva, del ripio intencionado: Y yo de rodiya /, dehde el taxi / y, haciendo un exceso / me tiró doh beso... / uno por mejiya.

Y de la militancia de la izquierda unitaria, que ahora que está por fin de moda, Joaquín, deberías componerle un himno, un cante, una canción, lo que sea, que nos alivie del desconsuelo que ya nos iba derrotando definitivamente.

Venga, hombre, ya que has liberado al andaluz de ser sólo cantable en la copla y el cuplé, déjate caer con algo que nos recuerde a cuando lo mihmo actuabas en un mitin del PSOE que del PCE. Qué tiempos.

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