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Reportaje:

Bilbao, la Bolsa 'inmaculada'

La constitución de las bolsas fue costosa, con debates motivados por la negativa de "los expertos en tratos y en contratos", los corredores de Comercio, a que fuera una institución pública y a que ellos perdieran el reconocimiento y el poder que habían ganado durante muchos años. Desde comienzos del XIX hay un intento de hacer lo que ya existía en Francia y en 1827 se hace famosa una frase del ministro López Ballesteros: "La política es el arte de hacer posible lo que es necesario". Sin embargo, habría que esperar muchos años para que Barcelona, Bilbao y Madrid tuvieran su Bolsa.Bilbao no se libra de intentos fallidos hasta su constitución por decreto de 21 de junio de 1890, que concede a la sociedad Bolsa de Comercio la autorización para crear una Bolsa general. Entre los intentos anteriores hubo uno del ministro Salaverría que se la ofrecía a Bilbao "porque sería una ventaja para los armadores, comerciantes y capitalistas". Y fue una ventaja, como reconoce Enrique Ortíz de Artiñano: "Yo creo que la Bolsa de Bilbao ha sido primordial para España, que la necesitaba, reclamada por distintos sectores como el financiero, el naval, el de las minas, etcétera, pero también por las obras públicas y el transporte. Un dato: la primera operación que consta en el libro de la Bolsa fue un valor privado: obligaciones del ferrocarril Tudela-Bilbao".

"Históricamente", comenta Ortiz de Artiñano, "no se puede entender Bilbao sin la Bolsa, una Bolsa a la que llamaban La Inmaculada porque nunca hubo ningún escándalo. No lo hubo en los primeros años, en tiempos de mi padre, ni posteriormente. Aquí la palabra, y no es tópico, se cumplía, y sobraban aquellas normas que establecían, por ejemplo, que no se podía entrar en la Bolsa con paraguas o bastón. El Bilbao de entonces era mundialmente reconocido por su puerto y por su Bolsa"

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