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40 millones de sándwiches

Antonio Jiménez Barca

A principios de 1940, un comerciante de embutidos llegó a Madrid desde Guijuelo (Salamanca) y compró una tienda de fiambres que también servía pasteles en la céntrica plaza de Callao, en el arranque de la calle de Preciados. Se llamaba Antonio, tenía 30 años y colocó al establecimiento como rótulo su primer apellido: Rodilla. Por aquellos días, en esa tienda se compraban dos barras de pan de molde para fabricar sándwiches. Se vendían un centenar al día. Sesenta años después (hoy se celebrará el aniversario con una fiesta), la empresa Rodilla vende 40 millones de emparedados al año. ¿Cómo se explica esta progresión geométrica? La respuesta se esconde en el relleno de ensaladilla rusa.A finales de los años cuarenta, Antonio Rodilla pensó en ampliar el repertorio de sus pequeños bocadillos. Y al chorizo de toda la vida, el salchichón de siempre y el paté de costumbre añadió un nuevo sabor desconocido hasta el momento: la ensaladilla. "Y desde entonces, los sándwiches empezaron a venderse mucho más, se tuvo que ampliar la tienda, se acabó con el comercio de embutidos, la pastelería quedó como algo testimonial... y hasta ahora", explica Bernardo Rodilla, actual presidente del consejo de administración e hijo de Antonio. "Incluso ahora, que tenemos 25 sabores distintos, con modalidades de bocadillos calientes y croquetas y empanadillas, el 28% de todas nuestras ventas sigue correspondiendo al sándwich de ensaladilla".

Lo que empezó como una tienda de embutidos es ahora un emporio de 26 emplazamientos distintos (22 son franquicias) que factura cerca de 4.000 millones de pesetas al año. Aunque, según Bernardo Rodilla, los emparedados siguen elaborándose de la misma manera: "El secreto está en que el pan, que nos lo hace una panadería especial, está siempre fresco, y que el relleno, que también nos lo hace una cocina especial, se va poniendo casi como se va sirviendo. Es raro que uno de nuestros sándwiches esté más de una hora en el mostrador". También reconoce el hijo del fundador, que estudió Derecho pero que ha acabado en la empresa familiar tras la muerte de su padre, que en el despegue de la empresa ha influido el cambio de costumbres: "Llevamos 60 años haciendo comida rápida, que está ahora de moda. Mi padre empezó vendiendo sobre todo por la tarde, cuando la gente salía del cine. Ahora, la hora punta es la del almuerzo", dice.

La empresa, tan asociada a Madrid y a los estudiantes, ha saltado a Salamanca y pronto lo hará a Valencia. Y ya está pensando en atravesar la frontera. Pero siguen existiendo ciertas viejas costumbres: en las reuniones de los consejos de administración de esta firma que ahora cuenta con departamento de marketing, se comen sándwiches. Muchos, claro, de ensaladilla.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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