"España e Italia nos han dejado a la deriva"
La conversación de Manuela Lema, esposa del primer oficial del Zafir José Manuel Souto, desaparecido en la tragedia, está llena de reproches contra los Gobiernos de "Italia y España". "Nos han dejado aquí solos, a la deriva, por decirlo en términos marineros", se queja con el aire de quien no se da por vencida.La juez de Catanzaro, Paola de Franceschi, ha sido la primera en pedirle que luche, que insista, que implore, que haga lo que sea para que no se abandone la búsqueda del barco. "Pedimos ayuda internacional, a los gobiernos y a los marineros de todo el mundo, porque hoy nos ha pasado a nosotros pero mañana puede ocurrirles a ellos", añade Manuela Lema, flanqueada por los padres de Carlos Iñarrea, marinero de 36 años víctima de la tragedia, y por Serafín Rodríguez, cuñado de otro de los desaparecidos. Desde el pasado miércoles viven pegados los unos a los otros en este rincón de Italia, forzados por la tragedia a actuar como una familia. Decididos a quedarse hasta que se recupere a los muertos.
La madre de Carlos Iñarrea, que tiene otros cinco hijos, lo explica con palabras sobrecogedoramente claras. "Yo vine porque confiaba en encontrar a mi hijo vivo, por desgracia sé que está muerto, pero me lo quiero llevar y sus hermanos me dicen que me quede, que lo reconozca cuando lo saquen del mar, no sea que no vaya a ser él". Lema expresa la misma inquietud, convencida de que irse es arriesgarse a cualquier cambiazo. Una y otra se lamentan del mismo abandono. "Mi marido pagaba sus impuestos, ¿no?", dice, "algún derecho tendremos a que se nos ayude ahora". Y Rodríguez cita el caso de un barco recuperado recientemente de las aguas del Canal de Otranto, "que estaba a 800 metros de profundidad". La mayoría le está agradecido a la compañía consignataria del Zafir, la Marítina Finisterre, porque ha corrido con los gastos de desplazamiento y la estancia.
Tampoco en Calabria les esperaba lo que se dice un comité de recepción. "No nos recibió nadie, ni nos atendió nadie de la embajada de España. Tuvimos que ponernos nosotros en contacto con el cónsul de Nápoles, que luego ha venido y nos ha ayudado mucho". Pero lo que más les ha irritado ha sido la intervención del embajador de España en Italia, Juan Prat. "Este señor no sólo no se ha presentado aquí como hubiera debido, que para eso es el máximo representante de España en Italia, sino que nos llamó por teléfono y con toda frialdad me dijo que lo mejor que podía hacer era volverme a España porque no hacia nada aquí", dice Lema.
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