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Entrevista:Elecciones 2000Entrevista a Federico Trillo Candidato del PP por Murcia

"El barullo puede venir si PSOE e IU se ponen a gobernar"

"Estoy seguro de que el alcalde de El Ejido atemperará sus posiciones a lo que son principios comunesen los partidos democráticos"

"Éstas son unas elecciones muy abiertas, sin el dramatismo de las anteriores. No las doy por ganadas en modo alguno"

"Se deben revisar el bloqueo de las listas electorales y la financiación de los partidos. No debemos andar con hipocresías"

Tras haber concitado una tormenta, Federico Trillo se esfuerza en ponerse a resguardo de la lluvia. Sin molestar... más que lo imprescindible.Pregunta. La publicidad escogida por el PP para estos días dice: "Vamos a más". ¿Ve algún país europeo que vaya a menos?

Respuesta. Sería descortés señalar, pero es verdad que en estos años España ha ido a más, por encima de la media europea, en crecimiento y en empleo.

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P. En las últimas semanas también "vamos a más" en conflictos...

R. La emigración va a ser el gran problema de la Unión Europea. En España no se había planteado con la violencia que hemos visto en El Ejido. Quizá la única consecuencia positiva es que ha generado un debate nacional, que en otros países europeos ya se había producido y que aquí era necesario tener, y que las fuerzas políticas y sociales han estado en su sitio, subrayando la dignidad igual de todos los seres humanos y la necesidad de plantear la cobertura de esos derechos a todos los inmigrantes.

P. Pero ¿con quién se identifica: con Matutes y Piqué cuando dicen que lo de El Ejido muestra que hay que corregir la Ley de Extranjería o con Mayor Oreja cuando dice que nada tienen que ver una cosa y otra?

R. Nada tiene que ver la Ley de Extranjería con los sucesos de El Ejido.

P. La actuación del alcalde ¿le parece la adecuada en un miembro del PP o más propia de otro partido...?

R. En El Ejido se había llegado a un grado de conflicto extremo entre las dos comunidades y quizá él ha preferido mantener un equilibrio. Estoy seguro de que, como miembro del PP, atemperará sus posiciones a lo que son principios comunes en los partidos democráticos.

P. ¿Qué cree usted que produce más temor en el electorado: que socialistas y comunistas se unan para intentar gobernar o ver a un Partido Popular, en Austria, unido a una fuerza neonazi en una coalición de Gobierno?

R. Las comparaciones son odiosas. La única analogía es que nosotros hemos pedido la expulsión del PP austriaco y en nuestro país basta, por fortuna, con pedir que no se vote a la coalición de izquierdas.

P. Que el portavoz del PP en política internacional haya comparado al partido de Haider con Esquerra Republicana de Cataluña y el Bloque Nacionalista Galego, unido a otros comentarios de dirigentes populares en esta precampaña, ¿no cree que traza una estela de comportamientos poco respetuosos con la diversidad y distantes de un talante centrista?

R. Yo no creo que pueda compararse a ninguna de esas fuerzas nacionalistas con el partido de Haider.

P. El PP repite que "es un barullo" el pacto de la izquierda. ¿Usted dónde ha visto más "barullo": en el pacto entre PSOE e IU o en los escaños del PP cuando Borrell se enfrentó por primera vez con Aznar en el Congreso, con usted en la presidencia?

R. No son magnitudes comparables. A la actitud del Grupo Popular aquel día hay que sumar, por encima de todo, los nervios y la responsabilidad que agobiaban a Borrell. Respecto a los encuentros IU-PSOE, en su escenificación no ha habido barullo. El barullo puede venir si se ponen a gobernar juntos: cuando confeccionen su Gobierno y apliquen, si llega el caso, su programa.

P. ¿Cree que cuenta en esta ocasión con las simpatías de Aznar para colocarle esta vez a su lado, en el Gobierno?

R. Creo que sigo contando con ellas, como en 1996, cuando me propuso como presidente del Congreso y tuve abiertas posibilidades.

P. ¿A usted no le gustaría ser ministro?

R. Me gusta el Parlamento, la capacidad dialéctica para construir la razón política.

P. Y ¿no cree que recurrir a consideraciones como las que ha hecho sobre Víctor Ríos para descalificarle políticamente le alejan del razonamiento democrático que se espera en un presidente del Congreso y le aproximan al sentido de la sospecha que practicaba la Guardia Civil hace 30 años?

R. (Ocho segundos de silencio. Enciende un cigarrillo). Cuando, con ironía, pregunté y pedí que se visualizara, además del programa de gobierno del PSOE e IU, su equipo de gobierno, en modo alguno quise hacer una descalificación del señor Ríos. Le identifiqué como "el señor de la luenga barba". Es todo lo que dije. No hubo intención ofensiva, y menos descalificatoria. Así se lo hice saber a Anguita. Desde el PSOE se han manipulado mis declaraciones, se me ha querido atribuir una especie de selección estética, o xenófoba, que no responde a la realidad.

P. Sus adversarios le reconocen el mérito de haber impulsado una reforma del reglamento del Congreso que agilizase la vida parlamentaria. Una reforma que al parecer ha quedado en vía muerta no por la resistencia de la oposición, sino del Gobierno.

R. No estoy de acuerdo con la conclusión. La reforma ha quedado hecha y no hay discrepancias de fondo. La única diferencia, entre los grupos popular y socialista ha sido sobre la fecha de su entrada en vigor.

P. Hay quien ha dicho que el PP estaba dispuesto a aprobar un reglamento con más prerrogativas para la oposición si calculaba que podía perder las elecciones y que no estaba por la labor si percibía que las iba a ganar.

R. No he percibido nunca esa intención en el Grupo Popular. El PP ha alegado junto a CiU que no se debían cambiar las reglas de juego en los últimos cinco minutos de partido y que, por tanto, debían entrar en vigor en la nueva legislatura.

P. Desde esa perspectiva de que no conviene hacer cambios en el último minuto de juego, ¿le produjo frustración que el Gobierno aprobase por decreto una importante reforma de la sanidad en víspera de disolver las Cortes y, por tanto, sin posibilidad de ser debatida en el Parlamento?

R. Eso no afecta a las reglas del juego, sino a las formas de gestión de la sanidad, que estaban aprobadas por una ley de 1995. Ahora sólo se ha dictado un reglamento, que es una competencia exclusiva del Gobierno. Y las experiencias piloto en ese terreno de gestión de los hospitales han sido debatidas de forma profusa en esta legislatura.

P. Aznar ha dicho que ya sabe que hay mucha gente que tiene ganas de que se vaya de La Moncloa. Da la impresión de que ustedes ni se imaginan la posibilidad de perder estas elecciones.

R. Creo que son unas elecciones muy abiertas, sin el dramatismo de las anteriores, en las que se perfila una clara alternativa de izquierda y en las que se deben debatir programas que son muy distintos. No doy las elecciones por ganadas en modo alguno.

P. ¿Cuántas veces ha oído decir en la Junta de Portavoces que este Gobierno es el de la revitalización del Parlamento, pero, "lamentablemente", no puede atender determinada petición para que dé explicaciones...?

R. Pues prácticamente nunca. En esta legislatura ha habido tres interpelaciones cada semana, una más que en periodos anteriores, y el presidente del Gobierno ha contestado en 158 ocasiones a preguntas de los diputados, que son más del doble de las que contestaron todos sus antecesores juntos. Es incontestable que esta legislatura ha sido la de la revitalización del Parlamento en cuanto al control de la oposición sobre el Gobierno.

P. ¿Y en cuanto al control del Gobierno sobre la oposición?

R. Cuando se ha planteado en alguna ocasión, con retorsión, preguntas que afectaban a la etapa de Gobierno socialista las hemos rechazado.

P. Hace pocos días dijo que la financiación de los partidos con dinero negro "es una práctica común". Un arrebato de sinceridad inquietante.

R. No es un arrebato. Se debe revisar el sistema de financiación, el bloqueo de las listas electorales, y se debe dar mayor participación individual a los parlamentarios en los debates. Ni en el tema del dinero ni en los demás debemos andar con hipocresías.

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