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Un "socialista francés" a favor del libre mercado

Michel Camdessus se sentará hoy, por última vez, en su escritorio de la calle Washington, número 19, en Nueva York. El funcionario francés, que dirigió durante 13 años los destinos del Fondo Monetario Internacional, ya adelantó en noviembre último que, "por motivos personales", dejaba su cargo, aunque pocos creyeron entonces en la razón aducida. Al contrario, su decisión confirió veracidad a los crecientes rumores de que el funcionario soportaba cada vez menos las críticas de Estados Unidos a sus decisiones.

Durante estos años, Camdessus, el tercer francés en la dirección del FMI, logró manejarse con cintura política y una cuota de carisma como negociador ante los 182 países miembros del organismo. Bajo su dirección, el FMI superó varios desafíos: la crisis mexicana (1995), la crisis asiática (1997) y sus coletazos en Brasil y Rusia.

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A pesar de enarbolar siempre la bandera del libre mercado y el sector privado, su carrera estuvo marcada por los cargos públicos: gobernador del Banco de Francia, director del Tesoro francés y finalmente director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), puesto en el que fue reelegido en 1992 y 1997.

Su excelente dominio de varios idiomas le permitió participar acticvamente en cada una de sus negociaciones, así como el trato directo con periodistas de todo el mundo.

Su dualidad europeo-americana le mereció duros comentarios a ambos lados del Atlántico: para la derecha más aislacionista del Partido Republicano en Estados Unidos era, ni más ni menos, un "burócrata socialista francés", el peor insulto que pueda recibir un diplomático extranjero, mientras que en Francia y otros países europeos, la izquierda le consideraba "un ultraliberal en manos de los norteamericanos".

Siempre sólido en sus argumentos, mantuvo su obsesión por el control de la inflación, a la vez que defendió a ultranza la condonación de la deuda a los países pobres, pero con poco éxito.

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