Memoria histórica
La apelación que hace la candidata del PP, Teófila Martínez, a la memoria histórica de los andaluces resulta ser, cuanto menos, un ejercicio que sus contrincantes pueden considerar de cinismo, propio de fechas electorales. En efecto, tiene derecho la alcaldesa de Cádiz a mostrarse sorprendida por el descubrimiento que parece han hecho los socialistas, y muy especialmente Felipe González, de la capacidad emprendedora de los empresarios como única vía de lograr un mayor impulso social y económico.Un hallazgo parece que tardío y feliz del poder transformador que tiene la iniciativa privada que, evidentemente, choca con agresiones anteriores, con estereotipos que situaban al empresario como el malo de la película. De ahí el dolor contenido y no exento de sorpresa de Martínez, aparejadora de profesión, pero también empresaria y esposa de empresario, Santiago Cobo, presidente de la patronal gaditana.
Así que ahora este colectivo es bien visto por los socialistas. Tanto que cualquier opinión de los representantes de este estamento se valora y analiza con mayor detalle, hasta el punto de que su presidente en Andalucía, Rafael Álvarez Colunga, sea ya poco partidario de las veleidades que algunos de sus correligionarios mantienen con el PP.
Rabia contenida debe sentir, además, la ex concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María cuando observa cómo sus rivales más directos son quienes pretenden arrebatarle, como lo están haciendo ya, la bandera de la cultura emprendedora que representa de forma innata el empresariado, aliado natural de los populares.
El PSOE ha sido maestro en esa práctica. En su afán de ocupar nuevos espacios, ocurrió con los andalucistas, ahora con el PP e incluso con Los Verdes, los sindicatos y hasta las organizaciones agrarias y, en definitiva, con todo aquel que se ponga en el camino y que tenga visos de suponer para ellos una posibilidad real de crecimiento electoral. No hay más que ver la larga lista de acuerdos suscritos por el PSOE andaluz en las últimas fechas para dar fe de lo que se ha convertido en una estrategia clara con la que aplicar respuestas a las demandas de cambio que se le plantean.
Eso sí, la referencia a la memoria histórica de la candidata popular puede que, a la larga, se convierta igualmente en un asunto incómodo para ella, si es que finalmente se sitúa en primer plano el papel jugado por la derecha años atrás en esta tierra e, incluso, por la clase empresarial. Parece que nadie quiere ser rehén de su pasado. Ni siquiera los empresarios. Por mucho que Javier Arenas haga de embajador en Madrid de Colunga, éste no está por la labor de ser el ariete que le allane el camino a Martínez, a pesar de las ganas que le tenga a la antes su amiga Magdalena Álvarez.
En medio quedan los andalucistas, desperdigando esfuerzos a pesar de las escenas forzadas para aparentar una cohesión inexistente. Su suerte ha sido que a estas alturas de precampaña se han encontrado con varios líderes. Ya no basta con aquel superado lema de Ni Alejandro, ni Pedro. Ahora hay que sumar no ya al propio secretario general, Antonio Ortega, sino también al ex consejero José Núñez, famoso por preconizar una unidad para Andalucía de la que carece su partido.
Tanto es así que es fácil comprobar cada día cómo se desarrollan dos campañas paralelas. Por un lado, la del candidato a la Presidencia de la Junta, Pacheco, y por otro, la de Núñez en su carrera al Congreso. Así, lo de alcanzar "el poder andaluz", objetivo que siempre ha perseguido el PA, obligaba a fijar como prioritario llegar antes a San Telmo. Sin embargo, la impresión parece distinta si se tienen en cuenta los anhelos de Núñez, y del resto de los barones de esta fracción, por regresar a la Carrera de San Jerónimo.
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