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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Punto de partida

Aznar parte con ventaja sobre Almunia, pero la distancia (de 4,3 puntos) no es insalvable. Ésta es la conclusión básica del sondeo preelectoral que publica hoy este periódico. Hace cuatro años, las encuestas anticipaban a un mes de los comicios una victoria de Aznar por más de siete puntos que las urnas redujeron a uno. En esta ocasión el margen se presenta más estrecho, aunque la mayoría sigue pensando que ganará el PP. El pacto PSOE-IU tiene por ahora efectos más psicológicos que cuantitativos sobre el electorado de izquierda.Comparando los datos del sondeo con los resultados de 1996, se extraen las siguientes variaciones: el partido del Gobierno sube tres puntos, los mismos que pierde IU, mientras que el PSOE se mantiene prácticamente igual. Si la comparación se establece con las europeas de junio pasado, últimas elecciones de ámbito nacional celebradas, los tres principales partidos con implantación en toda España suben en cuantía similar: alrededor de dos puntos cada uno.

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El PP mantiene una ventaja de 4,3 puntos sobre el PSOE

El balance más general indicaría que el PP se ha afianzado desde el poder sin asegurarse por ello la victoria, que IU retrocede pero no desaparece y que la fidelidad del electorado socialista no es suficiente para volver a gobernar. Necesitaría suscitar una dinámica de arrastre simultáneo de voto de todo el espectro de centro-izquierda para modificar la situación. El acuerdo con IU pretende ser el punto de partida, pero está lejos de garantizar ese efecto. De momento, a la gente le parece bien el pacto, y, entre las diferentes combinaciones de gobierno en caso de que ningún partido alcance la mayoría absoluta, la preferida sigue siendo la de PSOE-IU. Pero se trata de una posibilidad: una carta que todavía no está jugada.

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Una vez descartada la propuesta inicial de Almunia, el pacto sólo tendrá efectos prácticos en estas elecciones si desencadena un movimiento de arrastre entre los electores que todavía dudan entre votar y no votar, sobre todo. Algo similar a la movilización suscitada en 1982 por la expectativa de un Gobierno de izquierda, con la diferencia de que ahora no se trataría de concentrar los votos en un solo partido, sino en dos, lo que amplía el espectro político pero reduce la eficacia en términos de escaños.

Las campañas se dirigen a la atención preferente de los no convencidos de antemano. No son muchos, pero son suficientes para decantar el ganador cuando el margen es de sólo cuatro puntos. De entrada, el sondeo refleja una clara ventaja de Aznar sobre Almunia en la confrontación directa en toda una serie de campos: impuestos, seguridad ciudadana, empleo. Pero es Almunia el que más ha crecido en la opinión pública a raíz de su acuerdo con Frutos. De ahí el escaso interés de Aznar, aunque diga no temer a nadie, por un debate cara a cara en televisión con el candidato socialista. Almunia se la juega en el empeño de demostrar que tiene propuestas realistas; es decir, en hacer ver que el pacto con Frutos no significa lo que la derecha dice que significa.

En esto también son muy reveladoras las reacciones del aznarismo mediático retroprogre: los mismos que embarcaron a Anguita en las dos orillas (y que hasta el pacto consideraban una cuestión de principios la presencia de IU en cualquier debate Aznar-Almunia) quieren forzar ahora al candidato socialista a renunciar al electorado de centro: que diga, contra lo que afirma su programa de partido y el acordado con IU, que va a subir los impuestos o que no le importa que suban los precios.

El sondeo no detecta una dinámica de entusiasmo que traduzca las expectativas abiertas por la superación del clima de hostilidad entre los principales partidos de izquierda. Tal vez sea pronto para ello. Pero el hecho de que una mayoría de electores piense que ahora hay más posibilidades de una victoria de la izquierda es un punto de partida: la condición necesaria, aunque no suficiente, para un cambio de mayoría.

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