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McDermott alega que la SEPI mantenía abiertas las negociaciones mientras firmaba con Babcock Borsig

VIENE DE LA PÁGINA 1 La firma estadounidense McDermott manifiesta su sorpresa por la decisión sobre la privatización de Babcock & Wilcox, anunciada por la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) el pasado miércoles. Según alega en la carta en la que solicita que se paralice el proceso de privatización, la SEPI envió el martes por la noche un fax, firmado por un alto cargo de la sociedad estatal, a McDermott en el que solicitaba aclaraciones a dos puntos de la oferta presentada por los estadounidenses. La SEPI afirma que las peticiones hechas no eran nada nuevo, sino que ya se venían haciendo. en otras ocasiones

Los representantes de McDermott alegan que recibieron el fax en sus oficinas de Nueva Orleans el día nueve por la mañana, debido a las siete horas de diferencia que hay con España. McDermott se lamenta de haberse enterado de la firma del acuerdo entre SEPI y Babcock Borsig por los medios de comunicación españoles.

Los estadounidenses, que se sienten maltratados por la SEPI, se quejan además de que no les ha dado tiempo a responder a las demandas de sociedad estatal y se reservan realizar otras actuaciones. La firma estadounidense, que contó con un periodo de exclusividad de dos meses en la negociación, presentó un acuerdo similar al que ahora ha ganado.

La privatización, que se ha prolongado durante los últimos cuatro años de legislatura del PP, en los que la situación de Babcock & Wilcox se ha ido deteriorando, sigue así de plena actualidad y ha tenido un cierre, ahora en el aire, lleno de incógnitas. Babcock Borsig volvió casi en la clandestinidad a la puja y en menos de veinte días logró un acuerdo. La paradoja es que fue la propia SEPI la que la descartó del proceso privatización en octubre y que solamente la vuelta a la escena de la mano de tres personas públicas vascas dio un giro al proceso. José Alberto Pradera, ex diputado general de Vizcaya; Javier Cardenal, corredor de seguros, y Ramón Vecino, ex presidente de Babcock Wilcox, lograron convencer a los altos cargos de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales de que la oferta alemana era la mejor. Este criterio era contrario a las apariencias y al del Gobierno vasco, que en todo momento apoyó al candidato estaodunidense.

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