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Ellos también existen

Ellos lo tienen asumido. Ha sido tal y como pensaban que sería cuando aceptaron trabajar al lado de dos monstruos de la escena cuyo atractivo escénico y mediático ha relegado a un segundo plano a dos actores tan conocidos y prestigiados como Marta Fernández-Muro y Pep Munné. Son la "otra pareja" en ¿Quién teme a Virginia Woolf?, obra de Edward Albee que Adolfo Marsillach ha puesto en pie como director, versionador y actor, junto a Nuria Espert, y que por fin llega al Teatro Albéniz, de Madrid, donde se estrena esta noche.Pero de poco le han servido a Fernández Muro sus muchas horas de buen teatro, su cine junto a Almodóvar y tantos otros directores del nuevo cine español. De poco también le ha valido a Munné haber trabajado bajo las órdenes de los mejores cineastas de nuestro país, bajo directores de escena como Miguel Narros, Pilar Miró, Jorge Lavelli, José Luis Alonso, José Tamayo... Les ha servido de poco a la hora de ser un reclamo en el cartel de este montaje en concreto, pero de mucho a la hora de que dos grandes divos cuenten con ellos para dos papeles importantes y de que los espectadores les dediquen calurosos aplausos y elogios, al margen de que la crítica también se ha portado muy bien con ellos, como no podía ser menos. Y es que este montaje, con escenografía de Alfonso Barajas e iluminación de Juan Gómez Cornejo, que ha producido Juanjo Seoane, uno de esos hombres que supuran teatro por todos sus poros, ha juntado a Marsillach, que no se subía a un escenario desde hace 17 años, y a Espert, por segunda vez en sus vidas, tras no trabajar juntos desde 1969. Ahora llega al Albéniz tras realizar una gira por diversas ciudades españolas en el último año.

Son esa otra pareja de actores de la que nadie parece que habla, pero a la que el público también ovaciona. Ellos siempre han tenido claro que en esta ocasión iban a estar fagocitados por los dos monstruos sagrados con los que se codean en escena... y están encantados de ello: "Es una experiencia nueva y única", dice el joven actor, "siempre digo que el problema de España es que cada día quedan menos masters, y en el teatro, la escuela y la tradición se trasladan de una forma oral", y añade como si tuviera entre sus manos la piedra filosofal: "Marsillach y Espert son de los pocos que quedan. Lo nuestro es un arte efímero. Los actores apenas tenemos modelos en el escenario y encima quizá estemos ante los más importantes. Salir a trabajar con ellos todas las noches es una maravilla, para mí es una lección diaria. Además, mi papel es precioso, por lo que estoy como si me hubieran dado un premio".

Son tan conscientes de este hecho que bromean con esta circunstancia cuando se les pregunta cómo llevan el asunto: "Es lo que es y sólo se puede tomar de una manera, ¡aceptándolo!, hay lo que hay y no le damos ninguna vuelta", señala la actriz. Munné, por su parte, considera que es una suerte que le devoren en estas condiciones: "Tener la oportunidad de confrontar tu trabajo con esos dos monstruos es una oportunidad única y una experiencia de la que pienso sacar muchas cosas en limpio, sobre todo teniendo un director con tanta autoridad moral".

Su compañera opina lo mismo: "La obra es de cuatro personajes, pero los protagonistas son ellos en todos los sentidos, en cualquier caso, el gran hallazgo de la obra es que cada personaje está totalmente definido, y como en todos los grandes autores, están perfectamente construidos, por lo que podemos disfrutar mucho con nuestros papeles", a lo que Munné añade: "Si la obra es buena es porque desnuda a los personajes en sus miserias y en sus riquezas y la versión que manejamos está muy bien construida", dice de esta obra emblemática del teatro psicologista americano y endiabladamente complicada, que muchos conocerán por la versión, un tanto peculiar, que Mike Nichols hizo de ella en cine, con Richard Burton y Liz Taylor como protagonistas. Pero si se quiere conocer la obra de Albee, la versión del Albéniz, firmada por Marsillach, es una buena ocasión, ya que el director y actor español ha devuelto a Albee lo que hasta ahora se le había robado en la película y en las versiones que se han podido ver y leer en España de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, con el acierto añadido de haberla reducido, ya que el original dura casi cuatro horas. De una primera impresión podría pensarse que es un texto que trata sobre la locura, el sexo, el alcohol y las desavenencias conyugales, pero la obra de Albee y la versión de Marsillach rezuman ironía, humor y mordacidad por los cuatro costados, y ello hace que el público se convierta en un elemento del cruel juego que hay sobre el escenario, ya que los espectadores son continuamente transportados a velocidad de vértigo de la congoja a la carcajada. Pero no hay que olvidar que en el escenario hay cuatro actores, ya que Marta Fernández Muro y Pep Munné también existen.

¿Quién teme a Virginia Woolf? Teatro Albéniz, calle de la Paz, 11. Metro Sol. Horarios, en cartelera.

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