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Encantador y carismático

El príncipe de Asturias impresiona a los británicos en su primer viaje oficial al Reino Unido

Amas de casa y quinceañeras, parados y hombres de negocios, estudiantes y mendigos, políticos y miembros de la realeza británica se cruzaron estos días en el camino del príncipe de Asturias durante la visita que ha realizado al Reino Unido. Y a cada uno de los interlocutores, portavoces de mundos tan dispares, don Felipe de Borbón de Borbón brindó el mismo trato. Una sonrisa cálida, un interés específico y una actitud natural que el pueblo británico echa en falta en su propia familia real. "Los Borbones se relacionan mejor con la gente, se comportan con gran naturalidad y el pueblo les respeta. Los Windsor, en cambio, son más fríos y distantes", señala Jan Gilbert, estudiante de 23 años.Esta joven, aficionada a la literatura europea, y una veintena de estudiantes del Fitzwilliam College, de la Universidad de Cambridge, conocieron ayer en vivo al soltero más famoso de España. "Es muy guapo y apuesto; pero, más importante todavía, denota tener muchísima confianza y un gran carisma", elogia Gilbert. "Yo soy anarquista y vine al encuentro dispuesto a montar follón. No hizo falta. El Príncipe es encantador, carismático y extremadamente informado", señala, por su parte, Alex Ibartz, un estudiante de padre catalán que prepara en el Fitzwilliam una tesis sobre el poeta valenciano Ausias March.

La visita a Cambridge tenía un motivo especial. Reforzando los lazos con la prestigiosa universidad, que estrecharon los reyes de España en 1988, don Felipe inauguró ayer la primera beca, con carácter permanente y enfocada a las investigaciones científicas, que lleva su propio título: Prince of Asturias Reserch Fellowship. "Permitirá a los investigadores españoles enriquecer su conocimiento y sus relaciones personales", dijo al anunciar esta iniciativa, que financiará el sector privado.

En sus cuatro días por Inglaterra, el Príncipe pasó frío en barrios desolados de Manchester, aguantó chaparrones en Cambridge y Londres, pero mantuvo el temple. Bromeó sobre el clima británico y agradeció los pocos momentos que brilló el sol. "No esperaba ver hoy el sol", exclamó ayer en el comedor del Fitzwilliams saliéndose del guión del discurso. Dos días antes, cuando un joven sin techo que acababa de estrechar la mano del Príncipe reconoció y reprochó la fuerza del gesto amistoso, don Felipe le explicó, sin abandonar la sonrisa, que se debe a su afición por la vela.

Pero, además de buen humor, el heredero de la Corona española demostró una excelente preparación en cuestiones científicas, urbanísticas y de coyuntura internacional. Por algo, explicó a los directores de medios británicos que desayunaron con él en la residencia de la Embajada española, las ciencias físicas fueron su gran afición durante los años escolares, mientras que las relaciones internacionales, su vocación tras estudiar en la Universidad estadounidense de Georgetown.

Don Felipe visitó con el príncipe de Gales barrios castigados por el declive industrial en distintas fases de remodelación. Es una de las áreas de actuación preferidas del heredero inglés, y aunque se alejan de las iniciativas de la Fundación Príncipe de Asturias, no por ello resultaron menos atractivas para don Felipe. "Ha podido ver directamente lo que había estudiado en la documentación que le hice llegar en vísperas de su visita. Ha mostrado mucho interés y aportado sus propias experiencias de proyectos españoles, como la Expo de Sevilla", confiesa Deborah Lincoln, de la Prince's Foundation.

El secretario de Estado de Política Exterior, Ramón de Miguel, califica el viaje como "muy positivo", en tanto que se han cumplido los dos objetivos marcados: profundizar en la formación del Príncipe como futuro jefe del Estado y, a nivel personal, perfilarse en el exterior como un hombre moderno y preparado.

En las conversaciones con los representantes del Gobierno británico no puede olvidarse el contencioso de Gibraltar, "el garbanzo en el zapato de las relaciones" entre el Reino Unido y España, como comparó un político español durante la recepción que don Felipe ofreció en la embajada. Gibraltar salió a relucir durante el viaje oficial, por iniciativa del primer ministro Tony Blair, y el futuro rey de España aprovechó la ocasión para reafirmar las aspiraciones de Madrid de reintegración territorial, dentro de la cordialidad.

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