El Comité Olímpico Italiano acusa de dopaje a Ivan Gotti, ganador del último Giro
Cinco ciclistas italianos, Ivan Gotti, ganador del Giro 99 tras la descalificación de Marco Pantani, Alessandro Bertolini, Giorgio Furlan, Gianni Faresin y Gianluca Bortolami, pueden ser los primeros deportistas sancionados por dopaje sanguíneo sin haber dado positivo en ningún análisis antidopaje y sin haber confesado el uso de sustancias prohibidas, caso de los ciclistas del Festina. En una decisión sin precedentes, y con pruebas circunstanciales (los injustificados altibajos en su nivel de hematocrito), el Comité Olímpico Italiano cree demostrado que hay dopaje.
El CONI, a instancias de la fiscalía antidopaje, ha enviado a Gotti, Bertolini, Furlan -ya retirado-, Faresin y Bortolamo a la justicia deportiva. En el caso de Gotti, el expediente deberá ser tratado por la federación monegasca, ya que el corredor está federado en Mónaco, y para los otros cuatro, la comisión de disciplina de la Liga de ciclismo. El reglamento prevé una sanción de dos años en el caso del dopaje sanguíneo. La historia comenzó cuando el fiscal Giovanni Spinosa investigó las relaciones de Michele Ferrari, el médico más famoso del mundo del ciclismo, con una farmacia de Bolonia que vendía con asiduidad EPO, hormona del crecimiento, anabolizantes y más sustancias químicas prohibidas en el deporte. Curiosamente, la mayoría de las recetas que prescribían esos medicamentos llevaban el membrete de Ferrari, un médico bien conocido por su histórica definición de dopaje. "Es dopaje", dijo, sabiendo de la existencia de productos y métodos indetectables, "sólo aquello que da positivo en un control antidopaje". El fiscal logró llegar a los archivos de Ferrari, donde dio con los valores analíticos de los deportistas tratados por el médico, entre los que se encontraban, además de los cinco corredores citados, otros del relieve de Rominger, Berzin, Riis, Tonkov, Cipollini, Savoldelli y los españoles Olano y Escartín. En esos análisis se observaba un dato fundamental: el nivel de hematocrito (los glóbulos rojos de la sangre, los encargados del transporte de oxígeno, cuyo número aumenta cuando se recurre a la EPO) de los deportistas variaba enormemente a lo largo del año. Aumentaba cuando llegaba la época de competición y disminuía en la época de reposo. Además, a los valores altos de hematocrito iban, normalmente, asociados elevadísimos valores de hierro, cuyo aporte es necesario para el buen funcionamiento de la EPO.
Concluida su investigación, Spinosa solicitó el procesamiento de Ferrari, el farmacéutico de Bolonia y una docena más de encausados por fraude con las recetas, y, dado que la ley penal del dopaje no persigue a los deportistas, envió toda la documentación sobre los ciclistas al CONI, quien debería decidir si eran castigables por la vía deportiva. El CONI prosiguió su investigación y llamó a declarar a los deportistas. Gotti declaró en un par de ocasiones. La segunda llevó consigo datos de sus análisis e intentó explicar los interesantes altibajos de su hematocrito (prueba definitiva para el CONI del recurso a la EPO) con un historial plagado de enfermedades (una parasitosis sufrida en junio de 1998, deshidrataciones varias, estrés), el experimento con cámaras hipobáricas para aumentar naturalmente el hematocrito, el entrenamiento en altura y otras explicaciones. Ninguna conmovió a los científicos del CONI, quienes le dijeron que sí, que entenderían que esos factores le hicieran variar el hematocrito un 10% como máximo, no los picos superiores al 20% que muestra su historial clínico.
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