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La ruptura de la tregua llevó a EH a acelerar el acuerdo presupuestario en las diputaciones

La tensión que introdujo en los partidos de Lizarra la ruptura de la tregua por parte de ETA a finales de noviembre obligó a EH a cerrar los acuerdos presupuestarios con PNV y EA en las diputaciones forales de Vizcaya y Guipúzcoa en condiciones muy rebajadas sobre sus pretensiones iniciales de colaboración institucional. La decisión del lehendakari Ibarretxe de dejar en suspenso el pacto de legislatura con EH tras el asesinato del teniente coronel Pedro María Blanco, llevó a EH a flexibilidar su postura en Guipúzcoa para conjurar el riesgo de el PNV pudiera buscar apoyos no nacionalistas.

De no mediar este temor en la plataforma electoral de HB los pactos presupuestarios hubieran resultado "más caros" para el PNV, se afirma tanto en medios peneuvistas como de EH.Entre las consecuencias más directas que ha tenido la reaparición de la violencia de ETA destaca el debilitamiento de la formación de Arnaldo Otegi a la hora de hacer valer ante el PNV y EA su peso electoral en las instituciones. Aunque por ahora ha logrado salvar el compromiso de Lizarra, que antepone la alianza nacionalista sobre ninguna otra con PSE o PP, lo cierto es que la colaboración institucional de EH con el nacionalismo democrático se ha ido concretando sucesivamente a la baja respecto a sus aspiraciones iniciales.EH ha pasado, en pocos meses, de reclamar su entrada en los gobiernos forales de Vizcaya y, sobre todo, Guipúzcoa, donde su peso electoral es muy superior, a tener que conformarse con apoyar los presupuestos forales para este año.

Las negativa de EH a entrar en el Gobierno de Vitoria, por tratarse de una institución que consagra la "división territorial de Euskal Herria" fue el argumento utilizado por el PNV para negarle el acceso a los respectivos gobiernos forales de Vizcaya y Guipúzcoa. Esta postura, con la que el partido de Arzalluz trataba de frenar la ambición de la izquierda abertzale, crecida con los resultados de las municipales, provocó un fuerte malestar en el seno de EH, que intentó trasladarlo posteriormente tensando la negociación de los presupuestos del Gobierno y las diputaciones.

Pero el miedo a que se produjera un fisura grave en la colaboración nacionalista se agudizó en las filas de EH a raíz de la conmoción que produjo, a finales de noviembre, la ruptura de la tregua por parte de ETA. La fuerte presión social no impidió inicialmente al nacionalismo democrático mantener blindado el Acuerdo de Lizarra, aunque con muchas dificultades. Pero la actitud de ETA reforzó el peso de los sectores del PNV reacios a Lizarra, lo cual puso en estado de alerta en EH. Ésta tuvo que cerrar con un acuerdo verbal, antes de Navidad, la negociación del presupuesto foral de Vizcaya, ante el temor de que, en caso contrario, el PNV se abriera al PSE para sacarlos adelante y quebrara la alianza exclusiva entre nacionalistas sellada en Lizarra.

Aunque en Guipúzcoa EH se sintió más fuerte para presionar al gobierno de Sudupe, y le obligó a retirar el proyecto de presupuestos con su exigencia sobre las pensiones no contributivas, la ruptura efectiva de la tregua con el asesinato de Madrid acentuó su inquietud. Sobre todo cuando el lehendakari, con el pleno apoyo del PNV y EA dejara en suspenso el acuerdo de legislatura.

Impronta simbólica

En medios nacionalistas se asegura que en los pactos presupuestarios formalizados en estos dos territorios, EH ha perseguido, más que grandes cambios en la estructura de las cuentas forales, dejar una impronta simbólica a través del incremento de las ayudas asistenciales, un mayor apoyo económico y técnico al euskera y una clara apuesta por impulsar Udalbiltza, la asamblea de municipios, como la primera piedra del proceso constituyente que pretenden iniciar. Tanto en Vizcaya como en Guipúzcoa EH ha puesto unas condiciones similares a la hora de pactar los presupuestos, aunque salvando las peculiaridades de cada territorio.

Sin embargo, las mismas fuentes no han ocultado su preocupación por el hecho de que, a la hora de formalizar los acuerdos, quedara sin concretar a qué entidades van a ir las partidas destinadas a la promoción del euskera, que es el capítulo, tras las pensiones, para el que EH exigió mayor incremento. Aunque su gestión queda encomendada a la gestión de los departamentos de cultura y educación, su uso quedó especificado en la mesa negociadora. Además de los programas de extensión del idioma a través de cursos de alfabetización, existe una importante partida para la actualización de programas informáticos en euskera.

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