A la espera de la piqueta en Cadena, 6
Los repartidores de butano todavía se paran en el número 6 de la calle de la Cadena. Pero no lo harán durante mucho tiempo. Se trata del último edificio que queda en pie en lo que en un futuro próximo será el gran paseo del Raval, la rambla más escondida de Ciutat Vella. Dos vecinos del número 6 de la calle de la Cadena, un edificio construido hace algo más de 100 años al estilo de los que fueron edificados en Barcelona, serán los últimos de las más de 400 familias que se han visto afectadas por el derribo de lo que fueron cinco abigarradas manzanas con más de 1.000 viviendas."Yo vine aquí en 1954 y aquí han nacido mis hijos. En tantos años he visto de todo. Recuerdo que siempre hablaban de una obra muy importante. Pero no creí que llegaría a verla. Y, ya ves..., ahora me cambio de piso". Es Milagros quien habla. Ella, que pasa de los 60 años, y su hijo Miguel son los últimos habitantes del bloque.
La ropa colgando en uno de los balcones llama la atención en un panorama en el que que mandan las excavadoras, los camiones, los forjados, los tubos de conducciones y un trasiego considerable de trabajadores. Entre los montones de tierra se ven todavía pedazos de baldosas de cerámica de colores.
Por el barrio, los curiosos que pasan el rato mirando el ir y venir de los camiones cuentan que los últimos que quedan en el número 6 de la calle de la Cadena no se conformaban con la compensación que les ofrecía el Ayuntamiento. "Por eso, el edificio está todavía en pie", cuenta un hombre. "No, no. No es eso. Ya llegamos a un acuerdo, pero lo que ocurre es que hay algún problema en los pisos nuevos, de escapes de agua, o algo así. Y hasta que no esté terminado no nos trasladaremos. Además, he cambiado los muebles y no me los van a traer aquí, si me voy a ir en cuatro días", explica Milagros.
La mujer tuerce un poco el gesto al preguntarle si las condiciones del traslado han sido buenas. "Nos han dado un dinero a cambio y un piso nuevo. Son más pequeños que estos porque no pasan de los 70 metros cuadrados y aquí tenemos algo más de 90. Pero son nuevos y tienen ascensor", añade.
Pero lo que ya no quiere precisar Milagros es la indemnización. Eso sí, afirma que al principio la compensación por el desalojo era muy pobre, de 1,5 millones de pesetas. "Además, nosotros somos propietarios aquí y por eso nos negábamos a ir a un piso de alquiler, que era lo que decían al principio". Y puntualiza que viviendas como la que tiene que dejar se pagan ahora muy bien en el barrio: "Hasta 25 millones se están pagando aquí al lado. Por eso, tampoco nos conformábamos con una indemnización como si el metro cuadrado fuera a 40.000 pesetas, porque hoy en día vale mucho más".
Las negociaciones con los vecinos afectados han sido uno de los motivos de la lentitud del proceso de esponjamiento de esa parte de Ciutat Vella, que se inició hace ya 11 años y que ha supuesto una inversión multimillonaria. En principio, todos los residentes en los edificios ya desaparecidos entre las calles de Sant Pau y Hospital, por un lado, y entre Cadena y Sant Jeroni, por otro, que llevaban viviendo un tiempo mínimo determinado, fijado por el Ayuntamiento, tenían opción a un piso para ser realojados.
Hubo quienes prefirieron irse del barrio, a la Barceloneta en unos casos o fuera del distrito en otros.
"Recuerdo que al principio de todo el proceso construían sin prisas, pero las últimas promociones se han hecho mucho más deprisa", cuenta Milagros. A ella le ha tocado en suerte una vivienda del grupo construido en Peu de la Creu. "Ya veremos qué resultado dan los pisos porque éste lleva más de 100 años en pie", apostilla.
El Raval ha dejado de ser uno de los barrios de la ciudad donde la vivienda era económica. Tanto los pisos grandes, aunque viejos, como los nuevos apartamentos en fincas rehabilitadas se mueven en precios que no son tan diferentes de los de otros distritos de Barcelona. "A mí, un apartamento de menos de 50 metros con la cocina en el salón me ha costado casi 10 millones. Ya me dirás", pone como ejemplo un vecino del barrio que pasea por la futura rambla en la que, a los dos lados, se alinean muchos locales, la mayoría cerrados mientras sus propietarios aguardan tiempos venideros, que esperan buenos, para vender a buen precio. El Ayuntamiento impulsó una campaña de ayudas a la rehabilitación integral de todos los edificios de las calles de la Cadena y Sant Jeroni, que tras años de no ver el sol ahora están encarados al paseo.
Los últimos habitantes del número 6 de la calle de la Cadena opinan que la reforma del barrio está bien. De todas formas, tampoco parecen muy entusiasmados: "Lo que hace falta es que luego lo cuiden porque si se abandona, es como si no hubieran hecho nada. Además, deberían poner orden porque yo hace años podía bajar a la farmacia de noche, y ahora no", explica Milagros.
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