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Tribuna
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Rehacer la izquierda

Antonio Elorza

Decíamos ayer, en la columna de opinión publicada el 7 de enero bajo el título Año para el cambio: "Y con un poco de suerte, aunque Paco Frutos no se distingue precisamente por su espíritu de compromiso, tal vez el mero instinto de supervivencia le haga aceptar de algún modo la unidad de acción, léase apoyo de IU desde el exterior a un Gobierno socialista". Para satisfacción de unos y preocupación de otros, la pequeña profecía se ha cumplido con creces. Por supuesto, más vale no hablar de "ilusión", palabra un tanto gastada por los grupos del Pacto de Lizarra. Pero sí conviene insistir, más allá de lo que deparen las elecciones, en que parece haberse abierto una etapa en la vida de la izquierda española caracterizada por el juego de competencia y entendimiento a la francesa entre sus dos principales componentes. Algo que muchos veníamos reclamando desde hace años por contraste con un panorama de hermanos enemigos y enemigos a muerte prácticamente insuperable desde las posiciones de intransigencia adoptadas por la dirección de IU al dictado de Julio Anguita.Nos encontramos en periodo electoral y es hora de sumar y no de restar. Sin embargo, antes o después habrá que abordar un ejercicio de memoria histórica, justamente para que el acuerdo no quede en un pacto oportunista de salvación para vencer al PP. En España sabemos bien que la amnesia a la izquierda le sienta francamente mal, favoreciendo ora la inactividad mientras la opinión conservadora se hace dueña del campo, ora la conversión de los temas en arma arrojadiza, como ha ocurrido con uno de los más sensibles para la guerra civil, el de las Brigadas Internacionales, en manos de un publicista que quizás para hacer olvidar su experiencia como cazador de peces lo utiliza para dar rienda suelta a su senilidad agresiva. Sin que al final sirva de nada que la investigación histórica lo haya aclarado en sus extremos esenciales.

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El caso de la política de IU está más próximo, pero el tono de algunos turiferarios de última hora nos hacer ver que la imprescindible revisión del pasado no resultará tampoco fácil. Incluso habla de persecución mediática a Frutos la misma persona que sólo hace unos meses redactó un manifiesto para condenar su política de destrucción de Iniciativa per Catalunya. Hay, pues, que intentar poner las cosas en su sitio, si se quiere después de marzo, porque de otra manera será inútil el intento de restaurar un tejido que ha sufrido tantos desgarros. El reconocimiento por la inteligente labor desarrollada por Frutos para hacer posible la unión de la izquierda con Almunia es del todo compatible con la observación de que esa unión era ya necesaria tras las elecciones municipales y de comunidad en 1995. Y Frutos no sólo secundó a Anguita en ese momento, sino que dirigió la caza de brujas que sacó a Nueva Izquierda de IU, empujándola a su actual subalternidad respecto del PSOE, arruinó las escasas expectativas del ensayo de unión electoral de la izquierda en Galicia y dinamitó, para bien de Pujol, a Iniciativa per Catalunya. Todos fueron excomulgados por intentar lo que él hace hoy. Hasta el punto que casi ayer las gentes de IU en Madrid, mucho más razonables que la dirección estatal, no veían el modo de librarse de Frutos para el número dos de la candidatura en las elecciones de marzo. No era precisamente por su flexibilidad, ni por las virtudes como autodidacta atento siempre a la sensibilidad popular, según su new look.

Sólo que un "leninista" como es el político catalán no tiene el gusto del suicidio colectivo que, en cambio, animaba a su líder. Cabe elogiar este rasgo, reconocer el acierto de la nueva línea política, no sólo para impedir el desplome definitivo de IU, y también, con la vista puesta en el pasado, proponer una revisión que devuelva IU al terreno que nunca debió abandonar. Sin duda, aquí Anguita será el gran obstáculo, sobre todo si las elecciones no salen bien, pero, sin la reforma de lo que queda del PCE, la reintegración de las sensibilidades reformistas y unitarias al modo de Iglesias en 1983 y la marginación de las tentaciones antisistémicas grupusculares, el cambio se quedará en una maniobra de ocasión. Confiemos en que no suceda y que, así como el estilo Jospin puede ser una buena referencia para Almunia, Robert Hue lo sea para Frutos.

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