El Madrid sube su optimismo
Con visibles signos de mejoría y un gol de Guti en el minuto inicial el conjunto blanco elimina al Zaragoza
Dos meses después de tocar fondo contra el Zaragoza, el Madrid se tomó venganza y le eliminó de la Copa. Después de su larguísima travesía del desierto, todavía está en condiciones de batallar en todas las competiciones, cuestión insospechada hasta por los más acérrimos madridistas. Pero la realidad se impone. Los signos de mejoría del Madrid son visibles, aunque todavía le quedan cuestiones por resolver en el orden organizativo y, sobre todo, en el control del juego, que se le escapa con cierta frecuencia.El partido salió racheado, imperfecto si se quiere, pero interesante por recio, cualidad que hasta ahora no distinguía al Madrid. Hay motivos para un debate sobre las razones que han llevado a este equipo desde la indolencia a la laboriosidad. De ninguna manera ha alcanzado un gran rigor defensivo y es cierto que todavía se aprecian lagunas en varios apartados del juego, pero también es verdad que al Madrid se le ve más firme, con una vibración en sus jugadores que les permite actuar con el punto de solidaridad que antes les faltaba. Sólo así se pueden sostener los equipos cuando las circunstancias resultan adversas. Porque el Madrid marcó un gol en la primera jugada del encuentro y pretendió amortizarlo hasta el final, pero pasó dificultades para conseguir la pelota y mantenerla. En ese aspecto, el Zaragoza tuvo más peso en el partido. Su principal carencia fue insospechada: Milosevic fracasó.
REAL MADRID 2 ZARAGOZA 0
Real Madrid: Iker Casillas; Míchel Salgado, Hierro, Karanka, Roberto Carlos; Ognjenovic (Karembeu, m.75), Iván Helguera, Redondo, Guti (McManaman, m.60); Raúl y Morientes (Meca,m.83).Zaragoza: Juanmi; Pablo, Paco, Lanna, Sundgren (Yordi,m.80); Acuña, Luis Helguera (Aragón, m.57), Garitano (Marcos Vales, m.71), Vellisca; Juanele y Milosevic. Goles: 1-0. M.1. Morientes realiza varios recortes dentro del área; en el último el balón le sale un poco largo y llega a Guti, que bate a Juanmi con un fuerte zurdazo que antes pega en el palo. 2-0. M. 57.Morientes lanza desde la izquierda un pase cruzado al segundo palo de la portería, donde llega en carrera Ognjenovic para empujar al fondo de la red. Árbitro: Mejuto. Amonestó a Hierro, Redondo, Luis Helguera, Pablo y Garitano. Estadio Santiago Bernabéu. 45.000 espectadores. Vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey. Clasificado el Real Madrid por un global de 2-0.
En un equipo como el Zaragoza, donde los recursos son apreciables pero limitados, Milosevic es capitán general. En esta temporada gloriosa del delantero yugoslavo, el Zaragoza ha elevado su rendimiento en una proporción desmesurada. Con su altísima cifra de goles y con la exuberancia física que había demostrado hasta hace bien poco, Milosevic multiplicaba el valor real del Zaragoza. El Madrid lo sabía mejor que nadie. Milosevic pasó como un tornado en el partido de Liga y destruyó al Madrid, donde se dieron órdenes estrictas a Karanka para que no se repitiera el descosido. Poco a poco, Karanka comienza a perder su timidez y se siente titular. Lo merece, por lo visto en los últimos partidos. El central persiguió con saña a Milosevic, que dimitió muy pronto. Al jugador yugoslavo se le vio pesadote, sin capacidad para marcar diferencias.
Sin embargo, el Zaragoza jugó razonablemente bien. Con la pelota fue superior al Madrid. Sólo le faltó un grado más de creatividad en Luis Helguera, centrocampista de batalla que todavía no está para sutilezas. Claro que en este capítulo de la clase, el Zaragoza cuenta con Juanele, que libró una estupenda batalla con Roberto Carlos. Batalla curiosa porque Roberto Carlos descuidó el marcaje del fenomenal extremo a cambio de varias incursiones hacia el área del Zaragoza. Libra por libra, fue superior Juanele, el jugador que estuvo a punto de hacer un roto al Madrid. No encontró compañía en el área, o no encontró a Milosevic, que es lo mismo. Por ahí se condenó el Zaragoza.
Si es por problemas, el primero fue conceder un gol en el primer minuto. Morientes encontró la colaboración de todos los centrales zaragozistas y consiguió ceder el balón a Guti, que remató con violencia y precisión. Durante los siguientes diez minutos, el Madrid se dio al toque con velocidad y criterio, con mucha gente agrupada en el medio campo y con Guti comodísimo. Sólo le faltaba encontrar al mejor Raúl, que apenas apareció en el partido. Pero se reservó un papel esencial en el segundo tanto, un espléndido ejemplo de pureza futbolística interpretada junto a Morientes y Ognjenovic.
El gol del yugoslavo puso el punto final al partido. Luego se produjo el típico pacto tácito. El Zaragoza se dio por derrotado y el Madrid se permitió alegrías que tenía prohibidas en los últimos tiempos. El público, tan distante durante la larga crisis del equipo, aplaudía todo, súbitamente convencido de que el Madrid está vivo y puede dar alguna alegría imprevista a una hinchada que hasta hace poco vivía desesperada.
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