Un gran trabajo
Nascuts culpables"De Peter Sichrovsky. Versión de Joaquim Candeias. Intérpretes, Helena Peydró, Esther Bosque, Cristina García, Joan M. Reig, Martin Cases, Alvaro Báguena, Pep Ricart, Cristina Plazas, Empar Canet, Carles Alfaro. Iluminación y espacio escénico, Carles Alfaro. Dramaturgia y dirección, Carles Alfaro, Joaquim Candeias. Espai Moma. Valencia, 27 de enero.
Se recogen en esta obra 11 testimonios -uno de ellos telefónico, debido a las voces de Teresa Lozano y Jordi Dauder- de descendientes de jerarcas nazis que llevan como pueden esa arbitraria marca de origen y que Peter Sichrovsky, el autor del trabajo de campo adaptado por Alfaro y Candeias, convierte en estereotipos tales como Ordenada, Curiosa, Esperanzada, Culpable, Inocente o Angustiado. Como es natural, dada la diferente actitud ante los sucesos del pasado, las diversas posiciones son como un prisma que permite acceder a casi todas las opciones posibles sobre un asunto doloroso y estigmatizante, de manera que la habilidad de los adaptadores consiste en ofrecer un repertorio contrastado de un abanico de esa clase y en su capacidad para suscitar interrogantes de actualidad sobre un problema aún insepulto. Por esa vía entran las sugerencias sobre la contaminación de la gran historia por las vivencias domésticas.
La puesta en escena, cuidada como es habitual en los montajes en los que participa de Carles Alfaro -aquí corren de su cuenta iluminación y espacio escénico, y dramaturgia y dirección compartidas, además de su trabajo como actor- simultanea una disposición de los personajes en una especie de banquillo por el que desfilan de espaldas al espectador y una proyección a tiempo real en pantalla, centrada en el rostro de los entrevistados, amplificando la expresión que acompaña al relato. Es una opción que contribuye de manera decisiva a la impresión de testimonio -y a sus ambigüedades de género, tal vez lo que se conoce como docudrama- que pretende el montaje, y que recoge de manera casi antropológica la gran actuación de los actores. El resultado es un producto nervioso e inteligente, sutil e incitante, que ningún espectador debe perderse y que sitúa al Espai Moma como una de las apuestas escénicas valencianas más rigurosas y arriesgadas.
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