"IU dirá si prefiere de presidente a Aznar o a Almunia"
Joaquín Almunia, el líder del PSOE y su candidato a La Moncloa, acaba de entrevistarse con Tony Blair, el primer ministro británico y uno de los dirigentes que ha imprimido modernidad a la socialdemocracia, y sabe que dentro de pocas semanas le recibirá Lionel Jospin, el francés, artífice en su país del acuerdo de Gobierno de "la izquierda plural" que él está invocando ahora como todo un ejemplo.Pregunta. Con la oferta que ha lanzado a Izquierda Unida por sorpresa, ¿cree que ha conseguido mostrar que los socialistas recuperan su capacidad de iniciativa y de lograr golpes de efecto con los que arrebatar al Ejecutivo del PP la atención que esperaba obtener estos días con la publicidad sobre su gestión?
Respuesta. El mismo día que fui elegido secretario general del PSOE hablé de la causa común, de la necesidad de construirla, de convertir la mayoría ciudadana de centro-izquierda en una mayoría parlamentaria y en un Gobierno de progreso. Han llegado las elecciones y he ofrecido a IU traducir en compromisos programáticos concretos y en un resultado electoral mayoritario las coincidencias existentes entre los progresistas. Estoy convencido de que, si la izquierda no desperdicia ni uno solo de sus votos, y para eso no tiene que renunciar a su pluralidad, la suma de los que reciben sus opciones es suficiente para formar un Gobierno que mejore las condiciones de vida de los españoles a partir del 12 de marzo.
P. Con esa argumentación, si no hay acuerdo con sus dirigentes, no le costaría mucho decir eso mismo al electorado de IU y añadir que lo útil es votar al PSOE...
R. No sólo estoy convencido de que el acuerdo es necesario, sino que estoy persuadido de que lo podemos alcanzar. Tenemos pocos días para construirlo, pero creo que los términos de mi oferta, que hay que debatir con ellos, son razonables para permitir ese acuerdo.
P. Sin la renuncia de IU a presentar candidaturas en 34 provincias ¿es viable algún acuerdo entre ambas formaciones?
R. Hay un elemento imprescindible: la coincidencia en unos puntos programáticos para gobernar. No es posible un acuerdo que fije compromisos que nos alejen de la posibilidad de gobernar y de las políticas que debe llevar a cabo un Gobierno de progreso en el año 2000. Y hay otro elemento necesario para el acuerdo: que ni un solo voto de izquierdas se emita sabiendo que no va a ser eficaz para sumar más escaños.
P. Izquierda Unida le ha respondido que existen otras fórmulas de entendimiento que no pasan por tener que renunciar ellos a presentarse en 34 provincias. ¿Está dispuesto a pactar una alianza electoral o poselectoral?
R. Es evidente que la izquierda es plural; que hay diferencias de origen, de trayectoria y de propuestas. Pero no tienen que ser un obstáculo para gobernar. El acuerdo que propongo respeta la pluralidad, pero le saca más partido en términos de representación parlamentaria. Los ciudadanos saben cuáles son nuestras diferencias, pero prefieren que las aparquemos en aras de conseguir un Gobierno progresista. Según cuál sea el sentido de su respuesta, en función de que haga posible o imposible el acuerdo, lo que está determinando IU es si prefiere un Gobierno presidido por Joaquín Almunia, y en el que ellos participarían, o que continúe un Gobierno de derechas presidido por Aznar.
P. Pero, para usted ¿es aceptable o no la posibilidad de presentar listas conjuntas al Congreso?
R. He propuesto candidaturas conjuntas en las elecciones al Senado, en las que rige el sistema de listas abiertas. Para el Congreso, sinceramente, dudo mucho de que la confusión de candidaturas nos dé más votos que presentándonos de forma plural, salvo en aquellos lugares en que hay que convertir en útiles todos los votos de la izquierda.
P. ¿Usted cree que con los mimbres que le está ofreciendo Francisco Frutos puede trenzar un acuerdo? Porque no existe la percepción de que se haya producido un acercamiento entre ustedes e IU en temas básicos, como la construcción europea y la política económica, en los que tenían posiciones casi antagónicas.
R. Me atengo a lo que me comunique oficialmente Francisco Frutos. Y mi respuesta se la daré en primer lugar a él. Lo que puedo decirle es que todos sabemos que la España actual requiere una política económica rigurosa, capaz de alimentar el crecimiento económico y no de ponerlo en riesgo; que los electores no quieren que les friamos a impuestos; que no es posible ofrecer un proyecto de progreso que no se inscriba en el marco europeo con todas sus consecuencias, desde el ingreso de la peseta en el euro al máximo compromiso con el sistema de seguridad y de defensa, que es cada vez más europeo.
P. Todo lo que usted está diciendo es más una buena explicación del programa socialista, e incluso una invitación a respaldarlo el 12-M, que una muestra de que estén conciliadas las posiciones del PSOE y las de una fuerza que, por ejemplo, hace seis meses llamó asesino al entonces secretario general de la OTAN y relevante miembro socialista, Javier Solana, por dirigir la entrada de tropas en Kosovo.
R. En la mayoría de los países de la Unión Europea hay Gobiernos progresistas con participación, en el Gabinete o en el Parlamento, de todas las expresiones progresistas que existen en ellos. En Francia, en Alemania, en Italia, en Dinamarca, en Suecia..., las coordenadas en que se han materializado los acuerdos son las que yo he ofrecido para España, para conseguir mayores cotas de justicia y de bienestar.
P. ¿No cree que, visto desde fuera, parece que los esfuerzos no están puestos en conseguir un acuerdo entre ustedes e IU, sino en ver quién queda como el que propició un acuerdo para desbancar a Aznar y quién queda como el que lo dificultó?
R. Desde que hice pública la propuesta, me he encontrado ciudadanos ilusionados, esperanzados, que apuestan por el acuerdo y que nos piden tanto a Francisco Frutos como a mí el máximo esfuerzo para alcanzar ese acuerdo.
P. El hecho de haber anunciado la oferta y tener luego que negociarla, en vez de pactarla primero y difundirla después como hicieron en Francia, ¿no cree que plantea dudas muy serias sobre la efectividad de la propuesta?
R. La relación entre las fuerzas de izquierda en Francia se ha desarrollado de modo distinto a lo que hemos conocido aquí hasta ahora. En España alguien tenía que romper la incomunicación, alguien tenía que lanzar una señal muy potente de que nuestra división es lo que está facilitando un Gobierno de derechas. Y no teníamos mucho tiempo para hacerlo.
P. Desde esa convicción que declara sobre la utilidad del acuerdo, ¿ha pensado qué ministerios cedería a IU en un Gobierno presidido por usted?
R. No. Mientras no consiga el acuerdo, sólo pienso en los ciudadanos que desean ese acuerdo.
P. ¿Su oferta fue precedida de alguna negociación o conversación con IU?
R. No. La propuesta se la comuniqué a Francisco Frutos minutos después de que la ejecutiva del PSOE la respaldase.
P. Usted ha desconcertado a sus adversarios, pero ¿no cree que ha producido también desconcierto en aliados potenciales, en los nacionalistas, e incluso en una parte de su propio electorado de centro-izquierda?
R. De mi oferta se deriva que el PSOE sigue siendo un partido de gobierno y que sabe el terreno que pisa. Nuestros electores saben que no vamos a cambiar radicalmente de políticas. Si lo hiciéramos, ni ganaríamos ni gobernaríamos. Yo no voy a cerrar las posibilidades de seguir dialogando con Jordi Pujol, al que valoro mucho. Los nacionalistas saben que siempre hemos dialogado con ellos, pero también que ante sus peticiones hemos sido más firmes que Aznar. Bajo el Gobierno Aznar, los nacionalistas se han malacostumbrado: han mandado mucho, pero se han responsabilizado cada vez menos. Eso no debe continuar.
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