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LA PRECAMPAÑA DEL 12-M

A la búsqueda del voto de "la mujer mujer"

Xosé Hermida

Ya lo dijo José María Aznar con una de sus célebres tautologías: al nuevo centrismo le gusta "la mujer que sea mujer". Su esposa, Ana Botella, elabora algo más el discurso y explica que su ideal es una mujer que se resiste a "masculinizar su papel", que rechaza "el feminismo de confrontación" y que aporta "humanidad" a la política. La mujer centrista, según ha insistido Botella en su primera e intensa gira de precampaña electoral, que concluyó ayer en Santiago, exige igualdad en el trabajo y colaboración en las tareas domésticas, sin renunciar por ello al marido ni a los hijos porque la familia "es la institución más importante". Cualidades que se aderezan, por lo visto entre los auditorios que le aplaudieron en Galicia, con un fervoroso amor al visón y la mecha rubia.Si hay algo que parece molestar a esta mujer de carácter sereno y afable es que le persiga la comparación con Hillary Clinton. Pero, cuando se le pide que defina su papel, Botella copia a su esposo deslizándose por las pendientes de la obviedad. "Soy una persona normal que ahora está casada con el presidente del Gobierno", dijo ayer en la televisión gallega. El día anterior, en Ourense, se había considerado "una militante más", alguien que "cree en un ideal y hace lo posible por llevarlo a la práctica". Cierto que a la inmensa mayoría de los militantes más no los adulan los dirigentes regionales ni les preparan comidas con diseñadores de moda, visitas a centros de toxicómanos o charlas en selectos clubes financieros.

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Tampoco sus compañeras de partido encuentran fácil definir el papel de la primera dama. "Es una militante que da la casualidad de que está casada con el presidente del Gobierno", comentó ayer María Jesús Sainz, portavoz adjunta del PP en el Congreso recién disuelto. Marta Álvarez, diputada del Parlamento gallego, había sido algo más precisa: "Es una militante destacada porque es la mujer de un militante destacado". Con explicaciones así no es de extrañar que la confusión cunda alrededor del personaje y facilite deslices como el de los responsables del Club Financiero de A Coruña, que le otorgaron el título de excelentísima señora. "No sabíamos que los tratamientos se adquiriesen por vía conyugal", ironizó Pilar García Negro, dirigente del BNG, que protestó por que su conferencia coruñesa, el único acto de su gira que no organizaba el PP, contase con el patrocinio de la Xunta.

Botella, que viaja con una jefa de prensa contratada por La Moncloa, es una animosa defensora de la política de su marido. Con las cifras bien aprendidas, esgrime los éxitos del que siempre llama "este Gobierno", desde las legiones de parados que hallaron empleo hasta las mujeres maltratadas que recibieron atención. Procura no parecer agresiva, pero tampoco puede evitar la tentación de responsabilizar al PSOE de los más variados males, incluido el descenso de la natalidad, debido, según sostiene, a una política económica "que destruyó puestos de trabajo y mantuvo altísimos los tipos de interés".

Pero el auténtico target, que diría un publicista, de los discursos de Botella es el voto de las mujeres, a las que ofrece un feminismo atemperado por la virtud de la paciencia. Una vez lograda la igualdad jurídica, razona, ya no tiene sentido la "confrontación", útil "a principios de siglo". Ahora se trata de ocupar los puestos de responsabilidad, acabar con las discriminación laboral y esperar a que la educación en igualdad rinda sus frutos en próximas generaciones.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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