La renuncia de Bill Gates busca rebajar el enfrentamiento de Microsoft con el Gobierno
Horas después de renunciar a su cargo de consejero delegado en Microsoft -aunque conserva todo su poder en la compañía-, Bill Gates rechazó contundentemente la posibilidad de que la empresa sea dividida como castigo a las prácticas monopolistas detalladas por un juez de Washington. Sin embargo, su renuncia al cargo en la gestión de Microsoft se interpreta como un plan de defensa que facilite un acuerdo extrajudicial o que propicie una sentencia no demasiado dañina para sus intereses como principal accionista de la compañía que fundó.
Bill Gates cedió a Steve Ballmer -que ya era presidente de Microsoft- el puesto de consejero delegado, aunque retiene para él el cargo de presidente del Consejo de Administración y, por supuesto, sigue siendo accionista mayoritario de la compañía que fundó.Aunque la razón del cambio parece ser puramente personal (Gates dice sentirse cansado de las tareas de gestión y querer dedicar más tiempo a la creación de programas informáticos), la decisión llega en un momento tan preciso como para haber despertado interpretaciones inmediatas.
Se espera que en los próximos días -posiblemente la semana próxima-, los abogados del Gobierno de EEUU y de los 19 Estados que presentaron la demanda contra Microsoft hagan su propuesta de acuerdo extrajudicial. Tal y como han adelantado varios medios de comunicación, la propuesta pasa por la división de la compañía en pequeñas empresas que separen y repartan los negocios relativos a sistemas operativos (Windows) o programas de aplicaciones (como el paquete Office).
El desarrollo del juicio se ha personalizado tanto en la figura de Bill Gates y sus prácticas empresariales -malévolas e ilegales, según la acusación- como para deducir que su retirada de la cúpula gestora de la compañía es una manera de allanar el terreno para un acuerdo extrajudicial más suave para Microsoft. Sin él en la dirección, la empresa parece querer hacer propósito de enmienda; si así lo entendiera la acusación, podría haber un acuerdo del que sólo salieran medidas de vigilancia sobre su comportamiento empresarial en el futuro.
Sobre la posible disgregación de la compañía, Bill Gates aseguró ayer que es una opción "carente de sentido". "Es algo que no anticipamos, y creemos que es imprudente que el Gobierno lo tome en consideración". Según Gates, en declaraciones al programa Today, de la NBC, su compañía tiene confianza en que "bien mediante un acuerdo o a través del proceso legal se permita a Microsoft continuar ayudando a los consumidores, como siempre hemos hecho". Gates aprovechó para recordar que la fusión de America Online con Time Warner crea "una compañía absolutamente gigantesca, que competirá ferozmente con Microsoft en muchos terrenos", de manera que la demanda contra ellos por comportamientos monopolistas carecería de sentido, especialmente si el proceso se dilata lo suficiente como para que los cambios en el sector de la tecnología dejen obsoletas las acusaciones iniciales.
Varios analistas aseguran que su dimisión como consejero delegado es, en realidad, una primera consecuencia de la demanda antimonopolio y una manera de crear un marco más amistoso para un posible acuerdo.
Sin embargo, en contra de esa interpretación está el perfil del propio Steve Ballmer, que es empresarialmente un clon de Gates. Comparte con él la agresividad en la manera de hacer negocios y la entrega absoluta a la filosofía de la empresa. De Ballmer se destaca su carácter más diplomático, aunque aparentemente perdió esa cualidad cuando fue ascendido a su nuevo cargo esta semana. Ballmer se mostró extrañamente belicoso nada más asumir su nueva condición: "Romper esta compañía sería una insensatez y una irresponsabilidad. No tendría precedente alguno y sería el mayor perjuicio que se puede causar a los consumidores de este país". Y repitió: "Es una insensatez incomprensible".
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