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FÚTBOL 19ªjornada de Liga

El palco estuvo vacío, y Rubí y Juane se quedaron en un despacho

Ni Jesús Gil y Gil fue al estadio Vicente Calderón a darse un baño de multitudes -como se anunció a principios de la semana pasada-, ni los representantes de la administración judicial se sentaron en el palco presidencial en el partido contra el Mallorca. La tarde se presentaba imprevisible, con una manifestación de las peñas convocada antes del partido y con más de un empleado del club temiéndose lo peor: "Puede pasar cualquier cosa, cualquier cosa...". Jesús Gil permaneció recluido en su casa. Según sus familiares, el ex presidente prefirió ver el partido por televisión. Gil había alquilado el palco vip para acudir al estadio, pero no quería que lo responsabilizaran de ningún disturbio, y por prudencia -teniendo en cuenta que hoy comparece ante el juez García Castellón en la Audiencia Nacional- permaneció en su casa.Tanta tensión se acumuló durante la semana que la prudencia terminó por despoblar el palco. Las ocho primeras filas de asientos forrados con tapizado rojo permanecieron desiertas. El hombre de confianza del administrador judicial, y delegado ante la plantilla, Miguel Juane, prefirió permanecer en las oficinas del club, junto al administrador, Luis Manuel Rubí Blanc. Ambos vieron el partido por televisión, al igual que Jesús Gil y su hijo, el director general del club, Miguel Ángel Gil. Los miembros de la directiva del Mallorca se quedaron sin la compañía oficial del rival y la tradicional comida con representantes del Atlético fue cancelada.

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Al palco vip, adyacente al palco presidencial, acudieron el ex vicepresidente del club, Enrique Cerezo, y dos de los hijos de Jesús Gil: Jesús y Óscar, que fueron los únicos representantes de la familia Gil en el Calderón. En el mismo sector se acomodaron los cuatro representantes del Mallorca, encabezados por el consejero delegado Mateo Alemany. La delegación mallorquinista fue completada por Antonio Planas, Antonio Calafot y José Pons.

"Partido de riesgo"

La policía calificó al partido de ayer como "de riesgo", un nivel intermedio previo a la calificación de "alto riesgo". Para evitar actos de violencia el Calderón estuvo guardado por un dispositivo adicional de 200 policías nacionales y 100 policías municipales. Lo justificaba la manifestación de los hinchas, y las pintadas que aparecieron el jueves en las paredes del estadio, en las que un grupo que se decía hincha del Atlético amenazaba de muerte al juez García Castellón y a Rubí Blanc.

La victoria contra el Mallorca despejó la tensión y los malos presagios. La multitud, que ocupó más de tres cuartas partes del graderío, gritó consignas contra Rubí -"¡Luis Manuel Rubí, vete ya de aquí!"- y la administración de justicia. Hasta que el gol de Hasselbaink disipó la electricidad. Entonces el Frente Atlético cantó el "Somos nosotros, Atlético somos nosotros...".

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