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FÚTBOL 19ªjornada de Liga

El Atlético se aprovecha del ruido

El equipo de Ranieri se impone al Mallorca con un gol de penalti de Hasselbaink

El Atlético ha conseguido evitar hasta ahora, por lo menos en el Calderón, que las manchas de tinta del auto judicial se derramen sobre el campo de juego. Desde el 22 de diciembre, el Atlético ha encadenado en casa dos victorias en dos partidos, y la vergüenza deportiva permite a los jugadores de Ranieri mantener al único aliado real que tienen en este momento: la afición atlética, volátil y caprichosa en muchas ocasiones, pero pegada al equipo desde la llegada de Rubí Blanc al Atlético.Las condiciones contagian. El Atlético se amarró al partido de ayer con la necesidad de los que viven momentos decisivos: los que vaticinaron una avalancha de desidias e indolencias varias en el cuadro rojiblanco han fallado. El esquema de Ranieri, además, favorece este tipo de implicaciones -todos los jugadores son guerreros-. El volumen de juego queda casi siempre a un costado, pero el esfuerzo total conforma al italiano y a la afición, mucho más dada en estas época a premiar el sudor. Los primeros minutos del Atlético frente al Mallorca fueron puro jaleo, alboroto y obcecación con el área rival, pero prevaleció el ímpetu; y le dio sus resultados. El Mallorca vivió desconcertado media hora, sin saber qué hacer con esos jugadores que le pasaban volando por los cuatro costados.

ATLÉTICO 1MALLORCA 0

Atlético: Molina; Gaspar, Gamarra, Santi Denia, Capdevila; Aguilera (Njegus, m.74), Bejbl, Hugo Leal, Solari (Valerón, m.46); Kiko (Correa, m.62), Jimmy Floyd Hasselbaink.Mallorca: Leo Franco; Olaizola, Nadal, Siviero, David; Lauren, Engonga, Francisco Soler (Ibagaza, m.73), Carreras (Djokaj, m.73); Diego Tristán, Carlos (Polo Quinteros, m.84). Goles: 1-0: m.48. Hasselbaink, de penalti tras una falta de David a Aguilera. Árbitro: Evaristo Puentes Leira (colegio gallego). Amonestó a los atléticos Santi y Njegus, y a los mallorquinistas Carlos, Olaizola y Engonga. Partido de la decimonovena jornada de la Liga de Primera División (última de la primera ronda) disputado en el estadio Vicente Calderón de Madrid ante unos 35.000 espectadores. Cuatro grados al comienzo del encuentro. No hubo representación oficial del Atlético en el palco.

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En medio del ruido, Kiko. Al jerezano se le nota todavía el año que pasó en la enfermería, pero poco a poco va sacando su sonido propio; fueron apenas dos o tres pases, pero será pronto el mejor asistente para el goleador del equipo, Hasselbaink. Kiko jugó 60 minutos, y fue noticia en el campo.

Cuando Engonga encontró la marca de Hugo Leal y obligó a Solari a calmarse un poco, el Mallorca empezó a hacer pie, y se fue al descanso pensando que los dientes apretados del Atlético eran poco más que eso, y que la segunda parte depararía mejores momentos. Pero llegó el penalti ingenuo de David sobre el experimentado Aguilera, el trallazo de Hasselbaink, y el partido dio el vuelco que esperaba Ranieri. Proponer un partido metálico, de chispas y hormonas, tiene la ventaja de que suelen definirse a un gol, aquello de "el que marque primero gana", una sentencia de origen italiano y que ayer hizo fortuna en el Calderón. El Atlético se cansó, se puso nervioso y dejó adelantarse a un Mallorca más inteligente pero remolón a la hora de decidirse. Poco hizo Paco Soler para construir el juego mallorquín -algo más hizo sus sustituto Ibagaza, pero no mucho más-, y Diego Tristán, abortada su racha, paso inadvertido. El más ruidoso fue Carlos un jugador espumoso e inquieto, pero falto de serenidad en los últimos metros.

En el Atlético, sólo un jugador conseguía sustraerse al jaleo y a la urgencia por mantener el pequeño golito de diferencia: José Molina. En medio del temporal, el portero rojiblanco no movía un músculo. Su equipo jugaba un partido de infierno, pero el área del Atlético era hielo puro. En el minuto 89 paró un cabezazo de Polo Quinteros que se metía, y que hubiera provocado un incendio. El Atlético, un equipo sin suntuosidades, remitido a sobrevivir en medio de la confusión, sigue a salvo en casa.

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