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IU prefiere no crear la sensación de que pactará con el PSOE por temor al voto útil

Los socialistas no han enviado aún su programa como prometieron, aunque lo harán pronto

Carlos E. Cué

Las relaciones entre Izquierda Unida y el PSOE, pese a los diversos mensajes de unidad que sus líderes lanzan en los medios de comunicación, están bloqueadas. Los socialistas ni siquiera han entregado todavía su programa electoral, tal y como prometieron en cuanto el nuevo cabeza de cartel electoral, Francisco Frutos, sustituyó a Julio Anguita, aunque aseguran que lo harán en breve. Mientras, los dirigentes de la coalición prefieren centrar su mensaje de campaña en la necesidad de que IU exista como tercera fuerza política para evitar que toda la política gire en torno al centro. Están convencidos de que, si dan la sensación de que pactarán con el PSOE, el voto útil empeorará sus ya malas expectativas.

Hay otros motivos de fondo que dificultan mucho la relación entre los socialistas e Izquierda Unida. La coalición sufre importantes divisiones internas, y el asunto de los pactos con el PSOE es fuente sistemática de enfrentamiento entre corrientes. Dadas las malas expectativas electorales que le auguran las encuestas, en la coalición se ha establecido una especie de pacto tácito para trasladar todos los conflictos, las divisiones y las guerras internas por la sucesión de Anguita al día después de las elecciones, cuando los resultados fortalecerán a algunos sectores y personas y debilitarán a otros.Por eso se han anulado hasta ahora todos los tímidos intentos de elaborar junto al PSOE una especie de manifiesto conjunto similar al que llevó a Lionel Jospin al Gobierno de Francia. Los defensores de esta vía confiaban en que la llegada de una cara nueva como Francisco Frutos al primer plano de la política de IU pudiera hacer variar la relación con el PSOE. Pero Frutos fue elegido como apuesta continuista, temporal, precisamente porque los más duros creían que no se atrevería a romper totalmente con la línea seguida por Anguita.

Exclusiones

Las primeras manifestaciones públicas de Frutos parecían indicar un cambio de tendencia, pero poco después se apresuró a criticar que los socialistas, en la elaboración de sus candidaturas, hubieran excluido a los que él considera personas más próximas a Izquierda Unida, como los guerristas, los borrellistas, o los representantes de Izquierda Socialista. Y lo utilizó para demostrar que el PSOE no tiene ningún interés real en pactar con IU y sólo pretende robar el máximo número de votantes posibles a esta fuerza en los comicios de marzo.

En lo que se refiere a pura estrategia electoral, la mayoría de los dirigentes cree que no se puede dar la sensación antes de los comicios de que IU está dispuesta, pase lo que pase, a pactar con los socialistas, porque entonces la vieja idea del voto útil, muy instalada dentro del electorado, haría que muchos de los electores que ya dudan si dar su apoyo a IU se trasladasen directamente al PSOE.

La coalición tiene en este sentido un precedente muy negativo. Antes de las últimas elecciones municipales, celebradas el 13 de junio de 1999, IU y PSOE no llegaron a un pacto preelectoral, pero sí mantuvieron varias reuniones bilaterales y cundió la sensación de que tras las elecciones pactarían, como al final sucedió. Aunque los propios dirigentes reconocen que ésta no fue ni mucho menos la única causa, IU obtuvo en esas elecciones los peores resultados de su historia, al perder a la mitad del electorado que le apoyó en 1995.

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Por eso, los dirigentes de IU prefieren centrar su mensaje en la necesidad de la existencia de la coalición para evitar que lo que ellos llaman "una basculación a la derecha" haga que toda la política gire en torno al centro que se disputarían el PP y el PSOE.

En todo caso, tanto los socialistas como IU tienen claro que, si el PSOE gana las elecciones, el escenario más probable se sitúa en una renovación del pacto con Convergència i Unió (CiU) que el ex presidente Felipe González estableció en 1993. Y no sólo por las discrepancias ideológicas entre IU y PSOE, sino porque las malas expectativas de la coalición, que podría obtener la mitad de los diputados que CiU, la convertirían en una socia poco apetecible.

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