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Tribuna:GENERACIÓN SIN NOMBRE (18)
Tribuna
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Sucesos

El año 2000 no ha empezado impunemente. Seguir la vida, milagros e imaginación cibernética de la generación treintañera que encarna Conxa es una inagotable fuente de información sobre la realidad y el futuro.Los sucesos que siguen expresan las condiciones de globalidad / localidad, imprevisibilidad previsible y racionalidad emotiva en las que se desenvuelve la vida de estas muchachas. Así me explicó Conxa los últimos acontecimientos.

"Tras una estúpida vuelta al trabajo y dos o tres berrinches con la gripe de ordenadores, redes y móviles, decidí, para no pensar en Gorka más de la cuenta, dedicarme a esas cosas íntimas que tanto bienestar nos dan a las solteras cuando estamos a punto de tener la regla y me organicé una velada de mascarilla / baño / automasaje / depilación integral acompañada de tratamiento superhidratante a la grosella de uñas y durezas en codos y talones. Quemé un poco de incienso para crear suficiente recogimiento, puse un CD de gospel que le ha regalado a mi madre su Caixa y conecté el buzón de voz. Conseguí un relax tan efectivo que ni siquiera me hizo efecto el mal rollo del telediario con su cadena de desastres, incluido un multitudinario choque de 150 coches en una autopista alemana. El que los móviles de Gorka estuvieran sin cobertura esa noche me extrañó más, pero caí rendida".

"Veinticuatro horas después, los móviles de Gorka seguían sin estar disponibles y él, de viaje entre Luxemburgo y Alemania, no había dicho ni mu; sólo me quedó el recurso de contarle mis penas a Crispita. Ella, una verdadera adicta a las relaciones con los tíos, me dijo que, tras haberlo probado todo, ahora se repone de tanta decepción con un mix de yoga, homeopatía y meditación; su kaikú actual es una frase de Saramago que dice: "Actualmente se llega más fácilmente a Marte que a nuestros semejantes". Con ese pensamiento noble y procurando olvidar el mal sabor que me dejó, en nuestra última despedida, que él me dijera "no me seas una mujer sabia, ¿eh?", pensaba dormirme cuando se hizo, por fin, la luz. La voz de Gorka llegaba lejana y temblorosa desde un hospital de Francfort: "Estoy en observación, como si fuera un marciano".

Abrevio: entre aquel montón de hierros de la autopista alemana ¡estaba Gorka, nada menos! Ni él se explicaba como sucedió la cosa: "De repente nos encontramos amontonados, un coche sobre otro, oyendo gritos en alemán". Era tal la alegría que yo tenía por su reaparición, eso debe ser amor, claro, que no pensé en para qué y cuánto tiempo le estarían observando hasta mucho después, cuando ya no podía conectar con él: en el hospital alemán prohíben los móviles. Entre nosotros se ha hecho el silencio forzoso indefinido y no sé si lo voy a soportar. Saber que vive, hoy, no es suficiente, necesito saber qué, cuándo, cómo, por qué y si aún le importo algo".

En ese momento, Conxa dudaba entre tomar un tren hacia Francfort (ella no conduce por principio, ni tiene coche) o seguir las instrucciones de sus jefes y volver a Madrid a contrastar las enormes diferencias del banco de datos de la empresa en Barcelona con los de la misma empresa en Madrid. "¡No sirvo como burócrata!", protestaba. Le recordé que decía algo parecido del enamoramiento antes de querer tener "hijitos" de un vasco muy moderno aunque nacionalista (que, por cierto se fue a pasar el fin de año con sus papás; pero eso no se lo recordé). Venció la dura realidad: trabajo (burocrático) frente a amor (incomprensible) y la ciega esperanza en la vuelta a la vida (amorosa) a través del móvil.

Cuando nos despedimos la emplacé, con tacto y prudencia, a la ampliación de esta investigación sobre la generación inclasificable a su círculo de amigas y amigos. "¿Quieres que entreviste a Crispita? Eso está hecho. Es un modelo para el año 2000: feliz en su desgracia". No esperaba esta oferta tan directa, pero la acepté con tal de no atascarnos en Gorka. (Continuará, pues).

Resumen de lo publicado: El amor es una experiencia de realismo fantástico casi insoportable, según muestra la historia de Conxa, barcelonesa de identidad múltiple, que trabaja en una compañía de publicidad. La investigación sobre las teintañeras españolas toma así un sesgo que liga directamente la sociología con la prensa del corazón.

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