Greenspan IV
Alan Greenspan ha sido propuesto por Clinton para un cuarto mandato al frente de la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos. Dada la sensatez demostrada por Greenspan a lo largo de los últimos 12 años, la renovación de su cargo constituye una buena noticia. Greenspan ha sabido capear temporales, acompañar a los mercados cuando éstos crecían y ha acumulado tal autoridad que sus opiniones, en muchos casos acogidas de forma casi litúrgica, han pesado tanto o más que sus decisiones formales de política monetaria. No cabe duda de que le ha dado excelentes resultados, tanto que no es de extrañar que el Banco Central Europeo (BCE) esté intentando construir su propia credibilidad, durante los primeros pasos, mediante una política de comunicación similar a la desplegada por la Fed en los últimos años.Greenspan, de 73 años, lleva en el cargo desde 1987, nombrado por el entonces presidente Reagan. Su designación saca el tema de la próxima presidencia del Fed de la campaña para las presidenciales de noviembre próximo. Clinton ha alabado su "sentido común" y su "papel crucial" en la buena marcha de la economía estadounidense. Y si hay algo que pueda definir el estilo de Greenspan es su capacidad de reacción. Así, durante la última crisis de las economías emergentes, que pudo poner en peligro la estabilidad del sistema financiero de EE UU, no dudó en bajar los tipos de interés.
Desde hace nueve años, y especialmente en los últimos tres, la economía de EE UU está viviendo un ciclo expansivo histórico, cuyas causas últimas el propio Greenspan ha tenido la humildad intelectual de admitir que las desconoce, sin que ello le haya impedido acompañar el movimiento de crecimiento económico y expansión sin igual de los valores de Wall Street. Y cuando la economía ha empezado a presentar síntomas de recalentamiento, no ha dudado en intervenir preventivamente, tensionando la política monetaria. Las últimas intervenciones han buscado mantener un crecimiento equilibrado de la economía de EE UU y, en la mayoría de los casos, han actuado como un bálsamo para los mercados.
Las horas más difíciles para Alan Greenspan llegarían si durante su actual mandato, que expira el próximo junio -con posible prórroga de un año-, se produjera una desaceleración de la economía estadounidense, algo que numerosos expertos vaticinan sin ponerse de acuerdo sobre el momento. Justamente ahora, superadas las dudas sobre el efecto 2000, vuelven los temores referentes a un posible repunte de la inflación y al desequilibro creciente de la balanza exterior de EE UU, con los consiguientes movimientos caóticos en Wall Street y en otras bolsas. Si la burbuja empezara a reventar, Greenspan parece, hoy por hoy, el piloto más experimentado para lograr un aterrizaje suave en situación de emergencia.
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