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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fuera de banda

La policía evitó ayer lo que pretendía ser el primer atentado de ETA en el año 2000. Ello ocurría dos semanas después de que la Guardia Civil impidiera el que hubiera sido el primero de 1999. Gracias a esa actuación, el año que acaba de irse se ha cerrado sin ninguna víctima mortal de ETA: algo que no ocurría desde 1971.La interceptación del comando que se dirigía a Madrid con más de 1.500 kilos de explosivos demostró que era ilusoria la esperanza de que el anuncio de interrupción de la tregua realizado por ETA a fines de noviembre quedase en suspenso ante las nuevas concesiones de los partidos nacionalistas. Las detenciones de ayer hacen abrumadora la evidencia de que ETA no sólo no rehúye un atentado con víctimas, sino que lo busca. Sólo desde el voluntarismo puede ignorarse ya esta realidad.

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Lo lógico sería, entonces, que esa hipótesis presidiera los pronunciamientos y mensajes de los partidos. Especialmente cuando se sabe, además -por los documentos aprehendidos recientemente en Pau-, que durante el alto el fuego los pistoleros han realizado seguimientos de representantes de los ciudadanos como Atutxa o Iturgaiz. Sin embargo, aún hay algunos políticos que hacen como que no se enteran; como si no acabaran de creerse que aquellos con los que hace año y medio negociaron un acuerdo estén dispuestos a matar a quienes se sientan junto a ellos en las instituciones o a otras personas.

La polícía sostiene que los detenidos ayer en Basauri y Bilbao preparaban un atentado contra una patrulla de la Guardia Civil. Y se busca el supuesto coche bomba con el que pensaban realizarlo. Ayer nadie se atrevió a repetir la bobada de que es Mayor Oreja quien más desea que la dinamita estalle. Pero están a otra cosa: preparando la movilización por el acercamiento de los presos, o la reunión que celebran hoy en Santiago los firmantes de la soberanista Declaración de Barcelona, o la Asamblea del PNV que oficializará dentro de unos días la ruptura con 70 años de autonomismo.

Cada partido está en su derecho de plantear las reivindicaciones políticas que considere convenientes. Y más cuando se acercan unas elecciones generales que darán a los ciudadanos oportunidad de pronunciarse sobre ellas. Pero lo decente sería anteponer a cualquier otro asunto la exigencia a ETA de que restablezca el alto el fuego; decir claramente a su brazo político, sin falsas equidistancias, que no existe ninguna reivindicación que justifique el asesinato, y que ningún pacto podrá subsistir con violencia. ¿No decían los sindicatos nacionalistas que ETA era "un estorbo"? Hace años que ETA está fuera de la realidad, pero será difícil hacérselo entender si no se rompe con el discurso de que la detención de los terroristas es una provocación. Para la mayoría de los ciudadanos, la eficacia de las fuerzas de seguridad es, por el contrario, motivo de reconocimiento y garantía para el desarrollo de una democracia.

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