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Un integrista suní ataca la Embajada rusa en Beirut en protesta por la guerra de Chechenia

Un integrista musulmán suní de origen palestino atacó ayer la Embajada rusa en Beirut y una comisaría de la policía cercana. A consecuencia del incidente murieron dos personas, un policía y el propio agresor, y resultaron heridos leves siete viandantes. Mientras tanto, en el norte de Líbano continuaban, por cuarto día consecutivo, los combates entre el Ejército y militantes del grupo extremista suní Takfir u al Hijra (Redención y Amanecer del Islam). Van ya más de 30 muertos desde que se iniciara la operación el viernes. Once milicianos, seis soldados y dos civiles murieron ayer.

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Ahmad Raya Abu Jarrub, un extremista suní de 30 años de origen palestino, vecino del campo de refugiados más grande de Líbano, Ain Helue (60.000 habitantes), atacó ayer al mediodía, aparentemente en solitario, la Embajada de Rusia en Beirut. Abu Jarrub actuó desde un edificio cercano, situado a poco menos de 20 metros de distancia, desde el que disparó tres granadas anticarro antes de apuntar contra la sede de una comisaría cercana, sobre la que lanzó otras dos granadas.Su acción causó la muerte de un policía y heridas de diversa consideración a otros siete viandantes, dos de ellos miembros de las fuerzas de seguridad, y originó un largo tiroteo, que se prolongó durante más de una hora y mantuvo en jaque a las autoridades. Finalmente se decidió el asalto del edificio, en el que se encontraba atrincherado el atacante. Abu Jarrub, que resultó muerto, llevaba una nota en el bolsillo de su chaqueta en la que aseguraba: "Muero en martirio por Grozni".

Hijo de refugiados

Abu Jarrub había nacido en el campo de refugiados palestinos de Nabatiye (al sur de Líbano), donde su familia se refugió hace más de tres décadas, cuando se vio obligada a abandonar el norte de Palestina ante la represión de las tropas israelíes. Era seguidor de Ahmad Abdelkarim al Saadi, Abu Mahyán, un conocido guerrillero buscado por la policía por su participación en el asesinato de cuatro magistrados del tribunal provincial de Sidón (principal ciudad del sur de Líbano) el pasado verano.

El ataque de Abu Jarrub coincidió con los encarnizados combates que el Ejército libanés libra desde el pasado viernes contra la milicia extremista suní de Takfir u al Hijra, en el norte del país. Este grupo, en el que combaten indistintamente guerrilleros suníes de origen sirio, libanés y palestino, logró ayer hacerse fuerte en el pueblo de Kfarhabu, donde cogieron como rehenes a algunos habitantes de la localidad.

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Los soldados, que durante horas cercaron la población, terminaron efectuando una despiadada operación de asalto, durante la cual murieron al menos 11 milicianos. Entonces se hallaron los cadáveres de dos mujeres que habían sido retenidas. El resto de los rehenes recobró la libertad. Seis soldados encontraron también la muerte, lo que eleva a 12 las bajas militares. Tras este asalto, que duró aproximadamente dos horas, el Ejército libanés proseguía ayer por la tarde las operaciones de limpieza en la zona, tratando de localizar al resto de los 300 miembros de la milicia, a la que el pasado domingo creía ya haber aniquilado. Ese día un portavoz oficial aseguró haber causado 15 bajas a los guerrilleros.

El presidente libanés, Émile Lahud, opinaba que Israel podría sacar provecho de estos sucesos sangrientos que asolan el país desde el pasado viernes, según se desprendía de un comunicado difundido ayer por la agencia de prensa estatal. El jefe del Estado transmitió esta misma reflexión al primer ministro, Salim Hoss, con el que mantuvo ayer una reunión especial en la que analizaron los últimos incidentes de orden público. Según el comunicado oficial, "los dos dirigentes rindieron homenaje a la eficacia de las fuerzas de orden público, que en menos de una hora restablecieron la calma" en el incidente de la Embajada de Rusia, al tiempo que felicitaban a las tropas que combaten en la región del Norte.

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