Reyes por un día
"Es como un sueño". Así resume el tenor José del Amor sus emociones ante uno de los momentos más importantes de su carrera musical: su actuación hoy en el Auditori de Barcelona, incluida en la programación del Festival del Milenio, compartiendo cartel con artistas de la talla de los tenores José Carreras y Jaume Aragall, el barítono Juan Pons o la soprano Ainhoa Arteta. Del Amor no está acostumbrado a escenarios de tal envergadura. Es más, extrañamente actúa en locales cerrados. Su escenario habitual es la calle y sus espectadores, los transeúntes. Él es uno de los artistas de la calle, junto a la mezzosoprano Rosalina Mestres y el grupo de jazz Barcelona Hot Angels, seleccionados para participar en un concierto que se celebra esta tarde (19.00 horas) y que les convertirá en reyes por un día.José del Amor se dedica profesionalmente a la contabilidad, y satisface sus inquietudes artísticas cantando todos los domingos y días festivos en la avenida del Portal del Àngel de Barcelona. Allí suelen actuar también los artistas que completan con él el programa de este concierto excepcional. La mezzosoprano Rosalina Mestre lo hace los días laborables, y ocasionalmente canta también en la plaza del Pi, y el grupo Barcelona Hot Angels toca los sábados.
Su oportunidad de oro les llegó de la mano de Martín Pérez Lombarte, organizador del Festival del Milenio, que concibe el concierto "como un acto de agradecimiento a todas aquellas personas que llenan de música Barcelona y la convierten en una ciudad más humana", explica. Para Pérez Lombarte, el concierto encaja perfectamente en el perfil del festival, articulado en torno al mestizaje. "En este caso, es un mestizaje social. Se trata de reunir a músicos con gran talento, pero que, por circunstancias, se ven obligados a actuar en la calle", afirma.
Aunque no formen parte de los habituales circuitos artísticos, los protagonistas del concierto de hoy son músicos con muchos años de trabajo y sus trayectorias, aunque dispares, los sitúan a una larga distancia del mero aficionado. Rosalina Mestre ha cantado en el Liceo de Barcelona y en el Teatro de la Zarzuela de Madrid junto al desparecido Alfredo Kraus y también en el extranjero, especialmente a raíz de una gira de dos años con la Antología de la Zarzuela de José Tamayo.
Los Barcelona Hot Angels alternan sus actuaciones en la calle con conciertos puntuales en locales de toda Cataluña, y han sido premiados en prestigiosos festivales de música para bandas de jazz de aficionados celebrados en Francia, un país en el que se les contrata con frecuencia. José del Amor ha ofrecido su repertorio, centrado en arias de ópera y canciones populares catalanas, en diversas actuaciones contratadas, y el año pasado dio un concierto en Alemania.
Contacto con la gente
Las razones por las que actúan en la calle -una actividad cada vez más difícil en Barcelona, dadas las protestas vecinales y unas restrictivas ordenanzas municipales, que han desembocado en el decomiso por parte de la Guardia Urbana de 150 instrumentos en tres meses- son diversas, y combinan los motivos económicos con la voluntad de mostrar en público su trabajo. "Tocar en la calle es muy bonito, te permite un contacto directo con la gente, tienes a un público que te está escuchando sin ningún compromiso", afirma Pepe Robles, trompetista de los Barcelona Hot Angels y un amante de las raíces del jazz que se gana la vida en el ramo de la confección. "Lo que me gustaría de verdad sería tener dinero para actuar sin pasar el platillo, por puro gusto de enseñar a la gente el jazz auténtico", asegura.
"A mí no me gusta nada cantar en la calle", reconoce, en cambio, Rosalina Mestre. "Lo hago simplemente por dinero, para poder llegar a final de mes, pero lo que me gustaría de verdad sería actuar en teatros", continúa la mezzosoprano, que admite, no obstante, haber vivido momentos inolvidables en sus recitales al aire libre. Del mismo parecer es su colega José del Amor: "Yo tengo una buena experiencia de mis actuaciones en la calle, pero las hago para poder realizarme como cantante, porque si tienes inquietudes artísticas necesitas el contacto con el público. Siempre había pensado que éste sería un modo para actuar en un escenario muchísimo mejor, como ahora ha sucedido", dice, con la mirada puesta en el concierto del Auditori.
Aunque todos ellos se muestran ilusionados por la actuación, que les dará la oportunidad de trabajar con las mismas condiciones técnicas y acústicas de los grandes intérpretes, cobrando un precio "simbólico"-señala Del Amor- y, quién sabe, tal vez les sirva para conseguir mejores condiciones de trabajo, no quieren dejarse deslumbrar. "Para mí, una golondrina no hace verano", dice Pepe Robles. "Estoy contenta porque el concierto es el último día del milenio, se nos abre una ventana y, a partir de ahí, tal vez se nos abra una puerta. Yo lo miro como una forma de hacer currículo", señala Rosalina Mestre. José del Amor se conforma con hacerlo lo mejor posible, "y con que la gente aplauda mucho, al menos tanto como a Aragall, que una vez en Viena estuvo una hora recibiendo aplausos", bromea.
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