Putin, gran triunfador en las legislativas rusas
El partido del Kremlin disputa la victoria a los comunistas y se hunde el bloque de Primakov y Luzhkov
El gran triunfador de las legislativas de ayer en Rusia ni siquiera era candidato a la Duma. Se llama Vladímir Putin, tiene 47 años, un pasado de espía y policía, un presente de primer ministro concentrado en la guerra de Chechenia y un futuro que le proyecta hacia el Kremlin. Los primeros resultados situaban anoche a Unidad, un invento reciente al servicio de Putin, en primer lugar del podio, aunque los comunistas iban recortando distancias. La Unión de Fuerzas de Derecha (UFD), que respalda también al nuevo hombre fuerte de Rusia, parecía claramente destinada a superar ampliamente la barrera del 5% necesario para entrar en la Duma. El gran derrotado, tras una campaña dominada por el juego sucio, era el bloque Patria-Toda Rusia (PTR).
PTR ha sido forjado por el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que captó a varios líderes regionales y al ex primer ministro Yevgueni Primakov.El mapa parlamentario que surgía al filo de la medianoche de ayer mostraba seis partidos o coaliciones electorales que superaban el 5%. Tres de ellos (Unidad, PTR y la UFD) son de nueva creación, lo que demuestra el escaso arraigo de la democracia pluripartidista en Rusia.
Según los datos disponibles a las dos y media de la madrugada de hoy, con el 20% de los votos escrutados, Unidad estaba por delante con el 26,47% de los votos. A continuación se situaban los comunistas (25,29%), la Unión de Fuerzas de Derecha (8,13%), Patria-Toda Rusia (7,8%), el bloque del ultranacionalista Vladímir Zhirinovski (7,36%), y los liberales de Yábloko (6,8%). La participación fue del 60,5%, aproximadamente 5 puntos menos que en 1995.
Esos resultados se referían únicamente a los 225 diputados (la mitad de la Duma) que se decidían por sistema proporcional y listas de partidos. Los otros 224 (en Chechenia no se votó) darán con gran probabilidad una cómoda ventaja a los comunistas en el conjunto de las elecciones y les convertirán de nuevo en el grupo más numeroso de la Cámara baja. Parecía previsible, asimismo, que Unidad retrocediese y que Patria-Toda Rusia amortiguase un tanto su batacazo por esta vía y por el escrutinio de la totalidad de los votos. En Moscú, por ejemplo, la victoria del bloque de Luzhkov y Primakov prometía ser aplastante. En cualquier caso, la nueva Duma promete ser más centrista que la actual y menos beligerante con el Kremlin aunque antes de los comicios había analistas que pronosticaban que Putin se enfrentaría en enero a una moción de censura.
Abundantes problemas
Menos imprudente que Yeltsin, que confió en que la próxima Duma apruebe leyes y no haga política, Putin, que hasta ahora se las ha arreglado para no cortar puentes con nadie, se limitó a manifestar que desea un nuevo Parlamento con el que se pueda trabajar para resolver los problemas del país. Que no son pocos, por cierto: desde una guerra en el Cáucaso a una profunda crisis económica y social y una pérdida de influencia en el mundo.
El líder de Unidad, Serguéi Shoigú, ministro para las Situaciones de Emergencia, lucía uniforme militar de camuflaje cuando depositó su sufragio en Mozdok, la base de Osetia del Norte desde la que se dirige la guerra. Su campaña electoral se ha desarrollado en el Cáucaso, a bordo de vehículos blindados del Ejército, en el punto de acogida de los corredores humanitarios abiertos a los civiles de Grozni, en los campos de refugiados de Ingushetia o en los de nueva creación dentro de la propia Chechenia para favorecer el retorno. Sin la guerra, Unidad habría sido lo que se le pronosticaba cuando el entorno de Borís Yeltsin lo inventó hace tres meses: poco más que nada. No tenía, ni tiene, programa, ideología o implantación profunda en el conjunto del país, pese al pacto con 30 dirigentes regionales. Pero la guerra, un derroche de medios y la basura vertida (sin que él se manchase directamente las manos) sobre su principal rival, han hecho el milagro.
En la circunscripción número 31, Chechenia, siguieron cayendo las bombas durante todo el día de ayer, pero no hubo urnas en las que depositar votos. Putin prometió, sin embargo, que habrá elecciones en la república caucásica "en cuanto la situación lo permita". Eso será pronto, si no mentía o pecaba de optimista al asegurar que el 90% de la población chechena vive ya en "territorio liberado".
Técnicamente, las elecciones se desarrollaron casi con normalidad, lo que no es poco decir en un país bicontinental, 34 veces más grande que España, con 11 husos horarios, con regiones donde el termómetro desciende en estas fechas de los 50 grados bajo cero y en el que se empezó a votar en la remota región oriental de Chukotka a las nueve de la noche del sábado (hora peninsular española) y no se terminó hasta las siete de la tarde de ayer en el enclave báltico de Kaliningrado.
Otro cantar es que los comicios hayan sido limpios y auténticamente democráticos, lo que no es el caso. Como cabía esperar, Yeltsin y su corte de intrigantes y oligarcas, que veían con pavor el próximo relevo en el Kremlin (ahora deben de estar mucho más tranquilos), alteraron las reglas del juego con todos los medios a su alcance: económicos, mediáticos y de poder. los principales beneficiados fueron Unidad y, en menor medida, la Unión de Fuerzas de Derecha. Ambas están al servicio de Putin. El gran perjudicado fue Patria-Toda Rusia.
Desde la televisión estatal, por ejemplo, se presentó a Luzhkov como un asesino corrupto, y a Primakov, de 70 años, como un anciano enfermo, aunque para sí quisiera Yeltsin (que tiene un año menos) la lucidez del ex primer ministro.
El líder comunista, Guennadi Ziugánov, asegura que ésta ha sido la campaña más deshonesta de cuantas ha vivido Rusia en los últimos ocho años, y que "se ha privado al país del derecho a discutir problemas básicos". Hasta el propio presidente de la Comisión Electoral Central, Alexandr Veshniakov, reconoce que ha habido irregularidades.
Con este precedente, aterra pensar lo que ocurrirá en la campaña presidencial, cuando se juegue el poder real, que la Constitución que Yeltsin hizo aprobar en diciembre de 1993 deja fundamentalmente en manos del líder del Kremlin. La votación de ayer era apenas un ensayo, el pistoletazo de salida para la gran carrera. Y Putin ha salido triunfante. El ascenso de Unidad se consolidó cuando el primer ministro le mostró su apoyo "a título personal", y la UFD hizo propaganda con la consigna "Kiriyenko a la Duma, Putin al Kremlin".
Enorme popularidad
Incluso Primakov, que no puede obviar el espectacular aumento de la popularidad del jefe del Gobierno, aseguró el viernes, cuando anunció su candidatura a la presidencia, que, de tener éxito, pensaba ofrecer a Putin que se integrase en su equipo.
El ascenso de este antiguo espía y jefe del Servicio Federal de Seguridad (heredero del KGB soviético) no es ajeno, según algunos analistas, a los materiales comprometedores para buena parte de la clase política rusa que haya podido reunir en los últimos años. Si se suman a los que se dice que tiene su aliado el magnate Borís Berezovski, pueden bastar para silenciar bocas y forjar apoyos. Menos escépticos, la mayoría de los rusos parecen confiar, sin embargo, en que Putin sea el "puño fuerte" que, sin cambiar el curso político, sea capaz de sacar al país del abismo.
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