_
_
_
_

Aspereza

E. CERDÁN TATO

En esta caverna, no se pone nunca la oscuridad. Si diez teólogos despliegan la conciencia, firman y despachan un escrito de perdón al personal, siempre se apresura el purpurado de guardia a ensombrecer la luz. Si un día se declara la evidencia de la participación de la Iglesia católica en la guerra civil, siempre aparece un príncipe triunfante que pide respeto y niega las afinidades con el golpe militar y su consagración, en una sangrienta e impropiamente llamada cruzada. Pero los diez teólogos, sacerdotes y religiosos, ya han ofrecido una limpia señal de humildad y disculpa a cuantos fueron maltratados, excluidos y discriminados. La Conferencia Episcopal Española se anduvo con mucho tiento y más ambigüedades: pidió el perdón de Dios para cuantos se vieron implicados en acciones que el evangelio reprueba. Por ejemplo, y así también debe entenderse, la bendición de los cañones franquistas; las palabras del cardenal Gomá: "Paz, sí, pero cuando no quede un adversario vivo"; la conducta de aquel sacerdote de la prisión de Alicante de quien los rojos decían que llevaba un crucifijo del nueve largo: "Hombre, eso parece una exageración". "Sí, su reverencia -admite el viejo republicano borde-. Pues, mire, ahora que lo dice, juraría que sólo era del nueve corto". En esta caverna, no se pone nunca la oscuridad. Es una caverna áspera, destemplada, desdeñosa con la aceptación de la cerrería y del error: el poder, espiritual o mundano, se pretende infalible y hace de la soberbia, argumento; y de la vileza, choteo. Ahora, cuando el siglo se desvanece, el desprecio y la ojeriza, el miedo y el cinismo, continúan encastillados. Eso explica, que aún se ahorquen gatos o que se lleven a la sala del juicio testigos de cargo en paños menores, traspuestos y en angarillas. Qué bárbara estampa. Puede que España tenga otra apariencia, pero no se sacude la gusanera de encima. En esta caverna, el vecino es criatura sospechosa y propicia a los inquisidores o a la peripecia de la montería. Estamos aviados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_